Premo Edebé de Literatura Juvenil

Pedro Ramos: "En España se suicidan 4.000 personas al año, esa hecatombe es evitable"

  • El escritor madrileño, residente en Málaga, ha ganado este año el premio Edebé de Literatura Juvenil con su novela 'Un ewok en el jardín'

  • El texto se adentra con valentía en la enfermedad mental y el suicidio en la adolescencia

El escritor Pedro Ramos, premio Edebé de Literatura Juvenil 2022.

El escritor Pedro Ramos, premio Edebé de Literatura Juvenil 2022.

El escritor madrileño Pedro Ramos, residente en la provincia de Málaga desde hace seis años, ganó este 2022 el Premio Edebé de Literatura Juvenil con Un ewok en el jardín. Se trata de una novela de rápida lectura, sin paños calientes ni concesiones, que atrapa al lector desde la primera página y lo engulle en la espiral depresiva de su protagonista, un adolescente con tendencias suicidas. Con valentía, la novela aborda la enfermedad mental en un colectivo tan vulnerable y pretende servir de detonante para abrir un diálogo en el seno educativo y familiar. "Tenemos que luchar contra el silencio", considera el escritor. 

-¿Por qué sumergirse en un tema como la depresión y el suicidio en la adolescencia?

-Yo la novela la escribí hace tiempo, al leer los informes de la Organización Mundial de la Salud de 2019 que decían que el suicidio era la principal causa de muerte no natural entre adolescentes. Creí que era un titular efectista, para llamar la atención. Pero cuando vi el estudio no me lo podía creer. Me puse a investigar, a leer sobre el tema y fui profundizando poco a poco, conociendo casos. En 2021 me sumergí en la escritura, que fue rapidísima y vertiginosa porque, por un lado, sentí que la historia tenía que tirar de ti con mucha fuerza y que, además, no se podía pasar mucho tiempo en ese pozo oscuro con dientes en el que está David, el protagonista. 

-¿Cómo se planteó esta forma tan peculiar de narrar, con un bloque inicial de emails sin contestar, con explicaciones cortas como notas en un diario de los sentimientos del protagonista y, en mitad de eso, la narración hora a hora de un día especial?

-Ya que estaba hablando de algo tan tabú en este país, decidí no sólo arriesgar en el fondo, sino también en la forma. Por eso busqué una estructura que respondiese a cómo funciona la cabeza de David en esta situación. Es una persona que no ve ninguna salida a su situación, está tan deprimido que piensa que mañana no va a salir el sol. Con esa forma de narrar quería buscar esta situación de agobio, de malestar, por eso separo los sentimientos de las acciones, de las peripecias del último día de David.

-Como señala, el suicidio ha sido uno de los grandes tabúes… ¿hay que romper esa barrera y hablar de ello?

-Yo creo que sí, que es necesario hablar de todo, siempre con un mensaje esperanzador. Porque lo que no se nombra no existe y tenemos que luchar contra el silencio. Cuando alguien se suicida cerca de ti, lo normal es que tú también tengas pensamientos suicidas y hay que lidiar con ellos. Ojalá a través de este libro y de otros, de los recursos y medidas que se están tomando, consigamos que estas personas estén armadas contra estos pensamientos y sean capaces de digerirlos, porque así estaremos salvando muchas vidas. Las personas que se suicidan lo hacen porque creen que es lo único que pueden hacer para dejar de sufrir, es una solución definitiva a un problema temporal y esa hecatombe es evitable.

-¿La enfermedad mental en menores es algo bastante preocupante, quizás más ahora que en generaciones anteriores?

-Pues sí, es curioso. Parece que nuestros jóvenes lo tienen todo y que deberían ser los más felices del mundo y, sin embargo, se hacen preguntas que ni siquiera algunos adultos han llegado a plantearse nunca. Quizás también es que ahora se habla más de ello y antes no se hablaba. El estigma se da mucho más entre adultos que entre jóvenes. Es más fácil oírlos hablar de sus problemas mentales, de sus “ralladas”, que a los mayores.

