Cátedra recupera la novela de Philip K. Dick que inspiró 'Blade Runner'

Cátedra recupera la novela de Philip K. Dick que inspiró 'Blade Runner'
Cátedra recupera la novela de Philip K. Dick que inspiró 'Blade Runner'

Una agradable descarga eléctrica, activada por la alarma automática del climatizador de ánimo Penfield, despierta a Rick Deckard, que deja la cama con su pijama multicolor y apremia a su esposa a que reajuste su climatizador para sentir deseos de levantarse. El cazarrecompensas Deckard, que trabaja para el Departamento de Policía de San Francisco retirando androides de las calles, es uno de los personajes más célebres de la literatura y el cine de ciencia ficción. Harrison Ford le presta su apariencia en Blade Runner, la película de Ridley Scott basada en la novela que ahora recupera la colección Letras Populares de la editorial Cátedra, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick, con edición, traducción y prólogo de Julián Díez. Una historia ambientada en un planeta casi desierto, ya que los seres humanos han emigrado en masa a la nueva colonia en Marte después de la Guerra Mundial Definitiva, que veremos cuándo llega.

Experto en la ciencia ficción, Díez se ha sumergido hasta el fondo en este "clásico con muchas particularidades" (el texto es en este caso menos célebre que su versión cinematográfica) de un autor cuyo imaginario está asentado en "una formación multidisciplinar" y "una gran variedad de inquietudes".

"Yo siempre había considerado que esta novela no está entre las cinco mejores de Dick, pero después de haber trabajado con ella y haberla visto por dentro lo pongo en cuarentena", apunta el especialista. Y es que "la relación que se establece con un texto cuando lo traduces es muy distinta a cuando simplemente lo lees: te das cuenta mucho mejor de la tramoya, de la estructura, de las referencias...". La experiencia en este caso "ha sido bastante iluminadora". Díez indaga en la médula de un autor que oscila entre la seriedad y la ligereza, que mezcla "claves muy cultas con momentos muy pulp".

Uno de los elementos que definen la obra del estadounidense es "el cuestionamiento de la realidad, que en esta novela aparece en un par de momentos y que en las sucesivas reconversiones de la película se ha ido introduciendo respecto al hecho de si Deckard es un replicante o no". Otra coordenada es "la preocupación religiosa, la inquietud por la trascendencia, que está muy presente en la novela pero que en la película se desdibuja, porque era un aspecto complicado de trasladar al lenguaje cinematográfico y porque tampoco se quisieron complicar la vida: hay que recordar que Blade Runner es en su planteamiento original una película de acción". Y un tercer vector apunta hacia la naturaleza de la "condición humana" y "la relación entre hombres y máquinas". En la novela, Dick "va más allá, es más arriesgado" de lo que posteriormente se vio en el filme.

Hay otros intereses "secundarios" como "los medios de comunicación" y "la admiración que sentía por la gente sencilla y eficaz: él era un hombre sofisticado que de alguna manera parecía añorar saber un poco más de fontanería". Un aspecto que, no obstante, "no está tan claro en esta novela: el protagonista es un personaje más plano que el cinematográfico, más burocratizado".

En el mapa literario de la ciencia ficción, Dick (1928-1982) es "un primus inter pares, uno de los tres o cuatro escritores del género que pueden aspirar legítimanente a tener un lugar relevante en la historia de la literatura con mayúsculas". "La literatura de ciencia ficción merecería disfrutar de una consideración más alta, pero es verdad que, si pensamos en cien autores verdaderamente relevantes del siglo XX, yo diría que quizá sólo hay cuatro del género que puedan aspirar a estar en ese grupo: J. G. Ballard, Stanislaw Lem, Ursula K. Le Guin y Dick", indica Díez, que también repara en ciertas "salvedades" a la hora de calibrar los méritos literarios del autor de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, que es en ocasiones "algo descuidado" y cuya prosa resulta "irregular". Pero "la fuerza de sus ideas y sus imágenes y su capacidad para entender la problemática del ser humano en la era contemporánea prácticamente no tienen parangón en la ciencia ficción y en la literatura en general". Al hombre de 2015, Dick, que murió a comienzos de los 80, es uno de los escritores que "más directamente" le hablan sobre sus preocupaciones. Esta facultad visionaria "se sobrepone a las carencias que pudiera tener en otros aspectos".

A la hora de establecer pasarelas y correspondencias entre ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? y Blade Runner (estrenada en 1982 y que cuenta con distintas versiones), Díez apunta una paradoja: "Resulta muy curioso que la mayor parte de las cosas que con el tiempo asociamos con Blade Runner no estaban presentes en el montaje original". De hecho, en su momento la cinta "no tuvo una relevancia significativa". Con el paso del tiempo "sus aciertos quedaron más de manifiesto" y Scott ha tenido "la finura de aprovechar imágenes que habían sido descartadas, porque hay mucho material rodado que incluso todavía permanece inédito", para lanzar nuevas versiones en las que "se acentúan la posibilidad de que Deckard sea un androide y los elementos que hoy nos parecen más acertadamente futuristas como la influencia de la cultura oriental y que convierten la película en obra de culto". Pero "hay enormes divergencias" entre la novela y su plasmación fílmica. La primera "se desarrolla en una Tierra prácticamente despoblada, con un cambio climático hacia lo desértico", mientras que Blade Runner "está asociada a la lluvia y la superpoblación" y a un futuro "de influencia oriental" que "no está en absoluto presente en la novela". Díez recuerda que en la única ocasión en que Dick y Scott se encontraron, después de varios desencuentros en la distancia, a comentarios del escritor sobre el papel de la religión, la trascendencia y la naturaleza de la duda en su texto, el cineasta respondió: "No quiero hacer una película esotérica".

Finalmente, "hay muchísima más sofisticación y ambigüedad en cuanto a las hechuras de los personajes y la naturaleza del mensaje en la novela". Y es que "muchos de los elementos más inquietantes" de la obra de Dick no están reflejados en el filme "deliberadamente: desde el principio se renunció a ellos". En cualquier caso, vuelve el gran Deckard, el perseguidor, que finge cuidar de una oveja real cuando no es más que un ejemplar eléctrico.

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