Quibla Restaura recupera en la Alhambra artesonados de madera
La empresa malagueña trabaja desde hace un mes en una pieza nazarí, una mudéjar y otra renacentista · Suciedad, xilófagos y pérdidas son algunos de sus problemas
En un monumento tan mayúsculo como la Alhambra granadina las labores de conservación y restauración de piezas son constantes. Dentro de la colección que atesoran sus museos, el bien más importante tras la cerámica es la madera. Este año, dentro del programa anual de rehabilitación que pone en marcha el patronato que gestiona el espacio, la empresa malagueña Quibla Restaura ha sido elegida para limpiar, consolidar y devolver el esplendor a tres artesonados, uno nazarí, uno mudéjar y otro renacentista. Desde hace un mes trabajan en una empresa laboriosa y delicada.
"La restauración lleva un proceso de investigación aparejado y estas piezas serán comparadas", explica María del Mar Villafranca, directora del Patronato y del museo de la Alhambra. "Se intentará hacer una lectura conjunta de la carpintería de lo blanco, que se empleó en estas tres épocas, por ello la intervención no es casual", añade la directora. Estas 25 tablas en las que ya se está actuando fueron en su día retiradas del monumento por su mal estado de conservación, según afirma Villafranca. Desde entonces se guardan en los almacenes del museo.
Para la restauradora Estrella Arcos, miembro de Quibla Restaura, las maderas en general "se encuentran en un estado de conservación muy inestable". Tienen humedades, hongos, xilófagos, roturas y pérdidas, entre sus principales problemas. Todos están pintados y dorados, pero las capas de policromía están muy sucias. Además, la técnica utilizada es el temple, que es muy frágil ante agentes agresivos.
El primer paso es la eliminación de polvo y contaminación biológica, desde arañas a hongos. Tras esta operación, los especialistas harán un sentado de color, inyectando adhesivo y ejerciendo presión para que el color se vuelva a pegar a la madera. Todo tiene que estar bien fijado para poder pasar a la fase tres, la limpieza química, "para que salga a la luz el color original", asegura Arcos. "Además, estamos realizando una desinsectación preventiva, para que cualquier organismo vivo no pueda afectar otra pieza", añade la experta. En algunas piezas se harán reintegraciones y se terminará con la protección con una capa de resina sintética que mantendrá el mayor tiempo posible su nuevo aspecto.
Elisa Quiles es la restauradora que lleva la dirección de obra de este "trabajo complejo". La pieza más antigua que intervendrán es la nazarí, llamada la cocinilla. Por su ubicación, este artesonado "tiene humo pegado en la pintura al temple, por lo que el proceso de limpieza es muy complicado", subraya Quiles, que explica que se tiene que "atrapar la capa de suciedad sin mover el temple, con procesos mecánicos y en seco". Tras esta primera parte, se realizará una limpieza química con algún disolvente volátil que actúe sólo en la superficie.
Las tablas mudéjares tienen problemas estructurales, ya que sufrieron un fuerte ataque de insectos y la madera "tiene muchas galerías, está muy debilitada", considera Quiles. Sin embargo, la labor de limpieza es mucho más fácil que en el ejemplo anterior. Este artesonado contiene restos de papel policromado que se está analizando para saber si pertenecía a la época "o es un apaño posterior, aunque los pigmentos parecen iguales que los realizado en la madera", analiza la restauradora.
El techo renacentista es el que cuenta con un dibujo "más mimado". Además de figuras vegetales policromadas cuenta con pan de oro en rosetones o piñas. Y aunque la estructura "está bien, tiene muchos depósitos de barro y las capas de color están muy levantadas, por lo que hay que hacer antes una fijación de la policromía", comenta Elisa Quiles que, armada de bisturí y pincel, avanza pacientemente para sacarle los colores a la historia.
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