MIB III: Mejor que la segunda, peor que la primera
CRÍTICAS DE CINE


Comedia/ciencia-ficción, EEUU, 2012, 106 min. Dirección: Barry Sonnenfeld. Guión: Etan Cohen. Intérpretes: Will Smith, Tommy Lee Jones, Josh Brolin, Alice Eve, Michael Stuhlbarg, Emma Thompson. Música: Danny Elfman. Fotografía: Bill Pope. Cines: Málaga Nostrum, Vialia, Rosaleda, Plaza Mayor, La Verónica, Al Andalus, Alfil, Miramar, La Cañada, Gran Marbella, Plaza del Mar, Rincón de la Victoria, Ronda, El Ingenio.
Hace quince años Barry Sonnenfeld nos divirtió y entretuvo con la buena idea de adaptar al cine el cómic de Lowell Cunningham Hombres de negro (1997), comedia alienígena de efectos especiales bien aderezada con ironía, humor negro y hasta algún guiño cruelmente relativista. Quince años es mucho tiempo cuando el cine está en fase creativa. Son los que van de la definición del lenguaje cinematográfico -Cabiria o Intolerancia- al cine sonoro, de la Italia de Roma città aperta a la de La dolce vita o de Invasores de Marte a 2001: una odisea del espacio. Procesos de maduración y cambio, de innovaciones técnicas o creaciones visuales. En las fases dormidas del cine, en cambio, quince años no son nada. Y la que vivimos es una fase marmota. Los quince años que han transcurrido entre el primer Hombres de negro y esta tercera entrega no han añadido nada importante, ni técnica ni creativamente, a la película. Es mejor que la segunda, flácido producto estrenado en 2002, pero inferior a la primera.
Es eficaz, aunque poco original, basarse en la idea del viaje atrás en el tiempo a lo Terminator, es decir, para perseguir a un alienígena que pretende matar a uno de los MIB antes de que el cazador de extraterrestres acabe con él. Metida la acción en 1969 -lo que se aprovecha para hacer una elaborada recreación de la estética del momento y algunos chistes con sucesos (la culminación de carrera espacial con el lanzamiento del Apolo XI) o personajes (Andy Warhol) de la época- el guión se esfuerza con moderado éxito por abrir nuevos campos aventureros, cómicos y hasta emocionales -ya se sabe: los secretos del pasado que explican comportamientos en el presente- que añadan valor sentimental a la nueva entrega. El problema es que se nota demasiado que la voluntad comercial de estirar el éxito de la primera entrega -voluntad lógica porque era original, divertida y el público guarda buena memoria de ella- convierte a MIB 3 en una especie de viejo árbol de Navidad que se quiere hacer parecer nuevo cambiándole algunas bolitas. No basta.
Hay un aire de cansancio, de repetición desganada, que parece empapar toda la película, desde la banda sonora de Danny Elfman a las interpretaciones de Tommy Lee Jones y Will Smith. Todo el mundo hace cansinamente de sí mismo. Por eso lo mejor de la película está en lo más nuevo: la caricatura de Tommy Lee Jones joven a cargo de Josh Brolin. Tampoco se pueden pedir peras al olmo. La carrera de Barry Sonnenfeld es un largo declive: espléndido director de fotografía de los Coen en los ochenta pasado a director de algunos éxitos comerciales en los noventa -La familia Adams, Cómo conquistar Hollywood-, alcanzó su cumbre en el 97 con Hombres de negro para después ir cayendo en fracasos y rutinas -Hombres de negro 2, Wild, Wild, West, El gran lío- para dedicarse en estos últimos años a la televisión. MIB 3 no dañará su carrera: es mejor que todos sus largometrajes rodados desde la primera entrega, aunque no añada nada a ella.
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