Centro Pompidou Málaga

Alechinsky o la escritura del arte

  • El Centro Pompidou Málaga acoge la exposición más importante dedicada al artista belga fuera de Francia, un recorrido por seis décadas de creación a través de 75 obras

Una obra de Pierre Alechinsky incluida en la nueva exposición del Centro Pompidou Málaga.

Una obra de Pierre Alechinsky incluida en la nueva exposición del Centro Pompidou Málaga. / Javier Albiñana (Málaga)

El duelo entre expresionismo y surrealismo tuvo tal vez su resolución más feliz en la figura de Pierre Alechinsky (Bruselas, 1927), un caso único de longevidad y lucidez: a sus 92 años, el artista, residente en Francia desde 1951, se mantiene en activo principalmente como ilustrador, en la prolongación de una trayectoria fecunda y ambiciosa como pocas en el último siglo. Influido poderosamente por Henri Michaux y Jean Dubuffet en sus comienzos plenamente surrealistas, y aliado de genios como Alberto Giacometti tras su llegada a París, Alechinsky es dueño de una obra que superó las contiendas de los ismos en virtud de un discurso libre y decididamente personal, con el humor y la ironía como principales sellos de distinción, y que a partir de mediados del siglo XX encontró en la tinta, en plena síntesis con la escritura, la mejor herramienta para su desarrollo. Seguramente por esta misma singularidad, la obra de Alechinsky ha sido poco divulgada fuera de Francia, de ahí que la exposición presentada este jueves en el Centro Pompidou Málaga, Alechinsky en el país de la tinta, que podrá verse hasta el 12 de abril, revista un interés no precisamente menor: se trata, tal y como confirmó el presidente del Centre Pompidou, Serge Lasvignes (quien acudió a la puesta de largo junto al alcalde, Francisco de la Torre; el director del Centro Pompidou Málaga, José María Luna; y el comisario de la muestra, Jonas Storsve, entre otras autoridades), de la más importante exposición dedicada al artista fuera de Francia.  

La muestra revisa distintas técnicas empleadas por el artista belga. La muestra revisa distintas técnicas empleadas por el artista belga.

La muestra revisa distintas técnicas empleadas por el artista belga. / Javier Albiñana (Málaga)

Alechinsky en el país de la tinta, patrocinada por la Fundación Unicaja, recoge una selección de 75 obras realizadas entre 1952, justo después de la llegada del artista a París, y la actualidad, lo que brinda una retrospectiva de una amplitud a la que pocos creadores pueden o han podido aspirar. El título de la muestra constituye toda una carta abierta sobre lo que el visitante podrá encontrar en la sala de exposiciones temporales del Pompidou: justo en 1952, Alechinsky comenzó su relación epistolar con el maestro calígrafo japonés Shiryu Morita, dado su interés por la disciplina. Esta querencia se reforzó a finales de la década de los 50 con su primer viaje a EEUU, donde conoció al artista chino-estadounidense Wallasse Ting, quien le introdujo en los secretos de la pintura china realizada en tinta sobre papel (siempre con el papel extendido en el suelo, por cierto, a la manera de los muralistas del expresionismo abstracto). Aunque nunca abandonó la pintura, Alechinsky encontró en el trabajo sobre papel con tinta la síntesis perfecta de arte y escritura, una obsesión particular que alimentaba desde el descubrimiento de la obra de Henri Michaux. Y es esta dimensión de Alechinsky la que protagoniza la exposición del Centro Pompidou Málaga, con fondos procedentes en su totalidad del Gabinete de Arte Gráfico del Centre Pompidou de París. A partir de los años 60, Alechinsky adoptó la pintura acrílica como ampliación de estas inquietudes, lo que le permitió reunir elementos superpuestos, además de notas marginales, textos y otros motivos, en una misma obra. 

El visitante encontrará así un universo distinto, de apariencia intransferible que sin embargo dialoga de manera natural e inmediata con el público, merced a su ejemplar uso del color y al misterio de sus formas próximas a la abstracción, que invitan a quien observa a adoptar la postura del detective y descifrar los mensajes. En buena parte de las obras, eso sí, el soporte tiene tanto que decir como la intervención: y es que Alechinsky, a la hora de seleccionar el papel para sus trabajos con tinta, optaba a menudo por manuscritos antiguos, cartas, mapas de navegación y otras reliquias bibliográficas que llegan a remontarse al siglo XVII. En esta conjunción de significados, el artista brinda una lectura de la Historia marcada por la ironía y, en ocasiones, el humor más abierto, cuando no la directa manifestación de la joie de vivre. Afirmaba Lasvignes que con esta exposición el Centro Pompidou Málaga demuestra hasta qué punto está dispuesto a "asumir riesgos", pero nada tiene que temer el visitante de esta exposición: muy al contrario, Alechinsky se muestra siempre inclinado a jugar a su favor para hacer del arte, y de la escritura, una celebración de la existencia. 

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