'Numancia ocupada' | Crítica

Apuntes a la guerra que no acaba

'Numancia ocupada', de Jóvenes Clásicos.

'Numancia ocupada', de Jóvenes Clásicos. / M. H.

Con su versión de Numancia ocupada, el dramaturgo Sergio Rubio regresa al territorio que abordó en aquel recordado Después de Ricardo: si entonces trasladaba el espíritu de la obra de Shakespeare a la invasión de Iraq, ahora parte de Cervantes y Rojas Zorrilla para ahondar en los mecanismos propios de la guerra como razón de Estado y en las razones del poder político para que la sangría no acabe nunca, en un contexto más abierto pero que evoca con fuerza, muro mediante, el interminable conflicto palestino. Ahora, como entonces, trufa Rubio los versos del clásico con referencias directas a la actualidad: buena parte de la comparecencia de prensa que acoge el montaje, por ejemplo, se resuelve con declaraciones extraídas literalmente de otras comparecencias reales que tuvieron lugar en los últimos años. Y conviene destacar la feliz recuperación de los clásicos puestos en juegos: si la Numancia de Cervantes es una referencia bien conocida, aunque escasamente representada, que podamos oír en un escenario los versos de la de Rojas Zorrilla, verdadera incógnita del Siglo de Oro español ahora felizmente resuelta, es todo un acontecimiento. Sergio Rubio trenza verso y prosa con su habitual acierto, mesura y sabiduría a la hora de contar lo que quiere y de ganar la atención del público. El resultado es, sí, mucho más que notable.

Y lo es necesariamente gracias a los Jóvenes Clásicos, que facturan un montaje en ocasiones duro y áspero con eficacia y a favor del espectador. Pedro Hofhuis imprime su particular sello con buen ritmo y certero criterio, especialmente en la multiplicidad de significados de la escenografía, aunque ciertos elementos, como el subrayado musical de algunos diálogos y la imitación de recursos cinematográficos, merezcan un poco más de limpieza, lo que se dará seguro con algo más de rodaje. El reparto, equilibrado y virtuoso, se muestra en estado de gracia. Así se hace el buen teatro. Bravo.

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