Cultura

'Crystal', la magia del Circo del Sol patina sobre hielo en Málaga

Uno de los primeros números de 'Crystal', este sábado en Málaga.

Uno de los primeros números de 'Crystal', este sábado en Málaga. / Pepe Gómez

Es sorpresa. Es emoción. Es música. Es acrobacia. Es la demostración de lo imposible, la precisión milimétrica, el cuidado del detalle. Es teatro, es circo, es humor y, sobre todo, es belleza. El idilio de Málaga con el Circo del Sol comenzó hace ya 16 años, cuando en junio de 2006 trajeron a su carpa Dralion para demostrar que la compañía ofrecía un espectáculo superior incluso a las expectativas. Su colorido, su puesta en escena, la agilidad de sus artistas, la calidad de sus números, su espectacularidad, conquistaron a los miles de malagueños que no quisieron perderse el desembarco de la firma canadiense en la capital malagueña.

Ante tal aceptación, llegaron otras propuestas. Su mítico Alegría en 2011, Quidam en 2013, Totem en 2018… Después de la pandemia, que tan tocada ha dejado a las artes escénicas, el Cirque du Soleil se recupera con Crystal, el primer espectáculo sobre hielo que trae al Palacio de los Deportes José María Martín Carpena. Y en este escenario estarán hasta el próximo domingo 18 de diciembre.

Pero no todo fue bonito en la noche del estreno en la ciudad. Mientras a la protagonista se le rompía el hielo bajo sus pies y entraba en un mundo de fantasía, un universo de ensoñación y deseo, la pesadilla la vivían fuera del recinto miles de coches metidos en un embotellamiento sin fin. La Policía –no se entiende por qué se les ocurre ese dispositivo siempre que hay algún acto en el Carpena– cortaba la rotonda de acceso desde la autovía y obligaba a una caravana interminable de vehículos a llegar hasta la Térmica para luego volver al mismo punto casi una hora después.

Equilibrismos del nuevo espectáculo del Circo del Sol. Equilibrismos del nuevo espectáculo del Circo del Sol.

Equilibrismos del nuevo espectáculo del Circo del Sol. / Pepe Gómez

La desesperación se comía a conductores y acompañantes cuando ya daban por perdido el comienzo del espectáculo. Y esto al módico precio de 60 euros la entrada más barata. Cuando se pudo alcanzar el objetivo, llegar hasta las inmediaciones del palacio, el aparcamiento fue otra odisea. Ni policía, ni gorrillas oficiales o espontáneos, ni un solo cartel, ayudaban a señalizar los estacionamientos que luego, al pasar corriendo y tarde, con el sofoco bien metido en el cuerpo, se veían vacíos. Explanadas enteras casi desiertas mientras el caos se adueñaba de todos los incautos que no pensaron en coger el metro.

En la entrada del recinto, las quejas se multiplicaban mientras la música comenzaba a llegar a los oídos para calmar los ánimos e intentar sumergir a los recién llegados en su magia. Los acomodadores ayudaron en todo lo posible y por fin se conquistó el asiento asignado. Nunca es tarde si la dicha es buena, dicen. Así que tocaba dejarse llevar por un espectáculo que, sin ofrecer nada especialmente nuevo a los que ya vieron montajes anteriores, es capaz de seguir robando exclamaciones, risas y aplausos encendidos ante la magnitud de las hazañas de su elenco.

Un grupo de patinadores en 'Crystal'. Un grupo de patinadores en 'Crystal'.

Un grupo de patinadores en 'Crystal'. / Pepe Gómez

Fueron dos horas de “¡madre mía!” constante, de equilibrismos peligrosos y muy demandantes, de derroche de físico. ¿Cómo puede un cuerpo humano dibujar esas formas, quebrarse de esa manera, saltar como impulsados por un propulsor? El vestuario, siempre ocurrente e innovador, y la escenografía, sin que fuera especialmente aparatosa, logró arropar bellos números coreografiados con mucho gusto.

El patinaje en parejas, a pesar de alguna caída que tardaron un milisegundo en remontar, resultó un momento precioso. Pero más aún lo fueron los últimos números, en los que las gimnastas y patinadoras y sus compañeros, ayudados con cuerdas y columpios, las alzaron al vuelo e hicieron mortales de infarto que dejaron esa sensación de espectáculo redondo tan propia del Circo del Sol.

La protagonista del montaje en un columpio. La protagonista del montaje en un columpio.

La protagonista del montaje en un columpio. / Pepe Gómez

Aunque, volviendo al principio, a la accidentada llegada en coche al Carpena, los responsables deberían de replantearse, y bien en serio, este tipo de cosas si la ciudad quiere aspirar a organizar grandes eventos como la Expo 2027.

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