Pérez-Reverte: el 2 de mayo o el origen de 'las dos Españas'
El escritor retrata la decisiva sublevación en su última novela, 'Un día de cólera' (Alfaguara), anticipo al próximo bicentenario


En su nuevo libro, Un día de cólera, el escritor Arturo Pérez-Reverte ha querido "devolver el protagonismo" al pueblo llano de Madrid que participó en la sublevación del 2 de mayo de 1808, un día "admirable y terrible al mismo tiempo" y a partir del cual "comenzaron a perfilarse las dos Españas". "Ese día se dieron cita lo mejor y lo peor que tenía España. Por una parte, el impulso generoso y la solidaridad de la gente, pero también lo más reaccionario, la capacidad de motín irracional y la falta de análisis crítico", aseguró el escritor en una entrevista con motivo de la publicación de este libro por Alfaguara.
A caballo entre la historia novelada y el libro-documento, Un día de cólera traslada al lector al 2 de mayo para hacérselo vivir con sus verdaderos protagonistas: gente del pueblo armada con palos, navajas, hachas, martillos y hoces que se enfrenta al Ejército francés, el más poderoso del mundo, "no por la libertad, la independencia, la cultura o por el final de una monarquía corrupta, sino por cabreo, por irracionalismo". "No es un día de gloria ni de patria, es un día de cólera", subraya Pérez-Reverte. "La gente salió a la calle porque los franceses les habían violentado a las hijas, porque no les pagaban el vino en las tabernas o porque les habían quitado las casas para dárselas a los militares", entre otros motivos. El escritor se decidió a hacer un libro sobre el 2 de mayo porque estaba "harto" de que esa fecha "se haya manipulado hasta la saciedad".
"El franquismo lo adobó con elementos imperiales y vendió una sublevación dirigida por militares heroicos, cuando no fue así. Pero antes la manipularon Fernando VII, los carlistas, la I República, la Restauración, la II República, y ahora, dentro de unos meses, volverán otra vez a la carga", cuando se conmemore el bicentenario de aquella fecha. "Galdós lo había contado ya muy bien, y yo no podía reescribirlo", señala el novelista, que ha intentado darle al libro "ese tono documental, poco implicado en lo emotivo, para que sea el lector el que saque sus conclusiones".
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