Entre bromas y veras


Teatro Cervantes. Fecha: 26 de noviembre. Programa: 'Così fan tutte', de W. A. Mozart. Libreto: Lorenzo Da Ponte. Dirección musical: Lorenzo Ramos. Dirección escénica: Curro Carreres. Solistas: Saioa Hernández (Fiordiligi), Angélica Mansilla (Dorabella), Francisco Corujo (Ferrando), Enrique Sánchez-Ramos (Guglielmo), Sonia de Munck (Despina), Felipe Bou (Don Alfonso). Intérpretes: Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM) y Coro de Ópera de Málaga. Aforo: Unas mil personas (lleno).
El pasado viernes dio comienzo la temporada lírica en el Teatro Cervantes con la representación de Così fan tutte ossia La scuola degli amanti (Así hacen todas o La escuela de los amantes), ópera bufa en dos actos de Wolfgang Amadeus Mozart, que vuelve a representarse esta noche (19:30).
Così fan tutte (1790) es, junto a La nozze di Figaro (1786) y Don Giovanni (1787), la tercera de las óperas italianas que el genio salzburgués escribiera en colaboración con el también excelso y no menos libertino libretista italiano Lorenzo da Ponte. Discutida -¡nada menos que por Beethoven, que la tildó de frívola! o por Wagner, que despreciaba el libreto- y durante largo tiempo relegada, está considerada en nuestros días como una de las obras maestras de la producción operística mozartiana, a la altura de las mencionadas o, incluso, de La flauta mágica (1791).
Bajo la aparente banalidad de este dramma giocoso, Mozart construye una obra de gran calado vital y filosófico. La comicidad del argumento -una apuesta, cuyo objeto es poner a prueba la fidelidad de dos jóvenes mujeres, que, superada la resistencia inicial, acaba en un divertido, pero adúltero al fin y al cabo, intercambio de parejas- contrasta con la veracidad de la música; donde el cinismo gobierna la trama, la autenticidad de los sentimientos de los personajes atraviesa unas melodías de extraordinaria belleza. Y es esa autenticidad la que nos aleja de una interpretación de la obra mozartiana pesimista o desencantada con el hombre, quizás sugerida por la obscena procacidad -¡a su manera, también auténtica!- de los personajes que ya están de vuelta. Al contrario, aconseja un prudente y sano escepticismo, o sea la superación de simplistas idealizaciones adolescentes, y una pizca de hedonismo, que nos reconcilian con la condición humana.
La puesta en escena, dirigida por Curro Carreres, reproduce el Nápoles del siglo XVIII en el que está situada la acción en el libreto original. La previsibilidad y austeridad de la muy correcta dirección escénica son suspendidas con esporádicas incursiones en el patio de butacas, como una suerte de ampliación del escenario. En el plano musical, la equilibrada estructura de la obra se ve reforzada por un notable plantel de solistas muy compensado -del que no puede dejar de destacarse a una sobresaliente Saioa Hernández en el papel de Fiordiligi- y una configuración visual que recrea en todo momento la simetría argumental y musical de la composición.
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