"Da igual cantar en inglés, no se trata de un ejercicio literario"
Este domingo su voz sonará en el Teatro Cervantes con 'The electrical morning', distinguido en los Premios de la Música como el mejor álbum de pop alternativo


De trato amable y cadencioso, su voz (sin banda sonora) transmite el mismo swing que en sus canciones. Leonor Watling (Madrid, 1975) emprendió el pasado enero con Marlango la gira de presentación de su tercer disco, The electrical morning. Un nuevo camino en una difícil industria donde "los parámetros de ventas tienen que ser otros", reconoce.
-Después de cuatro años y con el tercer álbum en el mercado, se empieza a hablar ya de un sonido Marlango, ¿lo comparte?
-Realmente no tenemos otra manera de hacerlo. Me cuesta mucho definirlo. En los Premios de la Música nos distinguieron como mejor álbum de pop alternativo y nos hizo mucha ilusión. Sí, puede ser algo que defina a Marlango, pero no lo único.
-A diferencia de los anteriores, en este trabajo los instrumentos de cuerda cobran protagonismo, ¿con qué propósito?
-Cuando me pongo a escribir, la canción me va pidiendo cosas, voy echando de menos otras y, en este caso, pedían cuerda, cuerpo y estar muy armadas. Hay algunos temas muy pequeños y otros que tienen muchas guitarras, más que nada porque lo pedían, al igual que las colaboraciones, hacen que las canciones sean mejores.
-¿Con ese fin habéis elegido las voces de Miguel Bosé y Jorge Drexler?
-La verdad es que tenemos mucha suerte. De lo que más podemos presumir es de amigos generosos.
-Es la autora de todas las letras del disco, ¿tienen algún nexo en común o cada una vuela sola?
-No hay una sola temática. Me gusta mucho escribir, me divierte. Algunas canciones han salido a modo de trabalenguas, en otras importa el fondo de lo que estás contando y en otras sólo la forma. Eso es lo divertido de las canciones.
-¿Qué tipo de espacio pide el sonido Marlango?
-Lo que más nos gusta como grupo es cambiar. Teatros como el Cervantes tienen la ventaja de que el sonido es increíble y como espectador estás sentado. Pero nos gusta tocar un día en un sitio así y al día siguiente en un lugar con todo el mundo de pie y bailando. Las canciones cambian mucho dependiendo de donde las toques.
-Precisamente en el Cervantes las entradas están agotadas desde hace más de un mes, ¿le sorprende?
-La verdad es que para nosotros Málaga es un sitio especial, muy simbólico. El Teatro Cervantes fue el primer escenario que pisamos con nuestro primer disco.
-Tal y como está la industria discográfica, ¿intentar vender muchos discos y encima en inglés le sonará casi a milagro?
-El concepto de ventas ha cambiado. Debemos ser conscientes de que vender 20.000 discos equivale a lo que hace diez años hubiera sido 200.000. Pero no importa mucho. Me da igual vender un millón de discos si la gente lo tiene pero (independientemente de como lo haya conseguido) no lo escucha. Y escribir en inglés es lo que me sale cuando no pienso. La letra es sólo uno de los elementos de una canción, pero esto no es un ejercicio literario. Sería más fácil si cantara en castellano pero no se trata de eso.
-A estas alturas ¿el cliché de actriz que aprovecha la popularidad para hacer música le molesta?
-Ni ahora ni cuando empecé. Yo soy muy paciente y entendí que ese fuera el primer comentario. En este país somos así, no nos fiamos. El primer disco te podía gustar o no, pero se entendía de qué íbamos. Es algo que se demuestra con el tiempo y trabajando. Y eso es lo que he hecho, dejar que pasara el tiempo
-Su última incursión en el cine fue con Los crímenes de Oxford, ¿algún otro proyecto entre manos?
-Ahora estoy leyendo guiones y buscando una historia que me guste mucho.
-¿Y un director que le convenza?
-Eso también.
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