Juan Carlos Mestre viaja en Málaga a la raíz íntima del verso
El último Premio Nacional de Poesía ofreció ayer un recital en el Instituto Municipal del Libro


El Instituto Municipal del Libro de Málaga celebró ayer en el Museo del Patrimonio Municipal la penúltima cita del ciclo de lecturas poéticas La esquina interior (la última tendrá lugar el mes próximo con Pere Gimferrer como protagonista) con el poeta leonés Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, 1957), Premio Nacional de Poesía 2009 por La casa roja. Mestre, cuya participación estuvo precedida por la presentación a cargo de los escritores y editores Diego Medina y Javier La Beira, ofreció un recital en el que repasó parte de su obra publicada y en el que también dio cabida a poemas inéditos. Para su actuación, como es habitual, recurrió al acordeón y a otros instrumentos para ambientar sus versos y dotarlos de cierto mester de juglaría.
Mestre, que conserva una fecunda relación con Málaga, ciudad en la que publicó sus primeros poemas y en la que conoció a su más influyente maestro, Rafael Pérez Estrada, tuvo palabras especiales para este último, al que ha dedicado numerosos escritos. Reinvindicó la capacidad restauradora de la imaginación y revisitó algunos de los lugares comunes de Pérez Estrada ("el poder engendra caballos") en un recital que descendió a los dominios de la emoción. El autor de la Antífona de otoño (que le valió el Premio Adonais), artista plástico igualmente reconocido, pintó con su voz paisajes a través de los cuales "la poesía es, ante todo, una manera de resistencia al mal". Tras la recreación mítica de Historia de la poesía, su actuación concluyó con uno de sus poemas emblemáticos, Cavalo morto, en el que volvió a pronunciar la sentencia: "Cada amor que termina es un cementerio de abrazos".
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