Un 'Enigma' en el Cánovas

Crítica música

Pedro Ordóñez Eslava

22 de enero 2010 - 05:00

Grupo Enigma. XVI Ciclo de Música Contemporánea. Teatro Cánovas. Fecha: 20 de enero. Programa: Obras de C. Cruz de Castro, T. Marco, J. J. Olives y J. Cervelló. Intérpretes: Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza 'Grupo Enigma'. Director: Juan José Olives. Solista: Trino Zurita (violonchelo). Aforo: Un tercio de entrada.

El Grupo Enigma, como se conoce a la Orquesta de Cámara del Auditorio de Zaragoza, nos ofreció con la solvencia interpretativa que atesora tras quince años de trayectoria, el quinto concierto del Ciclo de Música Contemporánea. En esta sesión pudimos acercarnos a la creación de cuatro compositores nacidos entre 1935 y 1951, un periodo histórico esencial en el devenir de la creación musical española del pasado s. XX.

Carlos Cruz de Castro abrió la noche con su Ofrenda a Miguel Hernández, para orquesta de cuerda. Esta pieza presentó un constante cruce de caminos entre los violines y la cuerda más grave de la formación, con el contrabajo como hilo conector; una composición quizás alejada estéticamente de las indagaciones creativas de este artista fundamental en la vanguardia de los 60, 70 y 80. Esta generación se vio representada también por Tomás Marco, cuyo Laberinto Marino, para violonchelo y orquesta, mostró un atractivo trabajo sobre el instrumento solista, fundamentalmente en la primera cadencia central; ésta se vio presentada entre dos grandes pasajes caracterizados por la sucesión alternada de secciones de atención rítmica, por un lado, y de mayor carga melódica tonal por otro, para concluir con la convergencia final de ambas líneas.

El director de Enigma, Juan José Olives, propuso reanudar el concierto con sus Variaciones sobre un tema de Alban Berg, para orquesta de cuerda, un ejercicio estilístico cercano al expresionismo lírico del compositor, que alcanzó sus instantes más atrayentes en la variación en forma de vals, quizás por el propio aire del tema inicial.

La década de los 30 se encarnó en la figura de Jordi Cervelló. Sus Dos movimientos, dividida en Andante y Allegro-Studio y escrita en una tonalidad bien asentada de re menor, es posiblemente poco representativa de un momento en el que grupos de compositores como Música Abierta, formado precisamente en Barcelona, defendían la reinserción de la creación musical en las segundas vanguardias de referencia internacional.

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