Ricardo Darín y Javier Cámara: "amor a primera vista" en 'Truman'

Esa química que Ricardo Darín y Javier Cámara derrochan en Truman, que ayer abrió la carrera por la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, volvió a quedar patente durante la presentación de esta tierna historia sobre la amistad y el respeto a las decisiones ajena que dirige Cesc Gay. Aunque ambos ya habían trabajado con Gay en Una pistola en cada mano, lo hicieron por separado y no se conocieron hasta tiempo después, cuando ya sabían que protagonizarían mano a mano este drama con vetas de humor que recibió muchos y fuertes aplausos tras su proyección. Según Darín, aquello fue "amor a primera vista".

Truman es el perro de Julián (al que da vida el argentino) un actor que malvive en Madrid y un día recibe por sorpresa la visita de su mejor amigo, Tomás (Cámara), desde el otro lado del Atlántico. Muy pronto el espectador se da cuenta de que no se trata de un reecuentro más, sino más bien de una despedida: Julián tiene un cáncer incurable y ha decidido vivir sin tratamiento lo que le queda de vida. "Nos subimos a esta historia casi sin pestañear y sin dudar porque tocó muy íntimamente nuestras fibras", contó un sonriente Darín. "Cuando no mides ninguna de las cosas que los actores miden es porque eso que acabas de leer llegó a un lugar que te hizo decir yo tengo que estar ahí".

Cámara, que el año pasado recogió su primer Goya por Vivir es fácil con los ojos cerrados, tampoco lo dudó. "Es mi tercera película con Cesc, que es alguien que está contando mi generación y el estado vital en este país y en este momento. Y después me dijo que estaba este hombre [Darín] y de repente me pregunté: ¿pero encima me vais a pagar?", bromeó. Esa complicidad y las risas que ambos transmiten fuera de las cámaras es una de las claves para que Truman logre el sutil equilibrio entre drama y comedia que tanto convenció en su pase en el festival.

"Todos estamos caminando hacia la muerte, de una forma u otra, y según cómo nos plantemos frente a ella tendremos la posibilidad de vivirlo mejor, no sólo esa instancia sino nuestra vida. Sin temores", explicó Darín: "Creo que lo más interesante de la historia es hasta qué punto estamos preparados para aceptar una decisión tomada por alguien a quien queremos mucho, pero que no compartimos. Hay que tener mucho coraje y mucha entereza para mirar de cara a la muerte".

Otro nombre propio de la jornada fue el de Fernando Trueba. El director de Belle Époque, por la que ganó en 1993 un Oscar, recogió en el marco del festival el Premio Nacional de Cinematografía 2015 ante la presencia de, entre otras autoridades, el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo. Comenzó el cineasta afirmando que él no era la "la persona indicada" para obtener este reconocimiento. "Y no es por modestia", apuntó Trueba en su regreso a San Sebastián tres años después de ganar la Concha de Plata por El artista y la modelo.

Según Trueba, que acaba de cumplir 60 años, los premios "hacen a la gente más débil, más tonta y más vieja", y por eso le parecen hasta "peligrosos". Pero la palabra que más conflicto le genera del galardón es "Nacional": "Siempre he estado a favor de destruir las fronteras y jamás me he sentido español, ni cinco minutos de mi vida". "Culturalmente no tengo identidad; por mucho que me guste Cervantes, no me gusta más que Shakespeare, Diderot o Balzac, y lo mismo ocurre entre Velázquez y Rembrandt y no digamos en la música", dijo el director, cuya pasión por el jazz es bien conocida.

En su discurso, muy aplaudido, pidió a los políticos y a los gobiernos -"a todos, no a este en concreto"- "libertad y protección, que es lo que un ciudadano pide al Estado". "Muchos ciudadanos se desentienden del Estado porque éste se dedica a controlarte, castigarte y vigilarte, en vez de a defenderte y ayudarte a crear espacios donde la libertad y la creación puedan tener lugar y desarrollarse", dijo.