Cultura

Gray: al final de la escapada

Gray, como buen autor, reincide en el mismo tema: siempre la misma película, pero distinta. En Two lovers -como en Little Odessa, The Yards o La noche es nuestra- de nuevo nos encontramos al hombre ante dos fuerzas, el imán familiar y de lo consuetudinario por un lado; por otro el sueño, la posibilidad de aprovechar la virtualidad y abrazar una vida sin amarras. Joaquin Phoenix es aquí ese hombre en la encrucijada, tipo melancólico y sobreprotegido al que los suyos le tienen preparado un plan de futuro -su siempre pospuesta consolidación laboral y afectiva- a través del enlace con una chica joven y guapa, el mejor partido posible. En la hoja de ruta se cuela, sin embargo, otro modelo de mujer, más bien del régimen nocturno, de la que el eterno adolescente se enamora como en los cuentos góticos alguien caía prendado de un reflejo o un autómata. Se trata, aquí también, de un problema de percepción, de saber ver y descifrar lo que nos rodea.

Gray, director cinéfilo, es de los que dan muestras de poseer una amplia cultura audiovisual cuando le asaltan los periodistas. Una de sus cualidades, sin embargo, es la de filtrar con ligereza el peso de la tradición europea y norteamericana en su celuloide. Son las suyas tragedias de cine y, aunque en Two lovers sea imposible negar la importancia de un clásico literario de Dostoievski (Noches blancas, de la que en su día tiraron Visconti o el Bresson de Cuatro noches de un soñador), lo que más se escucha de fondo en esta historia de mentiroso autoengañado es el lamento variado del hombre nefasto por antonomasia, el Scottie de Vértigo, atrapado por unas apariencias en las que se deja envolver gustoso pero que se desvanecen cuando hay que actuar. Han pasado las décadas y Scottie, todavía ajeno a la muerte (incapaz de un suicidio drástico), tiene cubiertas las espaldas. Así, tras el fracaso con la mujer del cambio, puede regresar, sin esfuerzo alguno, a la del statu quo, que le espera sin sospechar siquiera la utopía paralela de su futuro esposo. Al final, es esa inefable y ya característica luz familiar de las películas de James Gray, un tono ocre que embalsama los espacios y enmarca a sus moradores, la que se hace con el espectáculo, inaugurando aquí también un nuevo ciclo que, en el fondo y por suerte, se abre a interpretaciones de todo tipo.

Director James Gray. Con Joaquin Phoenix, Gwyneth Paltrow, Vinessa Shaw, Isabella Rossellini, Elias Koteas. Emon.

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