La ciudad respira en las ondas

Joaquín Palmerola traza en su libro 'Málaga y la radio' una radiografía histórica y sentimental del medio y sus protagonistas

La ciudad respira en las ondas
La ciudad respira en las ondas
Pablo Bujalance / Málaga

02 de octubre 2011 - 05:00

Su defunción ha sido anunciada en más de una ocasión a cuenta de la televisión, el auge de la prensa, internet, la explosión de la portabilidad tecnológica, las redes sociales y otros sucesos relacionados con la comunicación, pero la radio existe. Y existe en Málaga. De hecho, la radio es una realidad en esta urbe desde 1925, lo que da para muchos protagonistas y muchas historias. Las ondas, además, tienen a su favor la capacidad de generar a verdaderos entusiastas del medio: quien ama la radio no se conforma habitualmente con escuchar, sino que participa activamente en sus programas favoritos e indaga con curiosidad en todo lo que sale de su receptor a cada minuto. Uno de estos entusiastas es el periodista malagueño Joaquín Palmerola, quien decidió en su momento abordar el empeño titánico de contar esta historia, con todos sus nombres y apellidos. El resultado es el libro Málaga en la radio. 1925-1985. Ondas históricas (Libros del Extrarradio), que su autor presentará dentro de unos días en la misma capital.

En sus más de 400 páginas, el volumen da cuenta de los proyectos, logros, fracasos y artífices que acontecieron en Málaga mientras se fraguaba la consolidación de la radio no sólo como medio de comunicación, sino como verdadero eje vertebrador de la ciudad. La cantidad de testimonios y anécdotas recogidas, así como la más que generosa colección de fotografías, son abrumadoras. Tras un prólogo en el que el autor repasa de manera ilustrativa y didáctica el panorama previo a la aparición de la radio (con la posición privilegiada de la prensa en la segunda mitad del siglo XIX como prolegómeno incontestable), la historia arranca en marzo de 1925, cuando las incipientes emisoras de Madrid, Sevilla y Barcelona comenzaron a emitir programaciones más o menos estables según los modelos que unos meses antes se habían puesto en marcha en París, Roma y Bruselas. Aquel mismo año nació también la primera emisora malagueña, la EAJ-25, posteriormente bautizada como Radio Málaga e impulsada por Manuel Villota. La sede de la emisora no era otra que el edificio de Correos y Telégrafos (según la tónica habitual de entonces) que se inauguró el 1 de octubre del mismo 1925 en el Paseo del Parque y que hoy acoge el Rectorado de la Universidad. A pesar de todo el entusiasmo y el apoyo de notables como el ingeniero Rafael Benjumea, Conde de Guadalhorce, aquella primera tentativa terminó en fracaso: tras el traslado al Hotel Regina como nuevo centro de operaciones, la imposibilidad de hacer frente a la inversión económica que requería la instalación terminó con el aquel primer sueño esfumado.

La segunda oportunidad para Radio Málaga llegó en 1933 de la mano de la emisora EAJ-9, que tuvo su sede en la calle Lazcano y que perduró durante cuatro años, hasta que la Guerra Civil hizo su sangriento estallido en la ciudad. Málaga asistió entonces al desarrollo de la radio como agente propagandístico: tanto el frente republicano (con la participación muy activa de los comunistas al respecto) como el nacional (que logró transmitir en Málaga los "¡Buenas noches señores!" que Queipo de Llano pronunciaba desde Sevilla) tenían sus emisoras y contribuyeron, aunque no fuera éste su principal objetivo, a consolidar la tecnología necesaria para el futuro de la radio.

Con el franquismo llegó Radio Nacional y con ella las primeras corridas de toros y los primeros partidos de fútbol retransmitidos en Málaga por Matías Prats, así como los primeros intentos por parte de la Iglesia de participar directamente en la producción de contenidos. Después llegaron Radio Peninsular, Radio Juventud, la SER (que llegó a Málaga con un notable retraso respecto al resto de España, lo que arrebató a la ciudad la posibilidad de disfrutar con Bobby Deglané y José Luis Pécker durante largo tiempo), Radio Popular y las emisoras provinciales. Todo un universo en las ondas que hizo de Málaga más ciudad.

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