Literatura

Rafael Ballesteros: del verso como amistad

  • El Centro Cultural de la Generación del 27 recoge la última poesía inédita del autor malagueño en ‘Jardín de poco’

El escritor Rafael Ballesteros (Málaga, 1938).

El escritor Rafael Ballesteros (Málaga, 1938). / Málaga Hoy

Después de un silencio meditativo, Rafael Ballesteros (Málaga, 1938) sostiene: “En realidad publiqué mis primeros poemas a una edad tardía. Al menos, a una edad en la que otros poetas han publicado ya libros importantes”. Esto de las edades, claro, tiene su truco, pero lo cierto es que los primeros versos del autor vieron la luz en una antología titulada Doce jóvenes poetas españoles aparecida en la Colección El Bardo en 1967; y dos años después publicó su primer libro por derecho, Las contracifras, bajo el mismo sello. Desde entonces ha corrido medio siglo en el que Ballesteros no ha hecho ascos a la novela ni al teatro, pero la evidencia dice que su principal dedicación literaria ha tenido que ver con la poesía. Casi a modo de celebración de este 50 aniversario, el Centro Cultural de la Generación del 27 acoge este jueves (en un acto en la Sala Isabel Oyarzábal) la presentación de Jardín de poco, un volumen que recoge la poesía inédita del también editor Rafael Ballesteros correspondiente a los últimos años, entre 2010 y 2018. El poeta compartirá así, con la compañía de Manuel Rico, una obra hasta hora invisible que forma ya parte de su legado literario: “Todo cuanto he sido en este tiempo está aquí”, afirma al respecto.

Jardín de poco incluye tres libros escritos en este periodo, “tres libros muy distintos, formal y estructuralmente, en la medida en que los escribí en momentos emocionalmente también muy diferentes”. El último de los tres presta su título al volumen íntegro, Jardín de poco, para cuya edición “el Centro Cultural de la Generación del 27, con su director, José Antonio Mesa Toré, a la cabeza, ha actuado con una generosidad y un mimo ante el que sólo puedo expresar mi agradecimiento”. Preguntado por algún rasgo común que pueda distinguirse en estos tres libros a pesar de su disparidad formal, Ballesteros vuelve a guardar unos segundos de silencio e insiste: “Supongo que yo. Yo soy ese rasgo común. Es cierto que escribo sobre cuestiones muy generales y valores universales, pero lo hago siempre a través de mí, de mi experiencia y mi forma de asimilarla. En cualquier caso, el resto de mi obra poética está ya recogida en dos volúmenes anteriores, salvo los Jacintos, que aunque también son creación poética respiran de otra manera. Faltaba reunir en una sola entrega la poesía de los últimos años, y aquí está. Mi intención es, ante todo, facilitar el acceso a mi obra a cualquier lector interesado. En tres volúmenes están disponibles para quien lo desee todos mis libros”.

El balance que hace Rafael Ballesteros de estos cincuenta años de poesía es inflexible: “Lo que he aprendido de la poesía lo he aprendido de los amigos. De Pérez Estrada, de Campos Reina, de Gabino-Alejandro Carriedo, de Juan Ceyles. Y de muchos otros. Todos ellos me han enseñado lo fundamental en el trabajo del artista, que es la asunción de la mayor responsabilidad y la aplicación del máximo rigor. Los resultados serán como sean, más buenos o más malos. Pero, de entrada, a la hora de escribir lo más importante es la responsabilidad y el rigor en la dedicación”. Ballesteros conduce así la poesía al territorio ejemplar de la amistad, como si el uno fuese trasunto de la otra, como si ambos órdenes se necesitaran mutuamente. En el autor, la poesía se cierne así en carne y hueso, pero sobre todo en afecto. Un afecto a menudo marchito, gris, por cuanto varios de quienes lo compartieron ya no están. Aunque es la misma labranza poética la que los devuelve, de alguna manera, al presente.

"Lo que puedo esperar de la vida, a mi edad, ya es poco. Es así, no hay otra. Pero sigue siendo un jardín"

Así, Jardín de poco es una expresión acuñada por Rafael Ballesteros para definir su posición actual ante la vida: “Lo que puedo esperar ya es poco. Es así, no hay otra. Pero sigue siendo un jardín”. Y acepta el poeta la consideración de que el título, al igual que buena parte de su poesía, exhala matices horacianos, casi frayluisianos. Cuando se le recuerda, de hecho, que Fray Luis recomendaba que los libros, como los amigos, deben ser “pocos y buenos”, Ballesteros asiente: “Los amigos y los libros, los buenos, los de verdad, nos ayudan a vivir con la mayor dignidad. A que el dolor no nos impida seguir viviendo ni darnos a los demás. Siempre he procurado incorporar los valores del estoicismo. Y, conforme pasan los años, cada vez tienen más sentido”. Sigue Ballesteros abriendo hueco diario a la escritura: “No se escribe un poema todos los días, pero siempre puedes corregir, revisar, avanzar. Si pienso en mi vida, todo se resume en lectura, amistad, familia y escritura. Y creo que no está mal”. El abrazo perdura. 

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