Para que no queden dudas respecto a su intención de mantener el nivel expositivo de los últimos años, el Museo Picasso Málaga anunció ayer (en una rueda de prensa con la presencia del Consejero de Cultura, Miguel Ángel Vázquez) los contenidos de su programa de muestras temporales para 2018; y sí, puede decirse que tras órdagos como el Mural de Jackson Pollock y el festín que supuso Bacon, Freud y la Escuela de Londres, el menú avanzado responde a las expectativas, lo que encaja, por una parte, con la congelación presupuestaria y, por otro, con el sostenimiento de una línea discursiva emprendida con éxito y ahora revalidada. El plato fuerte de esta carta ya se había dado a conocer: la que, bajo el título Warhol. El arte mecánico, reunirá cerca de 400 pinturas, esculturas, dibujos, serigrafías, instalaciones, libros, objetos, diseños de moda y portadas de discos del genio de Pittsburgh del 31 de mayo al 16 de septiembre. La exposición, comisariada por el director del Museo Picasso, José Lebrero, es una coproducción que la pinacoteca ha puesto en marcha con la Obra Social La Caixa y actualmente puede verse, hasta fin de año, en el CaixaForum de Barcelona antes de su traslado a la misma institución en Madrid, previa a su llegada a Málaga; eso sí, en el Picasso, donde ocupará las dos plantas reservadas a exposiciones temporales, los visitantes podrán disfrutar de medio centenar más de obras que en las plazas precedentes.

Precisamente, el Museo Picasso apuesta por otras dos producciones ya enteramente de la casa para completar la programación. Del 13 de febrero al 13 de mayo, como relevo de Las mujeres artistas y el surrealismo, se podrá visitar Y Fellini soñó con Picasso, una exposición "de gabinete", en palabras de Lebrero, que propone un cruce de caminos para el cineasta y el artista, quienes nunca llegaron a conocerse personalmente pero compartieron obsesiones, placeres estéticos (y de otras índoles) y, sobre todo, el máximo aprovechamiento de sus respectivas disciplinas (tanto como de sus propias vidas). La comisaria, Audrey Norcia, ha reunido para la ocasión dibujos, fotografías, películas y otros documentos del director italiano, quien siempre proclamó su admiración por el malagueño; este legado convivirá en la sala con pinturas, esculturas y dibujos de Picasso para un diálogo en torno a la transgresión, la sexualidad, la exaltación, la exuberancia, la metamorfosis y otros motivos comunes, casi en un pantagruélico mano a mano que, sospechamos, habría hecho las delicias de Fellini (queda para la incógnita lo que habría pensado Picasso al respecto).

Después de la retrospectiva de Andy Warhol, del 9 de octubre al 3 de febrero de 2019, el Museo Picasso presentará otra iniciativa de facturación propia y además singularmente personal: Picasso y Andalucía, incluida en el proyecto Picasso Mediterráneo del Museo Picasso de París, constituye la materialización de una idea barruntada desde hace ya varios años por José Lebrero y pondrá al titular del museo en conexión con la tradición artística y arqueológica conservada actualmente en los museos andaluces. Así, la exposición permitirá revisar la obra del malagueño, a través de una selección de pinturas y esculturas (entre ellas Almuerzo sobre la hierba, según Manet, el cuadro realizado en 1960 y conservado en el mismo Museo Picasso parisino), a la luz del arte ibérico, la antigüedad clásica, el barroco español o las vanguardias andaluzas (que sí, las hubo) del siglo XX. Para ello, ya han confirmado que cederán obras a la causa el Museo de Málaga, el Museo de Bellas Artes de Sevilla, el Museo Arqueológico de Córdoba y el Museo Íbero de Jaén, entre otros. También en octubre de 2018, el Museo Picasso acogerá el cuarto Congreso Internacional Picasso bajo el lema Picasso y la Historia y con ponentes de varias latitudes. El idilio, pues, continúa.