"Es una pena, pero también un clásico, que sólo ganen dinero los peores grupos"
Pablo Peña. Integrante de Pony Bravo
La gran esperanza (¿blanca?) del actual panorama independiente abrirá mañana a las 21:00 la nueva edición del Ciclo Pop-Rock del Teatro Cánovas, un certamen que regresa después de un año en el limbo
El lanzamiento de Si bajo de espalda no me da miedo (El Rancho, 2008) significó la puesta de largo de esta banda sevillana, que se ganó a la crítica y al público con una fórmula en la que se encuentran el rock andaluz, el reggae jamaicano, la lírica afilada de Tom Waits, el kraut rock de Can y otras muchas hierbas. Desde entonces han llevado su directo, colorido e imaginativo como pocos, desde Madrid a El Cairo pasando por Budapest. Pablo Peña toca la guitarra y responde.
-¿Va a reafirmar su segundo disco lo que apuntó el primero, o irá por otros derroteros?
-Si todo va bien esperamos que el disco esté en la calle a final de mes en formato digital para descargar gratuitamente, como manda el Creative Commons, y luego irán llegando los siguientes formatos (CD, vinilo). Lo subiremos a nuestra web y a nuestro myspace como hemos hecho hasta ahora. Yo creo que se mantienen algunas cosas del disco anterior, algunas especias se repiten pero probamos recetas nuevas. Hemos trabajado más sobre improvisaciones, todos hemos aportado cosas; ha participado la gente de Za! y Fran Torres ha puesto su voz para una canción. La producción la ha hecho de nuevo Raúl Pérez y a diferencia del anterior las letras de este son todas en castellano.
-Desde que empezaron a tener proyección se les identificó, además de con otras cosas, con el rock andaluz. ¿Están a gusto con la etiqueta?
-No es algo a lo que demos demasiada importancia, aunque las etiquetas nos parecen un poco peligrosas porque crean prejuicios, sobre todo para la gente que no te ha escuchado. Son algo tan subjetivo y hay tal cantidad que no creo que sirvan para mucho, al final cada uno decide a qué le suena algo por sus propios referentes y por la música que ha escuchado. Pero supongo que para tener ordenados los discos pueden valer.
-En las informaciones y promos que se pueden encontrar en internet sobre ustedes hay listados de influencias en los que aparecen, entre otros, Joy Division, Nina Simone, Manolo Caracol, Mahmoud Ahmed, Bob Dylan y Triana. ¿Esto es cachondeo o es postmodernidad?
-Si te dedicas a hacer música y te pones a investigar con la cabeza abierta es inevitable que empiecen a influirte cosas muy diferentes, porque hay cosas increíbles en muchos géneros. Al mismo tiempo no podemos obviar nuestro entorno mas cercano y localista que vemos todos los días: sería absurdo pretender ser un grupo de Manchester o Nueva York, por eso también nos influyen músicos como Silvio y Triana, o artistas como Israel Galván, Miguel Brieva y Fernando Mansilla, no ya sólo en lo musical sino en la forma de hablar de las cosas o trabajar conceptos. Realmente ésas son nuestras influencias, la música que oímos; otro asunto es que consigamos que se refleje, claro.
-Si digo fusión...
-El término fusión se ha ensuciado con los años, no se sabe bien a qué se refiere. En nuestro caso entendemos la fusión como algo natural en la historia de la música: géneros como el reggae, el flamenco y el hip-hop podrían llamarse también fusión. Es cuestión de etiquetas de nuevo.
-En internet hay también vídeos de sus actuaciones en las que proyectan imágenes de ustedes mismos tocando. Eso me recuerda bastante a Pink Floyd en la época de Ummagumma, ¿van por ahí los tiros?
-No, lo siento, la verdad es que no nos gusta especialmente Pink Floyd. El vídeo del que hablas fue una actuación en la que fallaron las proyecciones que llevábamos y decidimos proyectar lo que sucedía en el escenario a fin de que el público tuviera más detalles, pero fue algo puntual que no hemos vuelto a hacer.
-Con la productora El Rancho Pony Bravo se ha convertido en modelo de autogestión ya desde el primer disco. ¿Cualquier músico que pretenda asomar hoy un poco la nariz tiene que ser también empresario?
-Históricamente los músicos siempre han dado la imagen de bohemios atormentados, personas sensibles o directamente yonquis a las que hay que cuidar y tener entre algodones y hacérselo todo para que sólo se preocupen de producir, mientras el empresario listillo de turno es el que se lo lleva calentito. Esta situación es asquerosa y tiene que terminarse ya de una vez, los propios músicos deberían estar indignados y ponerse las pilas para cambiarlo, porque es una pena que sólo ganen dinero los peores grupos. Pero bueno, esto es un clásico realmente. De todas formas, no hay una fórmula concreta, hay grupos que trabajan con otros sellos y les va bien, es cuestión de gustos y de si quieres ganar solamente dinero o si quieres hacer algo más.
-En Pony Bravo hay mucho sentido del humor. ¿Es una cuestión naïf o simplemente una postura pop, en plan The Beatles dirigidos por Richard Lester?
-No hay nada de naïf, pero sí de buscar el sentido del humor. La orientación pop como tal es verdad, aunque no nos gusta nada el pop como género, que suele ser bastante frívolo para nuestro gusto y muy pobre musicalmente. Preferimos grupos de rock como Devo, Captain Beefheart, Derribos Arias o Talking Heads, que hicieron una música muy interesante y divertida a la vez.
-Ahora que cada vez menos gente compra discos, algunas bandas tradicionalmente ligadas al panorama independiente como Los Planetas están llegando a las listas de éxitos. ¿Eso es un peligro, o una oportunidad?
-Como sello discográfico, de momento sólo podemos autoeditarnos y con dificultades. Llevamos poco tiempo y aún estamos aprendiendo cómo funciona esto. Las listas de ventas son algo que ni nos va ni nos viene, la gran mayoría de los grupos independientes nos centramos en los conciertos como forma de subsistencia y en nuestro caso también procuramos asociarnos para cosas concretas con otros sellos pequeños o productoras, aparte de trabajar con una serie de colaboradores habituales. Con respecto a la venta de discos actualmente nos interesa más, por ejemplo, editar una tirada de vinilo (ademas del CD, claro) y tratar de venderlo en los conciertos y en tiendas con las que tenemos un trato directo. Así es como trabajamos, y poco a poco parece que vamos consolidando nuestra forma de hacerlo. Tienes razón en que últimamente parece que lo que se llama música independiente se está dejando llevar por la fórmulas, y eso es algo que no favorece nada a la creación ni a la evolución en la música; pero también por esto mismo está generándose un movimiento underground de grupos, fanzines y sobre todo un público más exigente y con ganas de hacer cosas nuevas y dar caña. Esperemos que éste siga creciendo.
-Kiko Veneno decía que los grupos españoles que cantan en inglés lo hacen por nihilismo. ¿Ustedes quieren decir algo, sea en el idioma que sea?
-Creo que tiene mucha razón. No somos muy radicales con este tema, de hecho hemos compuesto cosas en inglés, pero para poder hablar de lo que te interesa y poder comunicarlo de la mejor manera que puedas tienes que hacerlo en el idioma que mejor manejes, y ninguno de nosotros ha nacido en Wichita o Arkansas. La verdad, es un poco ridículo intentar ser de donde no se es.
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