Catherine Grenier sugiere a Málaga que levante "su museo" tras el Pompidou

La que fuera responsable del departamento de Mundialización del Centro Georges Pompidou de París abrió ayer en el Picasso el seminario 'Interpretando el presente del producto cultural'

Catherine Grenier, ayer, en el Museo Picasso Málaga.
Pablo Bujalance Málaga

18 de octubre 2014 - 05:00

Pocas personas pueden hablar sobre el actual proceso de mundialización de los grandes museos de Occidente con la autoridad de Catherine Grenier, referencia intelectual ineludible en el mundillo museístico europeo y autora de monografías de referencia sobre el asunto. En el presente, Grenier es directora de la Fundación Alberto y Annette Giacometti, pero en 2009 asumió la coordinación del departamento de Investigación y Mundialización del Centro Georges Pompidou de París con el objetivo de expandir la marca por diversas sucursales en varios continentes. Ayer, Grenier visitó el Museo Picasso para inaugurar el seminario Interpretando el presente del producto cultural con la conferencia ¿Cultura popular versus cultura ilustrada? y, aunque la experta ya no trabaja para el Georges Pompidou, convenía preguntarle por el primer envite mundial del centro fuera de Francia: la sede malagueña que se inaugurará, previsiblemente, el próximo mes de marzo. Grenier admitió que no conoce muy a fondo el proyecto malagueño, pero presumió que servirá "de estímulo para la escena cultural que ya existe en la ciudad". Eso sí, añadió una idea harto interesante: dado que el Centro Pompidou Málaga reviste un carácter "provisional", con un horizonte de cinco años, Grenier señaló que lo deseable es que "la experiencia permita a Málaga atesorar el conocimiento suficiente para, una vez concluida, poner en marcha su propio museo. Esto es, una institución del todo malagueña".

La experta señaló que los planes de internacionalización de museos "parten de la idea de que la multiplicación de la oferta contribuye a formar nuevos públicos", un argumento que espera tener su correlato en Málaga, donde, apunta Grenier, "será especialmente interesante comprobar en qué dirección se pronuncian las opiniones". De manera general, conviene analizar las razones por las que los museos "han ganado tanta popularidad en los últimos años y se han convertido en centros de referencia, en lugares a donde la gente acude para comprender la cultura y el arte de su tiempo, aunque tenga que guardar colas". Del mismo modo, Grenier defiende que cada museo "debe preguntarse si ofrece al público la posibilidad de interpretar una cultura suficientemente universal, es decir, si cuenta sólo las historias de las mayorías o si también incluye las de las minorías". Así, "la historia debe ser reescrita para que tengamos en cuenta algunos sucesos importantes que hasta ahora se habían dejado de lado. Hay que hacer una lectura amplia, que contemple tanto la historia general como las microhistorias locales. Por eso, los museos deben definir bien la cultura que abordan y que ellos mismos generan desde una perspectiva postcolonial, y más ahora que la mundialización de los mismos se desarrolla sobre todo en países emergentes". Para Grenier, "la mundialización nos permite descubrir nuevos artistas y tendencias que hasta ahora no habían sido tenidos en consideración".

Ahora bien, dado que la mundialización de los museos se da principalmente en países árabes, mediterráneos y latinoamericanos, cabría preguntarse si la misma no incurre en cierto frenesí neocolonialista. Y Grenier responde: "Se puede detectar que el proceso de mundialización está siendo muy uniforme. Pero las distinciones entre centro y periferia están desapareciendo ya de su discurso, si bien siguen presentes en el mundo del arte. En la Bienal de Sao Paulo y la de Venecia ya se está comprobando una pérdida de influencia de los países occidentales, especialmente de EEUU; y, al mismo, en otro tipo de certámenes se advierte una mayor atención dirigida a artistas del Sur y el Este de Europa y Latinoamérica". Y añade: "Que un museo occidental no se interese por lo que está sucediendo en los países que hasta hace poco se incluían en la periferia puede considerarse una forma de neocolonialismo; pero hacer algo al respecto también podría llevar a los museos a incurrir en lo mismo. Hay que mantener una postura crítica ante la manera en que los museos tienden sus puentes. La mejor manera de evitar tentaciones neocolonialistas sería integrándose en una red de colaboraciones con otros museos, en una dinámica mundial". Mucho queda, por tanto, por aprender.

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