Cultura

Fábula fallida

Comedia romántica, Italia, 2008, 105 min. Dirección y guión: Federico Moccia. Fotografía: Marcello Montarsi. Música: Claudio Guidetti. Intérpretes: Raoul Bova, Michela Quattrociocche, Luca Angeletti, Francesca Antonelli, Francesco Apolloni. Cines: Vialia, Rosaleda, Málaga Nostrum, Plaza Mayor, Rincón de la Victoria, Miramar, El Ingenio, La Verónica, La Cañada, Plaza del Mar.

Perdona si te llamo amor, filme de éxito (ya está hecha la segunda parte) a partir del best-seller de éxito del mismo nombre, bien pudiera ser la materialización cinematográfica de las fantasías masculinas de la Italia de Berlusconi. A saber, el sueño húmedo de un mundo urbano de diseño, competitivo y aseado, por el que desfilan adolescentes hermosas, sanas y bien vestidas ante los ojos en erección del macho en eterna crisis peterpanesca.

Si una cinta como El último beso daba el pistoletazo de salida esta nueva fórmula coral asentada sobre los tópicos y excesos románticos mediterráneos de la comedia de los 60 y 70, Perdona si te llamo amor prolonga la senda de las dos entregas de Manuale d'amore para simplificar el modelo y seguir idealizando (y justificando) el romance intergeneracional (aquí el de un creativo publicitario recién abandonado con una adolescente descarada y de costumbres liberales) entre estampas de anuncio de yogurt con triglicéridos y un indisimulado machismo a la italiana (al final son siempre ellas las que confunden el sexo con amor) al que el tono ligero y desvergonzado no consigue restarle nunca su potencial reaccionario.

Comedia, EEUU, 2009, 100 minutos. Dirección y guión: Ricky Gervais, Matthew Robinson. Intérpretes: Ricky Gervais, Jennifer Garner, Jonah Hill, Louis C. K., Jeffrey Tambor. Música: Tim Atack. Fotografía: Tim Suhrstedt. Cines: Vialia.

En un mundo en el que todo el mundo dice la verdad un listo inventa la mentira y explota su invención. O lo que es lo mismo: persigue a base de trolas el éxito, el dinero y las mujeres, además de inventar la religión. Ricky Gervais tal vez haya querido hacer una cínica fábula al estilo de los cuentos filosóficos de los ilustrados franceses del XVIII; pero el problema -más bien su problema- es que no es ni ilustrado ni francés, sino un cómico televisivo inglés. Dado, además, a esa pandemia llamada monologuismo.

Su éxito en la radio, los escenarios y sobre todo la televisión (The office) le está entreabriendo las puertas del cine, hasta ahora sin resultados relevantes. Su papel como antipático, hipocondríaco, egoísta y asocial dentista en Me ha caído el muerto (Koepp, 2008) sabía explotar el gesto hermético y áspero que ha hecho su fama televisiva. Dirigiéndose a si mismo, en cambio, patina. Su película, mediocremente realizada, funciona en su primer tramo -la invención y explotación de la mentira-, flojea cuando intenta ponerse volteriana sin llegar a alcanzar ni tan siquiera a los Monty Python y derrapa definitivamente cuando se pone romántica.

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