Candela Sierra, Premio Nacional de Cómic 2025: "En Málaga hay de todo lo que puede ofrecer una gran ciudad"

En las páginas de Lo sabes aunque no te lo he dicho Sierra explora las relaciones y la comunicación en la vida contemporánea

La malagueña Candela Sierra, Premio Nacional de Cómic, por sus "historias geniales" llenas de humor

La malagueña Candela Sierra, Premio Nacional de Cómic 2025, posa con su libro.
La malagueña Candela Sierra, Premio Nacional de Cómic 2025, posa con su libro. / M. H.

A punto de perder la llamada más importante de su carrera. Un número desconocido apareció en la pantalla de su móvil y casi descolgó diciendo que "era de la lista Robinson". En lugar de un teleoperador insistente, al otro lado estaba la directora de la Dirección General del Libro. Así, Candela Sierra (Ronda, 1990) se enteró de que el jurado acababa de otorgarle el Premio Nacional de Cómic 2025. "Solo acerté a decir: '¿Pero es verdad?'. Estoy muy emocionada, muy contenta y muy incrédula", admite en una entrevista con este periódico.

El reconocimiento ha llegado de manera inesperada. "Si no me lo esperaba en parte es porque hay mucha obra buena que se publica, no sé qué tiene la mía de diferente, tendría que decirlo el jurado", dice. Su cómic nació de un encargo sencillo: le pidieron para una publicación que estaban haciendo los residentes de aquel momento de la Fundación Antonio Gala que hiciera una pequeña colaboración en la revista. Así le salió la primera historia. Luego pensó que podría hacer una serie.

Las historias se convirtieron en proyecto de libro gracias a las Ayudas Injuve para la Creación Joven. Después conoció a Eloise, su editora de Astiberri, que "le gustó mucho la idea", apostó por el libro y lo hicieron "todavía más serio". En las páginas de Lo sabes aunque no te lo he dicho Sierra explora las relaciones y la comunicación en la vida contemporánea: "A un novio se le deja, pero a un amigo no se le deja, simplemente desapareces, y era la primera vez también que vivía una ruptura de este tipo, lo sufrí y por eso hice esa historia".

De esa experiencia nació una manera de narrar lo cotidiano. "Pequeñas historias de momentos, de relaciones en las que no hace falta conocer mucho más de los personajes", comenta. Según la autora, el lector ve una escena y ya se puede "hacer como la fotografía completa". A la rondeña le interesa lo cotidiano y le parecía un "juego fácil" de ir haciendo poco a poco las historias mientras trabajaba. "Luego se complicó, pero…", confiesa entre risas.

Las redes sociales también están presentes en el cómic. "Soy joven, tampoco tanto, tengo un uso muy boomer de las redes, es como que estoy en una generación atrasada", piensa. En el libro refleja esa capacidad de "ensimismamiento", la "incapacidad que tenemos últimamente" para escuchar o para ver lo que está pasando en nuestro alrededor, "aunque nos estén hablando directamente". "Creo que el rasgo de personalidad que me interesaba era el individualismo, que está muy relacionado con el narcisismo", sostiene.

El camino hasta el Premio Nacional no ha sido fácil. Sierra estudió Bellas Artes en Granada porque tenía una inclinación hacia lo artístico desde siempre, pero no tenía muy clara la disciplina. Al final, gracias a compañeros que leían cómics, porque ella no creció leyendo cómics, le enseñaron cosas que realmente le "apelaban". "Luego yo fui alumna también de Sergio García, y lo sigo siendo en realidad", comenta. También se formó en la Académie Royale des Beaux-Arts de Bruselas y en la Université Laval de Quebec. Tras dos años en Bruselas vinculada a la educación y el arte, se trasladó a Francia para cursar un máster en bande dessinée en la Escuela Europea Superior de la Imagen de Angoulême (ÉESI).

Su dedicación al cómic se consolidó en un momento muy concreto: la pandemia. "Yo ya hacía algunos trabajos de ilustración y de diseño, porque también trabajé de diseñadora un tiempo en un estudio, que me dio un bagaje también técnico, y me ayudó bastante", relata. A raíz de la covid-19, se decantó por dibujar cómic. Hizo el dossier para el primer libro, Rotunda, y a la vez le pidieron "esta historieta corta" que ahora se ha convertido en Premio Nacional.

A pesar de residir en Madrid, mantiene un vínculo firme con su tierra. "Soy de Ronda, contenta y feliz de serlo", defiende. Sobre Málaga, recuerda que el año pasado se hizo un grupo de "mujeres dibujantes increíbles" en Gráficas!, un encuentro de creadoras y autoras de cómics impulsado por el Centro Andaluz de las Letras. "La sensación era de que se vive muy bien en Málaga ahora y que hay de todo lo que puede ofrecer una gran ciudad, estaría muy bien también que ofrecieran alquileres asequibles para la gente de ahí", resalta.

Sierra compagina su faceta de autora con la docencia. Da clases en "una escuelita muy pequeña", que se llama Escuela Minúscula, y es un lugar que define como "muy bonito" porque estuvo dando clases en Formación Profesional ordinaria. "Ahora que estoy en esta escuela no es agotador porque tengo poquitas clases y las que doy las doy con muchísimas ganas en grupos pequeños, en gente muy diversa", comenta.

Pepa Prieto Puy, Andrés Magán, Martín López Lam, María Meren, Laura Pérez o Camille Banié, cuya obra confiesa que le "hace mucha ilusión", son sus referentes. También destaca al belga Olivier Serraouen, aunque insiste en que la lista es "larga y abierta". Cuando se le plantea que, tras recibir el Premio Nacional de Cómic, ella misma pasa a convertirse en un referente para nuevas generaciones, responde con humildad: "Ay, pues no lo había pensado y no lo quiero pensar, pero espero ayudar, aunque sea de soslayo, a que alguien disfrute de lo que dibuja".

El futuro lo encara con calma y sin presión. "Desde hace tiempo vengo escribiendo el próximo libro, pero bueno, ahora ya también me urge un poco menos, quiero hacerlo bien, quiero disfrutar de este momento", sostiene. Y cuando se le pide que defina su estilo, responde con ironía: "Hago lo que puedo, ese es el titular".

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