-¿Le gustaría, como dice la editorial, que su novela fuera un detonante para hablar entre jóvenes, padres y educadores?

-Sí, claro. La palabra es una herramienta fundamental para los humanos. Ojalá trascendiera el ámbito de los institutos para llegar a las familias y fuera en ellas donde también se comentara, que padres y madres junto a sus hijos leyeran este libro y hablaran sobre los personajes. Se podrían hacer club de lecturas en los institutos, para abordar el tema y transmitir siempre que hay esperanza.

-Es importante trasladar un mensaje esperanzador...

-Sí, mucho. Hay que decirles que si te levantas de la cama y consigues salir del sofá, por poco que te lo curres, es fácil que encuentres Un ewok en el jardín.

-¿El título es la metáfora de que hay una salida?

-Exacto, para mí el ewok es la esperanza, lo inesperado, aquello con lo que la vida te va a sorprender, porque la vida lo hace cada día. Lo que pasa es que estamos tan ocupados mirando el suelo o haciendo multitud de tareas que no nos llevan a ningún sitio que no dejamos que la vida nos sorprenda.

-¿Por qué cree que afecta tanto la enfermedad mental a unos jóvenes que parecen tener cubiertas todas sus necesidades sin mucho problema?

-Qué adolescente no ha tenido una crisis existencial alguna vez... Quizás tienen más medios, una solvencia económica que no teníamos antes, pero no tienen las respuestas a las preguntas y eso es lo que nos genera angustia. A lo mejor los padres están más pendientes de ganar dinero que de cuidar a la familia. También influye el hecho de que hayamos estado más aislados todavía por culpa del coronavirus. Acabamos de salir de una crisis bastante importante y esto psicológicamente ha afectado muchísimo. Han aumentado los problemas de depresión, la salud mental ha empeorado y también las tentativas de suicidio.

-Son cifras escalofriantes

-Lo son. Antes de la pandemia, en España estábamos en unos 100 suicidios consumados en el día, eso son unos 3.600 al año. Ahora estamos cerca de 4.000. Y lo peor de todo es que esto se puede evitar. Y lo segundo es que por cada persona que lo consigue, en su entorno hay muchas personas que van a sufrir ese dolor, esa pérdida. No es una cifra. Esa persona que muere no es un número, es un compañero de trabajo, un padre, un hermano, un amigo, un hijo… ese dolor que se transmite a sus allegados también es un problema de salud de toda la sociedad. Debemos de luchar contra ello y dotar a toda la población de armas para hacer frente a estos problemas de depresión y salud mental que nos minan y nos llevan hacia eso. Y, sobre todo, tenemos que estar atentos a las señales. Porque en las familias más estereotipo, más de serie de televisión, ahí se puede estar gestando una crisis. No nos vamos a librar porque tengamos la vida resuelta. Está muchísimo más cerca de lo que creemos. Un dato a tener en cuenta es que la venta de ansiolíticos en farmacias se ha disparado.

-¿No se imaginaba ganar el Premio Edebé?

-Ni de broma. Solo hay 30 personas que los hayan ganado, el primero fue Ruiz Zafón, también lo ha ganado mi admirado Sierra i Fabra varias veces, César Mallorquí también. Solo llevo cinco años presentándome y en esta edición, cuando menos posibilidad creía que tenía, me lo han dado. Como era una novela que trataba de la salud mental y el suicidio estaba convencido de que no me podían dar el premio Edebé. 

-La acción se desarrolla en Málaga…

-Aunque sea madrileño llevo seis años viviendo en Málaga, desde hace cuatro en Benajarafe. Necesito ubicar las novelas en un espacio que conozca. Héroes, mi novela anterior, está ambientada en la Axarquía. Y esta, sobre todo, en la fábrica de cemento de La Araña. Cuando venimos a Málaga nos gusta ir por la carretera de la costa y juraría haber visto a David caminando por el arcén de esa carretera. Es un escenario que me venía muy bien para contar el drama de este chico.

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