La España vista con ojos extranjeros ha mostrado una cara quizás más auténtica y objetiva que aquella que se ha mirado bajo el prisma propio. Desde los viajeros románticos, no han sido pocos los que se sintieron fascinados por la idiosincrasia de sus pueblos y sus gentes. Entre ellos, Brenan y Woolsey. Estos días, Málaga se ha convertido en la capital del hispanismo de la mano de la Casa Gerald Brenan y gracias al encuentro que ha reunido a figuras como Carlos Pranger, albacea literario de ambos escritores. Pranger habló sobre “el concepto mitológico del laberinto, como muerte y resurrección intelectual en el caso de Brenan, porque él encontró España, encontró el tema sobre el que quería escribir, con la Guerra Civil”, apunta Pranger.
–¿Por qué unas jornadas cómo estas, cuál es el objetivo fundamental?
–Considero que Brenan es el hispanista más original del siglo XX, un pensador comprometido y comprometido con España. Aquí estamos constantemente poniéndonos en cuestión sobre prácticamente todo y pensadores como Brenan, y como muchos otros extranjeros, han ofrecido una mirada diferente, más fría y objetiva. El por qué de estas jornadas es precisamente este, ver cómo la herencia de Brenan ha cuajado en las universidades francesas, anglosajonas, que vengan a hablar a Málaga y nos den su visión precisamente de lo que está ocurriendo en España y de lo que ocurrió en el pasado.
–¿Depende mucho la mirada hacia este país del punto de origen?
–Siempre hay un componente cultural del país de origen, por el que van a incidir en unas cuestiones más que en otras. Si hablamos de los anglosajones y los franceses, la relación que han tenido con España ha sido relativamente distinta. Pero todos intentan ser lo más objetivos posible. Siempre teniendo en cuenta que España es un tema en el que ni nosotros mismos nos ponemos de acuerdo.
–¿Qué es lo que más atrajo de España a hispanistas como Brenan?
–En el caso de Brenan es una serie de componentes. Él se instaló en España huyendo de lo que llamó una sociedad absolutamente industrializada, como era Inglaterra, donde se había perdido la espontaneidad de la vida. Allí la realidad estaba filtrada por la tecnología. Venía de una familia muy pudiente, de clase media alta, y buscaba algo muy real. Buscaba la espontaneidad, la vida auténtica, la que siempre sale hacia adelante. Brenan era muy optimista, decía que los españoles, pese a todas las circunstancias, pese a lo mal que lo habían pasado, a la caída del imperio y la Guerra Civil, era un pueblo que siempre saldría adelante por su propia energía vital y talento.
–¿Cree que la escritora debería de haber tenido más visibilidad?
–Sí, claro, mucha más. Yo tenía pendiente una deuda con ella, por eso preparé la antología poética Más allá de la Tierra Media. Gamel Woolsey publicó muy poco, escribió poco en comparación con Brenan, pero por eso no deja de ser interesante.
–Como albacea literario de Brenan, ¿cuál considera que es el legado más importante que ha dejado?
–El desafío intelectual. El laberinto es una metáfora del desafío intelectual.
–¿Cómo les marcó en sus obras la Guerra Civil?
–El impacto emocional que tuvo para él la Guerra Civil se exteriorizó en ataques de ansiedad, crisis nerviosas y demás, pero fue capaz de canalizar este dolor y esa angustia en un libro de carácter objetivo, como es El laberinto español. En cambio Woolsey, cuya reacción no fue tan visceral, sino más interior, escribe un libro mucho más sentimental y relacionado con las emociones.
–¿Qué queda por publicar de Brenan?
–Quedan por publicar las cartas, novelas, queda todavía bastante material interesante por ver la luz. Igual que de Woolsey. Está publicado El otro reino de la muerte y la poesía, pero también tiene varias novelas de gran interés. Todavía hay Brenan y Woolsey para rato. Y ello, gracias a la Casa Gerald Brenan, que tiene la Biblioteca Brenan en colaboración con la editorial Renacimiento, con la que iremos publicando estos libros.

Inicio de las jornadas, ayer, en el Rectorado.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios