El poeta Manuel Salinas viste hoy de largo su último libro, 'Viviré del aire'

El autor presenta su obra en el Ateneo junto a Antonio Garrido Moraga y Ángel Idígoras

El poeta Manuel Salinas viste hoy de largo su último libro, 'Viviré del aire'
El poeta Manuel Salinas viste hoy de largo su último libro, 'Viviré del aire'

La vocación poética del malagueño Manuel Salinas es una constante vital en su biografía desde sus primeros inicios. Ya de niño se empeñaba en afirmar que de mayor sería poeta, y cuando su madre le preguntaba de qué pensaba vivir, él respondía: "Viviré del aire". Propios y extraños han empujado desde entonces para hacerle caer del sueño; pero el sueño se ha mantenido intacto, y ahora el poeta publica Viviré del aire, un libro que es, según explica su autor, "una mirada a mi propia vocación poética" y también una respuesta a todos aquellos "que se empeñaban en advertirme de que de los versos nadie puede comer; esto, en realidad, nunca constituyó una preocupación para mí". Esta tarde a las 20:00, Salinas viste de largo esta nueva obra en el Ateneo en buena compañía: el ex director del Instituto Cervantes en Nueva York, Antonio Garrido Moraga, y el dibujante Ángel Idígoras.

La editorial Entre Líneas sirve en bandeja esta colección de medio centenar de poemas breves en los que Salinas da cuenta de su intención literaria más pura. Ya la Poética que oficia de primer poema ofrece argumentos de peso: "La palabra es río / y se demora en el aire como un pájaro. / Aves y peces son de un mismo linaje, / pertenecen a lo hondo. / Ay, y yo sólo miro el agua, el agua / que tiembla. El aire. / En las manos, / el aire". Se hacen presente la luz de Claudio Rodríguez ("Quién recordará que es un don ebrio / el curso callado del arte"), el sesgo unamuniano ("A veces siento que la vida sabe a poco, / que es inconstante, y con un solo verso / otra vez asoma esa antigua fe que me alimenta, / ese aire candeal de tinta malva / del mundo inocente y recién hecho") y la confesión íntima ("¡Qué insensato oficio amar a los pájaros"!). Como apunta Fernando de Villena en el prólogo de Tomás Moreno, "Posee Manuel Salinas la gracia popular de los poetas del 27, pero sus imágenes (...) lo acercan a los mejores de la generación novísima". Hoy, el verso se hace voz.

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