Cultura

Fallece María Isbert, secundaria imprescindible del cine español

  • La intérprete, hija y madre de actores, muere a los 94 años tras ocho décadas de carrera · La madrileña será recordada por su maestría en el género de la comedia

La actriz María Isbert falleció anoche en el hospital de Villarrobledo (Albacete), informaron a Efe fuentes del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam). El fallecimiento de la intérprete, que el pasado jueves cumplió 94 años y estaba hospitalizada desde el día 17 por una reagudización de sus procesos crónicos, se produjo poco después de las ocho de la tarde de ayer. La capilla ardiente será instalada hoy en el Teatro Circo de Albacete.

María Isbert era hija y madre de actores: su padre fue José Isbert, uno de los grandes intérpretes de la escena española, y uno de sus siete hijos, Tony, ha continuado con la tradición familiar.

María Isbert Soriano, nacida en Madrid el 21 de abril de 1917, fue, gracias a su voz -tan personal y especial como la de su padre- y su peculiar físico uno de los rostros más carismáticos, populares y prolíficos del cine, el teatro y la televisión desde la década de los 60 a la de los 80, con 250 títulos en su haber. Sus papeles en grandes clásicos del cine español, como La gran familia, de Fernando Palacios; Viridiana, de Luis Buñuel; El verdugo, de Luis García Berlanga, o Amanece que no es poco, de José Luis Cuerda, la convirtieron en una de las secundarias imprescindibles de nuestro cine en ocho décadas de carrera, durante las que desarrolló sobre todo su faceta más cómica.

"Emocionada y agradecida" recibía el 10 de noviembre de 2008 el homenaje de sus compañeros de profesión cuando era nombrada miembro de honor de la Academia de Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, en la que fue una de sus últimas apariciones públicas.

Estudió en un colegio alemán y aprendió varios idiomas. Aunque su padre quiso que opositara al cuerpo de Aduanas, María prefirió seguir sus pasos y en 1936 debutó junto a su padre con la obra de Alejandro Casona Nuestra Natacha. Trabajó en la compañía familiar durante ocho años, la mitad de ellos como protagonista. "En el teatro siempre he sido muy feliz, ahora estoy muy vieja y lo echo de menos, pero lo revivo otra vez a través de la memoria", confesaba recientemente la actriz, que hasta su fallecimiento vivió con uno de sus hijos en la localidad conquense de El Provencio.

Fue en 1944, de la mano de Juan de Orduña, cuando se inició en el cine con el largometraje La vida empieza a medianoche, compaginando los rodajes con el teatro y la televisión, sobre todo el los míticos Estudio 1 de TVE. En la década de los 40 y 50 llegarían películas como Un hombre de negocios, de Luis Lucía; Botón de ancla, de Ramón Torrado; Recluta con niño, de Pedro L. Ramírez; Los ángeles del volante, de Ignacio F. Iquino; y El gafe, de Pedro L. Ramírez.

En los 60 apareció, entre otros, en Un rayo de luz, de Luis Lucia; Viridiana, de Luis Buñuel; La gran familia, de Fernando Palacios; Más bonita que ninguna, de Luis César Amadori; La mujer perdida, de Tulio Demicheli; o Un, dos, tres, al escondite inglés, de Iván Zulueta.

A principios de los años 50 se casó con el profesor de idiomas húngaro Antonio Spitzer, lo que la apartó de los escenarios, pero el fallecimiento de su esposo en 1968 la devolvió al teatro. En las tablas interpretó, entre otras obras, la comedia de Alfonso Paso ¡Cómo está el servicio!; Un espíritu burlón, de Noel Coward, o El cianuro... ¿solo o con leche?.

De su última etapa cinematográfica destacan La duquesa roja, de Francesc Betriu; La gran aventura de Mortadelo y Filemón, de Javier Fesser, y Mortadelo y Filemón. Misión: Salvar la Tierra, de Miguel Bardem.

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