Cultura

La guerra (y la vida) detrás de una cámara

  • El periodista y fotógrafo Gervasio Sánchez estrena una muestra que repasa 25 años de su trabajo a través de un centenar de imágenes

La muestra expuesta en el Archivo Municipal está formada por un centenar de imágenes del periodista.

La muestra expuesta en el Archivo Municipal está formada por un centenar de imágenes del periodista. / r.l.

"Este día murieron cuatro niñas que estaban jugando a la comba". Las palabras de Gervasio Sánchez mientras señala una imagen de un plano contrapicado en el que se ve un charco de sangre, una rosa y una cuerda salen sosegadas, como todo en su discurso. Él es el fotoperiodista que entró en Liberia con los americanos y salió con los rusos. El Premio Nacional de Fotografía 2009 que, sin formación en esta técnica, que puede parecer al mismo tiempo sencilla y compleja, pisó América Latina gracias a los ahorros de años trabajando sirviendo paellas en la playa. Gervario Sánchez (Córdoba, 1959) es, más que nada, los ojos de la guerra. Y de la vida. Dice que su trabajo, fotógrafo y periodista, nace en la cuna y acaba en la tumba. También, que la guerra "es eterna".

Después de cubrir la mayor parte de los conflictos armados de América Latina, las guerras del Golfo y de Bosnia, la desmembración de la Unión Soviética o África, tiene la firme convicción de que "por mucho que evolucionemos, nadie va a crear una vacuna que ponga fin a la violencia y vamos a seguir matándonos con ganas hasta y desde los tiempos inmemoriales".

El porqué no es fácil de explicar y se entrelaza con muchas otras cuestiones que han deambulando por su cabeza mientras paseaba por estos escenarios de terror. A una de ellas, la incógnita que pregunta por quién son los artífices, sí que le ha encontrado una respuesta: "La guerra no la hacen los mostruos, si fuera así acabaría mañana. La hacen personas como nosotros, seres humanos que, cuando todo se desmorona, se convierten en asesinos y deshumanizan a su alrededor. Sea el vecino al que sonreían cada día o el amigo con el que bailaba en las fiestas. Pasa a ser el enemigo".

Su trabajo se expande al antes y al después, porque "los muertos son el menor problema de la guerra, el mayor es lo que queda". El periodista cuenta lo que permanece fuera del encuadre, más allá de lo que ya permanecerá congelado para siempre: cunetas de asesinados en la Guerra Civil española, soldados llorando en Bosnia, un niño inexpresivo portando un kalashnikov. En cada fotografía permanece una historia.

Antología recoge cien de ellas en una muestra que estará abierta hasta el 22 de junio en las salas Mingorance del Archivo Municipal. Divididas de forma cronológica, bajo en objetivo del fotógrafo, se cuenta América Latina, su primera parada; los Balcanes, donde probó el blanco y negro con el que, junto a ese grano inconsciente, empezó a dibujar su estilo, y África, ese lugar que siempre se olvida cuando se habla de los 40 años de paz, que vende poco y mata barato.

También dos de sus proyectos: 'Vidas Minadas', que cuenta el drama de los mutilados, personaliza el dolor con nombres difíciles de pronunciar y fáciles de olvidar, y 'Desaparecidos', donde escarva en lo que queda detrás de la muerte y de la guerra, en el rastro que dejan las historias destruidas. Todas son imágenes que "podrían ser de hoy en día", dice. Historias que cuentan "la endeblez de la vida".

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios