El futuro llegó con El Guincho

La música de El Guincho invita a dejarse llevar. A disfrutar el momento, olvidarse de lo demás y concentrarse en sentirla a flor de piel. La música de El Guincho es una invitación a un mundo de loops, bases, samplers y un sinfín de sonidos electrónicos que salen de máquinas traídas del futuro. O eso parece, salvo que cuando sales a la calle aún sigue siendo 2016. Aunque quizás eso supone que sí, que el futuro ya está aquí. Qué más da.

El artista de Las Palmas de Gran Canaria se trajo su clima en la noche del jueves malagueña, tan tropical como su música. Se citó con Málaga en La Cochera Cabaret, pero la ciudad no apareció. Apenas 50 personas mal contadas, cuatro gatos, unos valientes que gritaron presente cuando El Guincho apareció en el escenario. Es algo que saben bien los programadores de esta la capital de la Costa del Sol y de la cultura: cuando te sales de la sota, el caballo y el rey, probablemente palmes.

Pero al Gran Canario y a su afición nada de eso le importó. El Guincho y su banda arrancaron a toda velocidad, dejando claro que llegaban para disfrutar y hacer bailar. Costó. Suele pasar, pero unos minutos más tarde el público dejaba su timidez a un lado para bailar al ritmo endiablado de Hiperasia (2016), su último disco, Pop Negro (2010), con el que llegó al cielo y Alegranza (2007), con el que sorprendió a todos. Y, mientras, él a lo suyo, subiendo el ritmo con Bombay, Comix, Pizzas o Novias. Canciones que se colaban entre los arabescos de la escenografía montada por Cervezas Alhambra, organizadora del evento.

Pablo Díaz-Reixa Díaz, que así es como se llama El Guincho, es hoy uno de los artistas y productores más respetados del panorama nacional, con gran cartel fuera de las fronteras españolas. Su música parece haber llegado antes de tiempo, como un adelantado genio incomprendido, muy aplaudido en la última edición del Sónar Barcelona. Dijo que no suele bajar al sur desde su residencia en la capital catalana: con esta respuesta de público, probablemente se lo piense la próxima vez. Esperemos que no.