Werner Herzog se adentra en el cine negro dejando una gris impronta: Bad lieutenant: Port of Call New Orleans, que se estrenó ayer en el Festival de Venecia, no pasa de ser un drama policial de género, cuando las expectativas depositadas en uno de los iconos del cine alemán eran mucho más elevadas. Y la muestra de ello se vio al término de la primera función para la prensa, donde la película tuvo una fría acogida y, sin embargo, en la rueda de prensa tanto el director como los protagonistas, Nicolas Cage y Eva Mendes, fueron ovacionados con verdadero entusiasmo. La primera pregunta que Herzog tuvo que responder en su comparecencia ante la prensa fue directamente sobre la presunta polémica que le enfrenta con el estadounidense Abel Ferrara, molesto porque se hiciera un remake de uno de sus trabajos más celebrados, Bad lieutenant. El director de Aguirre, la cólera de Dios insistió en que no le conoce y en que no ha visto sus películas, pero espera conocerlo pronto y sentarse a conversar con él "con una botella de whisky delante". Tal vez haya ocasión para ese encuentro estos días en Venecia, donde Ferrara muestra el documental Napoli, Napoli, Napoli.

En Bad lieutenant: Port of Call New Orleans, Herzog cambia el siniestro Nueva York de la droga por la Nueva Orleans después del Katrina. Al igual que la original, la película gira en torno a un policía corrupto y drogadicto, al que no le importa infringir la ley para cazar a unos asesinos y se consuela con una prostituta con la que comparte no sólo la coca. "Ella es un alma torturada, una superviente", dijo en rueda de prensa una encantadora Mendes, que tiene pasaporte estadounidense pero en pantalla vende sobre todo su buen hacer y la sensualidad latina de sus orígenes cubanos. La actriz comentó que ni siquiera leyó el guión cuando supo que la película la iba dirigir Herzog y que su entusiasmo aumentó al enterarse de que Nicolas Cage iba a ser su partenaire.