Novedades y previsiones para una edición al rescate del 'Titanic'

La animación y los directores veteranos a concurso, primeros signos de un posible cambio

Instalación de la improvisada sala de cine, que resultó ser de teatro, ayer, en la calle Larios.
Instalación de la improvisada sala de cine, que resultó ser de teatro, ayer, en la calle Larios.
Pablo Bujalance / Málaga

21 de abril 2012 - 05:00

El Festival de Cine Español de Málaga celebra su decimoquinta edición en una situación sin precedentes para el sector. El número de rodajes en lo que va de año es más de un 50% inferior respecto al mismo plazo de 2011, mientras la taquilla, sin nueva entrega de Torrente a la vista, cae en picado con especial incidencia en las producciones nacionales que sí llegan a estrenarse. Con este panorama, el certamen malagueño se presenta más como una tabla de salvación al rescate de todo un Titanic que hace aguas por todas partes más que como el escaparate novedoso que ha pretendido ser siempre. Y de esta condición, inevitablemente asumida, se deducen algunas novedades destacadas. En primer lugar, en cuanto a la Sección Oficial a concurso, llama la atención la concurrencia de cineastas veteranos y de contrastada trayectoria como Imanol Uribe, que compite con Miel de naranjas; el programa, que siempre había sido defendido por los responsables de la organización del festival como una plataforma para directores noveles, pasa a convertirse en otra cosa, lo que puede obedecer al hecho de que si hasta ahora el mismo no entraba en consideración por directores y productores a la hora de planificar la promoción y la distribución de sus películas, en la actualidad la Biznaga de Oro sí se ve con buenos ojos por una sección del gremio mucho más amplia.

Resulta también significativa la cuota europea de la misma Sección Oficial a través de directores como el danés Henning Carlsen (Memoria de mis putas tristes) y la significativa proyección de Adiós a la reina, de Benoit Jacuot (que inauguró la pasada edición de la Berlinale), como película de clausura. Esta nueva cantera parece ganar terreno a la tradicional galería de realizadores latinoamericanos que encontraban hueco en la Sección Oficial (este año hace lo propio el argentino Daniel Burman con La suerte en tus manos), lo que da cuenta de la orientación y la intención asumidas por el cine español en cuanto a coproducciones. El hermanamiento del Festival de Málaga con el de Montreal, materializado en una nueva sección que proyectará una selección de películas premiadas en el ciclo canadiense (algunas de ellas rodadas en España), refuerza la tesis de que el cine español, y por tanto el Festival de Málaga, buscan fuera lo que no encuentran dentro: apoyos, incentivos, recursos y los mecanismos necesarios para levantar una producción en toda regla.

También la nueva sección Animazine debe entenderse como un empeño en buscar nuevos y firmes aliados fuera de España en virtud de un género, el de animación, que pasa por ser hoy día el más exportable dentro del cine español. Ahora falta por comprobar en qué medida estas tentativas tendrán éxito, tanto en lo que toca a un festival cuya extinción había sido vaticinada por los más agoreros como a un sector industrial, el de cine, con demasiados problemas y pocas soluciones a la vista. Seguiremos pendientes.

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