Carmen Carnero, la dibujante malagueña que ha conquistado a Marvel con sus diseños

Por las manos de la dibujante malagueña Carmen Carnero han pasado los rostros de Capitán América, Capitana Marvel, Miles Morales o los X-Men. Pero su amor por los cómics no fue algo inmediato, se considera una "lectora tardía": "Empecé bastante tarde a leer cómic, y es verdad que Marvel o DC no eran mis lecturas habituales, fue cuando empecé a trabajar que me metí más a fondo". A sus 43 años, la artista es dibujante exclusiva de Marvel, la élite de los cómics, uno de los referentes de historias de superhéroes.

Desde Málaga hasta la industria norteamericana, la artista compartió su experiencia en el Festival Eñe organizado en La Térmica. "Aunque parezca que no, esto es como cualquier otro trabajo, vas paso a paso, entregas tu porfolio, gusta, te dan series… y a base de trabajar, vas creciendo", explica en una entrevista con este periódico. Según Carnero, cada dibujante esconde detrás una historia distinta, pero "al final todo se resume en trabajar mucho y dedicarle muchas horas".

Recuerda con exactitud el momento en que su nombre apareció en un cómic por primera vez. Aunque no recuerda lo que sintió al verse en los créditos, pero sí la sacudida emocional al encontrar su cómic en la tienda que tanto frecuentaba años atrás, "la de toda la vida". "Me dio un poco de vergüenza porque me estaba viendo todo el mundo, pero fue muy emocionante; en tu tienda de barrio habitual, de repente hay un cómic tuyo y, por supuesto, hace mucha ilusión", relata.

Carnero forma parte desde 2019 de los Stormbreakers de Marvel, una selección de artistas emergentes elegidos por la editorial. "Marvel Nos puso una diana. A nivel de trabajo fue brutal, porque todos los meses teníamos un montón de encargos", comenta la dibujante. Aunque esta mención especial le pilló casi en plena pandemia, la malagueña sostiene que fue "muy enriquecedor a nivel de producción y de visibilidad".

Desde su estudio, Carnero describe el trabajo en Marvel como una maquinaria perfectamente engrasada: "Somos como una cadena de montaje". El editor revisa el guion, se lo pasa, ella es la encargada de hacer los bocetos, dibuja a lápiz, luego le pone tinta, color y, por último, la maquetación, un proceso "muy rápido": "Como un periódico, tiene que estar en imprenta sí o sí. Quizás en editoriales pequeñas se trabaja más relajado, pero aquí la velocidad lo es todo".

La pasión por dibujar le llegó casi por sorpresa a los 17 años. Un amigo dibujaba y tenía cómics en casa: "Me pareció alucinante, nunca pensé que esto podría ser un trabajo, pero fui estudiando, me metí en Bellas Artes y se me abrió un mundo. Soy la oveja negra de la familia, salí artista y voy un poco a contracorriente, pero muy feliz con lo que hago". En cuanto a su método de trabajo en Marvel, investiga los personajes para saber quiénes son y así dibujarlos. "Me gusta ese trabajo previo de investigación", admite.

Ha dibujado a muchos de los grandes personajes del universo Marvel. Y cuando se le pregunta por su favorito, no lo duda, pero tampoco elige: "No puedo decir uno solo. Todos me suponen un reto porque Miles Morales es muy diferente de Capitán América, por ejemplo". Las diferencias son psicológicas, físicas e incluso narrativas. Pero asegura que se "enamora" de cada personaje que dibuja porque pasa "muchas horas con ellos": "Los estudio, los entiendo y no puedo evitarlo".

Y si Marvel le propusiera ambientar una historia en Málaga, también tiene una respuesta sobre qué superhéroe traería a la ciudad. "El que me pongan, lo adapto. A Spiderman igual le costaría por los edificios bajitos, tendría que ir andando por Calle Larios, pero podría funcionar", bromea. Sin embargo, un Capitán América por el Centro histórico "tampoco estaría mal, sería divertido".

La industria del cómic, según cuenta, tiene diferencias marcadas entre Europa y Estados Unidos. "En Europa hay muchísima cultura del cómic, sobre todo en Francia y Bélgica. En España un poquito menos, pero vamos remontando", cuenta. En Estados Unidos es "diferente". Allí "todo es más grande, más rápido". "Aunque parezca que no, el arte es universal, el trabajo es el mismo aquí que allá. Nosotros trabajamos remotamente y no influye tanto de dónde seas", explica.