"En Cataluña no se puede aplicar un 155 para ver lo que hacemos al día siguiente”
Fernando Savater | Filósofo
El escritor y profesor, que este jueves recibirá en el Rectorado de la Universidad de Málaga el Premio Libertad 1812, presentó este martes en La Térmica su nuevo libro, ‘La peor parte’

Málaga/La cita tenía este martes en Málaga carácter doble: Fernando Savater (San Sebastián, 1947) acudió a La Térmica para presentar su nuevo (y, según la intención del propio filósofo, último y definitivo) libro, La peor parte (Ariel), una semblanza de Sara Torres Marrero, la mujer con la que compartió 35 años de amor y complicidad hasta su muerte en 2015. Antes, el pensador y profesor, autor de libros como Contra las patrias, Ética para Amador, Política para Amador y la autobiografía Mira por dónde, mantuvo un encuentro con la prensa organizado por el Club Liberal 1812 de Málaga, que mañana jueves entregará a Savater el Premio Libertad 1812 en el Rectorado de la Universidad. Dada la convocatoria de elecciones generales para el próximo domingo, y dado que el fundador de UPyD cierra la lista de Ciudadanos por Madrid, la conversación permitía abrigar orillas bien diversas pero, en todo caso, complementarias.
Con respecto a las elecciones, Fernando Savater se mostraba un tanto reacio a la posibilidad de sorpresa: “Si se presentan los mismos, y votamos lo mismo, ¿por qué tendría que salir una cosa diferente? Lo lógico es esperar que el resultado se parezca mucho al anterior. Habrá quien cambie de opción, pero en el fondo todo esto es bastante irrelevante. Lo que tendrá que cambiar es la actitud de los políticos si se trata de evitar un bloqueo”. En este sentido, el filósofo admitió que Ciudadanos “debería ayudar a la gobernabilidad, eso está claro. Pero no sin condiciones, porque no cualquier gobernabilidad es buena. Dicho esto, una vez que se acepten de manera razonable las propuestas que haga cada uno, lo que hay que hacer es acabar con esta situación de desgobierno. El país no puede aguantar mucho más así, ya sólo en términos de gasto, que es extraordinario”. Con respecto a Pedro Sánchez, Savater señaló que el candidato socialista tiene “una ductilidad amplia. Ahora parece que tiene una postura más firme respecto a Cataluña, que no durará más allá de las elecciones, pero bueno, habrá que aprovechar para intentar alcanzar algún compromiso con él”. Eso sí, preguntado por la posibilidad de que Ciudadanos hubiese contribuido a evitar el bloqueo en la anterior y fallida negociación, recordó que “nadie propuso nada a Ciudadanos. Sánchez invirtió todo el tiempo y el esfuerzo en hablar con Podemos. Si hubiera dedicado lo mismo a hablar con Ciudadanos, a lo mejor habríamos tenido un gobierno y no habríamos necesitado estas elecciones. Pero no se le ocurrió hacerlo. Únicamente vino a decir ‘ustedes apóyenme que, si no, me voy con Torra’. Y, hombre, eso no tiene que digamos mucho sentido. A todos nos gustaría tener buenos políticos, o serlo nosotros, pero tenemos lo que tenemos y somos lo que somos”.
De paso, correspondía preguntar a Savater por una posible solución para la situación política en Cataluña, y el escritor optó por el pragmatismo: “Lo que pasa ahora se veía venir desde hace mucho. Yo tuve mis primeras polémicas cuando Maragall era alcalde, a comienzos de los 80. Porque todo empezó cuando llegaron Pujol y la inmersión lingüística. Entonces, casi 16.000 maestros se tuvieron que ir de Cataluña porque no hablaban catalán y fueron sustituidos por otros que venían no sólo con el catalán, sino con la identidad nacionalista. Pues bien, ya que hablamos de algo que se remonta a los años 80, está claro que esto no lo vamos a arreglar de aquí al día 10. Hace falta una labor de recuperación del espacio patriótico español que va a ser muy larga. No se puede hacer un 155 una tarde para ver lo que hacemos al día siguiente. Lo que hay que afrontar es una tarea de fondo, en la enseñanza, en los medios de comunicación y en la misma política”.
En cuanto a La peor parte, y en un providencial cambio de tercio, lo primero que señala Savater es que escribir este libro fue un ejercicio “duro, tanto que yo suelo tardar cuatro o cinco meses en escribir un libro y éste me ha costado cuatro años. El libro no trata de mi sufrimiento, habla de ella [en referencia a Sara Torres], entre otras cosas porque no creo que mi estado de ánimo le importe mucho a la gente. Ha sido un proceso difícil, sobre todo por tener que volver a ciertas cosas dolorosas a las que además ahora tengo que volver casi a diario con la gira de presentaciones. Pero escribiendo este libro he aprendido algo sorprendente: por lo general se piensa que el deseo de morir y el deseo de vivir son vasos comunicantes, de modo que si sube uno el otro baja, y viceversa. Sin embargo, me he dado cuenta de que pueden descender mucho las ganas de vivir sin tener más ganas de morir”. Y, en este sentido, defiende Savater la muerte como materia filosófica en primera instancia, algo que ya ha sostenido intelectualmente con otras obras: “Cuando hice aquel libro de introducción a la Filosofía, Las preguntas de la vida, que estaba pensado para jóvenes, dediqué el primer capítulo a la muerte, porque es el primer fenómeno que nos invita a pensar. Aquello despertó cierto rechazo, también entre los profesores, que pensaban que empezar a abordar la Filosofía desde la muerte no era lo más oportuno, aunque resultó que a muchos jóvenes sí que les gustó la idea. Los filósofos antiguos disertaban sobre las cosas eternas, pero yo siempre he echado de menos más atención desde la Filosofía a la muerte. Hasta que no aparece el existencialismo, no se introducen las primeras nociones relativas a la fragilidad y la debilidad humana en la Filosofía. Y eso siempre me ha parecido una paradoja. Luego, claro, hay acontecimientos que te ponen frente a la muerte de manera mucho más desnuda. En esto, últimamente he hecho un master”.
Preguntado por si escribiría hoy tal cual lo hizo en su momento un libro tan divulgado y leído como Política para Amador, Savater recuerda que esta obra “no aborda cuestiones concretas. Preferí escribir sobre la necesidad de reflexionar acerca de la ética y la política, sin dar soluciones, simplemente afirmando por qué es importante que pensemos sobre esto. Por eso, salvo algunos nombres propios, muy pocos, estos libros apenas han cambiado en las sucesivas ediciones”. Y, en este sentido, rechaza cualquier tipo de apreciación cercana a la frustración cuando habla sobre los años de militancia antifranquista que incluso le llevaron a prisión, antes de que ETA le condenara a una pena no menor: “Nunca me hice grandes ilusiones. Decidí que había que hacer algunas cosas simplemente porque uno no puede vivir como un esclavo, nada más que eso. Desde mi época militante he sido un guerrero, pero no un soldado. La diferencia entre los dos es que los soldados aman la victoria, pero los guerreros amamos la batalla. Lo que me gusta es meterme en las broncas. Como decía Napoleón sobre las batallas, primero uno se mete y luego ya se verá cómo salimos. Nunca he señalado objetivos que hubiera que conquistar, ni he pensado que hubiera que llegar a esto o a aquello. De todas formas, nunca pensé, cuando tenía 18 o 19 años, que íbamos a estar tan bien”.
¿Será entonces La peor parte, donde se dan la mano amor y activismo político, su último libro? “Sí. Pero no pasa nada.El mundo está lleno de libros por leer”.
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