Baleia 2.0 | Crítica

Ballenas contra la uniformidad

Adriana Rogan, Rocío García, Olga Magaña y Tania Santiago, en el Teatro Echegaray.

Adriana Rogan, Rocío García, Olga Magaña y Tania Santiago, en el Teatro Echegaray. / Daniel Pérez / Teatro Echegaray

Pocas (o ninguna) dudas quedaban respecto a la aportación de Olga Magaña a las artes escénicas, singular, valiente, radical y bien reveladora en cuanto a la feliz superación de los límites artificiales entre el teatro y la danza. De alguna forma, Baleia 2.0 puede considerarse una eficaz declaración de intenciones de su mirada al mundo y su quehacer artístico, a la vez que una precisa síntesis de todo cuanto su trayectoria, fértil y atrevida como pocas, ha alumbrado a base de oficio, exigencia y generosidad. Para ello, se ha aliado con el músico y creador escénico Javier Viana y se ha metido de lleno en un reparto que completan otras tres magníficas intérpretes (Adriana Rogan, Rocío García y Tania Santiago) en una propuesta que, de nuevo, trasciende todo lo consabido respecto al teatro, la danza y la música para crear un mundo artístico propio, donde los lenguajes puestos en juego quedan armonizados con una sutil eficacia, sin alardes ni imposturas autocomplacientes sino con la facilidad del juego y la claridad del agua. Con una preciosa escenografía reconvertida en vestuario y viceversa, donde cada objeto presta un significado siempre sorprendente y cargado de memoria al conjunto, Baleia 2.0 va, sí, de ballenas; o, más bien, de la ballena como figura reivindicada contra la uniformidad de un mundo empeñado en ver a las personas y a su propio medio desde un ángulo cada vez más estrecho. En el litigio de ballenas contra sirenas, Olga Magaña ha compuesto un hermoso canto a la individualidad, a la diferencia, a todo lo contrario a la norma, al derecho a la propia paradoja, a la vida anclada en los márgenes fuera del foco, hasta plantar batalla a cuanto tenga que ver con uniformidad, hegemonía y supremacismo. Todo con la mayor ternura y con un amor de amplio calado al mundo.

Con esta obra, Olga Magaña ha compuesto un hermoso canto a todo lo contrario a la norma

Seguramente, donde tiene esta ballena su mayor acierto es en el humor (con popurrí chirigotero incluido, sí). Baleia 2.0 es un espectáculo bailado, cantado, dicho y armado en primera persona por cuatro artistas que hacen verdadero arte con todo cuanto las aparta del molde ideal de la sirena para quedar reconocidas como ballenas. Y lo hacen, sí, sin miedo a reír, porque la risa mata al miedo. Al mismo tiempo, en su denuncia contra el ánimo aniquilador tanto del océano como de la divergencia, Baleia 2.0 indaga en raíces antiguas, en fuentes tradicionales convenientemente revisadas y transformadas a gusto para anidar en el mejor hueco posible del espectador: su recuerdo. Porque la memoria es un agente esencial en este espectáculo, como testimonio de un mundo amable y digno por el que vale la pena dar la cara, el cuerpo y la palabra. Baleia 2.0 merece pues, larga vida y muchos más públicos en muchos más teatros. Y estas cuatro mujeres de talento extraordinario y coraje a flor de piel, el aplauso más sincero. Si existe una escena capaz de reconfortar, aquí la tienen.

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