Desescalada en Málaga

Nada tan fácil como regresar al teatro

Función en el Teatro Echegaray, este miércoles.

Función en el Teatro Echegaray, este miércoles. / Javier Albiñana (Málaga)

De hienas y perros o el eco de los caníbales es una historia de mujeres. De cinco mujeres condenadas al exilio, al odio y la marginación allí donde la tragedia se ha hecho más nefasta: en los campos de refugiados, en el Estrecho de Gibraltar, en la Guerra Civil Española. La obra de Paco Bernal, producida por Factoría Echegaray y dirigida por Mercedes León, tuvo un gran éxito tras su estreno y ha visitado numerosos festivales y escenarios en toda España desde el mismo. Este miércoles, sus cinco intérpretes (María Martínez de Tejada, Rocío Rubio, Virginia Nölting, Asun Ayllón y Pilar Esteban LaPili) volvieron al lugar donde comenzó todo, el Teatro Echegaray, en una situación bien especial: y es que la obra fue la escogida para la primera función celebrada en Málaga desde que se decretara el estado de alarma por la epidemia de coronavirus a mediados de marzo. De manera que la propuesta vino a saciar, y de qué manera, una sed de teatro acumulada durante meses. Respecto a quienes consideran que el público preferirá a la hora de volver al teatro historias amables, exentas de regustos amargos, ayer quedó bien claro que lo que los amantes de la escena han echado de menos ha sido, ante todo, la experiencia, independientemente de dramas o comedias: en la primera jornada del ciclo Factoría Fénix, organizado para la reactivación de la escena local con el protagonismo absoluto de compañías malagueñas, el Echegaray decidió celebrar una jornada de puertas abiertas con entrada gratuita previa recogida de invitaciones. Y las invitaciones, ciertamente, se agotaron pocas horas después de comenzar su distribución. Con el aforo reducido al 50%, las localidades disponibles se llenaron de espectadores que deseaban recuperar la magia del teatro. Y la magia volvió, intacta.

Una trabajadora del Teatro Echegaray toma la temperatura a una espectadora. Una trabajadora del Teatro Echegaray toma la temperatura a una espectadora.

Una trabajadora del Teatro Echegaray toma la temperatura a una espectadora. / Javier Albiñana (Málaga)

Eso sí, la reapertura se organizó, tal y como correspondía, bajo las mayores medidas de seguridad. Además de la reducción del aforo, a cada espectador, convenientemente ataviado con su mascarilla, se le tomaba la temperatura, se le ofrecía gel desinfectante y se le completaba el reconocimiento exhaustivo para, en fin, determinar las más completas condiciones higiénicas. El primer espectador fue el propio director del Teatro Echegaray y el Teatro Cervantes, Juan Antonio Vigar, que no quiso perderse la ocasión y que dio buen ejemplo de la conducta a seguir por el público. Al cabo, nada tan fácil como volver al teatro: una vez en el interior, es cierto que la limitación del aforo, en un teatro de dimensiones ya de por sí reducidas como el Echegaray, dejaba una impresión algo desangelada; pero era mucho más poderosa la certeza de patrimonio recuperado, de amistad puesta al día, de emoción, de nuevo, a flor de piel. El teatro ha vuelto a Málaga para quedarse. Como lo ha hecho siempre.

Juan Antonio Vigar, en primer término, en el patio de butacas. Juan Antonio Vigar, en primer término, en el patio de butacas.

Juan Antonio Vigar, en primer término, en el patio de butacas. / Javier Albiñana (Málaga)

El ciclo Factoría Fénix continúa este jueves con La mano, obra de Carlos Zamarriego protagonizada por Juan Antonio Hidalgo y Víctor Castilla; y seguirá el viernes con la comedia Sorprendidas. Coronavirus Edition, De tal palo tal astilla de Teatroz el sábado y La vida es cuento de Jóvenes Clásicos y Tantontería en el pase matinal del domingo para el público familiar. Eso, sólo para empezar.

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