El amor no es sensible

Crítica de Teatro

Una escena de 'Sensible'.
Una escena de 'Sensible'. / Sergio Parra

La ficha

'Sensible' Festival de Teatro. Teatro Cervantes. Fecha: 14 de enero. Dirección: Juan Carlos Rubio. Texto: Juan Carlos Rubio, a partir de la novela de Constance de Salm. Reparto: Kiti Mánver y Chevi Muraday. Aforo: Media entrada.

Una mujer madura, enamorada de un hombre joven y carcomida por los celos. Sensible nos presenta el arquetipo de la mujer noble cuya vida gira entorno a los asuntos del corazón. Y aunque el texto original de Constance de Salm orbita más en el ambiente de Las amistades peligrosas, esta propuesta se enmarca en una época que nos lleva a recordar a las mujeres de Tennessee Williams: una pasión tan desaforada que se zambulle en la locura y que sirve como motor dramático para toda la función.

El texto de Sensible podría caer en la sensiblería. La mujer sensible como tema no es (para mí) especialmente interesante, pero lo que sí eleva la propuesta es la mirada poética de la puesta en escena. Entregados al universo de las pasiones, los elementos se transforman en reflejos de un estado emocional, donde la escenografía se convierte en un delirio giratorio de espejos, relojes, tumbas. La iluminación de Juanjo Llorens es una delicia, con juegos de sombras y recursos fantásticos. Todo ello acompañado de un espacio sonoro elaborado y permanente, donde las palabras de los actores se encabalgan con sus voces-en-off.

En esta apuesta decididamente plástica, se entiende mejor la comunión de dos intérpretes como Kiti Mánver y Chevi Muraday. La primera sostiene el desarrollo narrativo a través del soliloquio de sus cartas, con una entereza y una confianza apabullantes. El segundo crea con su cuerpo un universo poético que transita con deleite por el mundo de lo sensible desde el prisma masculino.

Juan Carlos Rubio aplica así la fórmula que ya vimos en El príncipe de Maquiavelo: un texto clásico no-dramático convertido en pseudo-monólogo, contextualizado en una época de elegancia decadente. Sin embargo, esta vez la fórmula se aleja del realismo con sorprendente acierto. Una grata sorpresa.

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