Ni contigo ni sin ti
Comedia dramática, Argentina, 2010, 105 min. Dirección y guión: Daniel Burman. Fotografía: Hugo Colace. Música: Nico Cota. Intérpretes: Antonio Gasalla, Graciela Borges, Elena Lucena, Rita Cortese, Omar Núñez. Cine: Alameda.
Daniel Burman parece haber dado con la fórmula para ocupar un lugar de privilegio en el cine argentino contemporáneo e incluso la posibilidad de que sus películas circulen con regularidad por los mercados internacionales. Se trata de un cine de historias y personajes cercanos con los que el espectador de clase media puede identificarse fácilmente, un cine discreto y, si quieren, de correcta factura, que se hace fuerte en su capacidad para trasladar cierta realidad a los esquemas y tipos de la comedia agridulce o el drama con pinceladas cómicas, como prefieran, y en el que, por encima de cuestiones de carácter formal o narrativo, acaba primando siempre el trabajo de la escritura y, muy especialmente, el de sus intérpretes.
Dos hermanos ofrece una nueva variante de las relaciones familiares que, desde los días de Esperando el Mesías hasta El nido vacío, han ocupado siempre el centro de interés de sus argumentos. Tras la muerte de su anciana madre, dos hermanos solterones de cierta edad y caracteres opuestos se enfrentan cara a cara a su propia y viciada relación, marcada por la vigilancia mutua y una concepción del cariño y la protección enturbiada por los celos, las envidias, la dependencia y el miedo a la soledad.
Con la impagable complicidad de Graciela Borges y Antonio Casalla, Burman construye dos personajes creíbles en su ambigüedad, en su fragilidad (él) y en su perfil más amargado o antipático (ella), confiando la efectividad de su cinta a su capacidad para librar una batalla dialéctica (aquí se habla, y mucho) que sin duda funcionaría a la perfección sobre las tablas de un escenario.
Más allá de su constante toma y daca, verdadero epicentro sísmico del filme, Dos hermanos se adentra en territorios obvios, difusos o redundantes cuando acude a las (obligadas) subtramas de relleno para coger aire y completar el paisaje de fondo, especialmente en aquella en la que Marcos intenta encontrar su lugar en el mundo participando en una obra de teatro aficionado que, casualmente, pone en escena el Edipo Rey de Sófocles.
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