Quince meses después de su última actuación en un escenario (con Falstaff de Verdi en Roma), el barítono malagueño Carlos Álvarez volvió a encontrarse ayer con el calor del público, del que se ha mantenido alejado durante este plazo por una lesión en las cuerdas vocales. Álvarez protagonizó un recital en el Teatro Arriaga de Bilbao junto a la soprano sevillana Rocío Ignacio y la participación del pianista Rubén Fernández Aguirre, con un programa variado en el que figuraron composiciones de Dvorak como sus Canciones biblícas y el dúo de la Flauta mágica, de Mozart, Bei Männern, welche Liebe Fühlen, además de piezas de otros autores como Donizetti, Villa-Lobos, Denza y Tosti y de temas extraídos de musicales como Cats y El hombre de La Mancha.

Carlos Álvarez, quien tiene en su haber numerosos premios Grammy así como el Premio Nacional de Música 2003, confesó poco antes de que comenzara el concierto (para el que se vendieron todas las localidades) sentirse "muy emocionado" ante este regreso a los escenarios. En una conferencia de prensa en la que, junto a Rocío Ignacio, detalló el contenido del recital, Álvarez recordó que ya cantó ópera en el teatro bilbaíno cuando éste era dirigido por Luis Iturri, aunque la propuesta de anoche presentaba "un repertorio completamente nuevo, de música de cámara si se quiere, con poca ópera". El malagueño agregó que espera estar "en la línea de lo que la gente espera" y que el recital de ayer, que fue preparado expresamente para propiciar su esperado regreso a los escenarios, servirá también de prueba para ver si puede afrontar retos más ambiciosos y volver al lugar que ocupaba antes de su retirada forzosa.

Por su parte, la soprano sevillana Rocío Ignacio expresó su deseo de que el recital de ayer lunes sea "el de la esperanza y la ilusión" de que Álvarez regrese definitivamente. Un deseo compartido ayer por el público.