Ismael Rodríguez Lara: "Es un error creer que luchar contra una enfermedad te hace mejor persona"

Entrevista

El escritor malagueño publica su primera novela, 'Lo peor del pasado' (Maclein y Parker), en la que somete a juicio la presunta ejemplaridad de las historias de superación a través de un personaje incapaz de extraer conclusiones positivas del revés al que debe enfrentarse

En la habitación propia de Katherine Mansfield

El escritor Ismael Rodríguez Lara (Málaga, 1982). / Javier Albiñana

Málaga/Si a la literatura se le supone la capacidad de ponerse en el lugar del otro, el caso de Ismael Rodríguez Lara (Málaga, 1982) es de una adscripción radical a esta máxima. En su primera novela, Lo peor del pasado (Maclein y Parker), el joven protagonista sufre exactamente el mismo tipo de cáncer al que Rodríguez Lara, catedrático de Economía de la Universidad de Málaga, tuvo que enfrentarse en su día. Sin embargo, el personaje no extrae de su odisea de intervenciones, tratamientos y encrucijadas emocionales una sola lección positiva ni inspiradora: al contrario, su carácter mezquino, manipulador y egoísta se ve reforzado. El autor, que el año pasado debutó en la poesía con Pasajeros, plantea así un dilema moral con las historias de superación y sus consabidas generalizaciones en el punto de mira. El próximo sábado 31 a las 12:00, Rodríguez Lara presentará Lo peor del pasado en la librería Luces. Y si la buena literatura se caracteriza por su capacidad de incomodar al lector y generar preguntas, aquí la hay a raudales.

Pregunta.¿Ha escrito esta novela con el objetivo de contrariar las historias de superación?

Respuesta.Sí, digamos que es un intento de contrariar la idea de que todo revés nos hace mejores. Porque de hecho esa es la idea que te venden los que no sufren el revés. Cuando te pasa algo así no faltan quienes te indican lo que tienes pensar y qué te puede ayudar, como si hubieran pasado por lo mismo. Para ello puse al protagonista de Lo peor del pasado frente a una adversidad importante. En ese contexto, todo ese discurso sobre la lucha y la superación a él no le sirve de nada. No extrae ninguna conclusión positiva de su enfermedad.

P.¿La enfermedad ajena es un disparador de hipocresía?

R.Más bien, de soluciones fáciles. Es un poco como cuando instruyes a sus hijos en una fe o en una determinada orientación sexual. En esos casos, parece que hay un molde infalible, pero después ese molde no tiene por qué ser el más indicado para tus hijos, con lo que la instrucción puede no haber servido de mucho. En mi caso, cuando contraje la misma enfermedad a la que se enfrenta el personaje todo el mundo me decía que tenía que ser optimista, pero no siempre me apetecía. No estaba dispuesto a hablar sobre la enfermedad a cada rato, ni a hacer humor de la situación. Cuando percibes que la idea que pretenden inculcarte desde fuera sobre lo que te pasa no coincide con lo que estás viviendo, se genera un conflicto. Y entonces, a menudo, no sabes cómo comportarte, cómo responder a los demás.

"Para mí, la enfermedad sí fue una experiencia positiva, pero me apetecía contar la historia de otras personas para las que el revés representa todo lo contrario"

P.¿Calificaría su obra de autoficción, o de ficción a secas?

R.Yo le adjudiqué a mi personaje el mismo tipo de tumor al que me enfrenté yo porque quería que tuviera esa experiencia negativa. Por otra parte, soy algo vago para la documentación, así que hacerlo pasar por lo mismo que yo pasé me facilitaba bastante las cosas. Dicho esto, me gusta mucho cuando los lectores que me conocen me dicen que no me parezco nada a mi personaje, porque la gente que te conoce espera encontrarte en el libro que has escrito. Que no lo haga me satisface mucho. Para mí, la enfermedad sí fue una experiencia positiva, pero me apetecía contar la historia de otras personas para las que la enfermedad representa todo lo contrario. Creo que es bueno que cada uno viva su vida como quiera. Y con la enfermedad sucede lo mismo. Al final, en la novela subyace mi deseo de interpelar al lector en su propia interpretación del libro. Entre otras cosas, Lo peor del pasado es la historia de una amistad cimentada en los libros, y me gusta pensar que los lectores hablarán de este libro, de su lectura propia del libro, con sus amigos.

P.¿Una posible conclusión de Lo peor del pasado es que, frente al carácter moral de las historias de superación, también los enfermos menos inspiradores merecen salir adelante?

R.Eso es. Pensar lo contrario es un error, pero, curiosamente, está muy generalizado. Igual que considerar que el hecho de luchar contra la enfermedad ya te convierte en mejor persona. ¿Acaso la renuncia a la lucha, especialmente cuando no tienes nada que hacer, ya no te hace merecedor de salir adelante? ¿La decisión del paciente debe estar siempre, necesariamente, vinculada al optimismo? De no ser así, ¿ya no valdrá tanto la pena que pueda tener una buena vida? No tengo nada claro que el optimismo sea una condición imprescindible para que tu entorno te considere merecedor de vencer la enfermedad.

P.¿Qué fue lo más difícil del proceso de construcción del protagonista?

R.Necesité tiempo para despegarlo de mí. Tenía claro, como te contaba, que debía pasar por la misma enfermedad a la que me enfrenté yo. Pero, a partir de ahí, él tenía que llevar su propia vida y su propia enfermedad. Y para eso tenía que construir bien sus relaciones familiares y afectivas. En este sentido, para mí el entorno era tanto o más importante que el personaje mismo. Me pareció oportuno, por ejemplo, que tuviera una madre religiosa. Y que, como decía, los libros fuesen importantes en la relación con su mejor amigo. Cuando pasas por una enfermedad así, la respuesta que das a la gente de tu alrededor se convierte en algo delicado, así que ese entorno debía estar muy bien definido.

P.En su novela renuncia a la narración tradicional: Lo peor del pasado es una novela expandida y a la vez fragmentada, con descripciones e información documental fuera de la trama. ¿Cuándo entendió que esta era la mejor forma de contar su historia?

R.Desde el principio tenía claro que quería articular la novela a través de instantes, contados como flashes. Y también tenía claro que quería jugar, explorar, apartarme un poco de la narración tradicional. Pero era la historia la que me lo pedía, en parte porque también quería escribir sobre el proceso de escribir, y el desarrollo en fragmentos me permitía hacerlo con más alcance.

P.¿La metaliteratura estaba entonces en el planteamiento de la novela desde el principio?

R.Sí. Al protagonista le recomiendan que escriba su historia y él responde que no sabe escribir. Pero decide hacerlo y, claro, escribe como puede. Con esta estructura hecha a base de fragmentos quería recrear justamente esto, una escritura difícil, que se va haciendo a trozos. Es como si te recomiendan que cocines y accedes, pero no sabes, con lo que tendrás seguro dudas sobre si poner primero las cebollas o las patatas. Así que lo que haces es explorar y avanzar por ensayo y error, hasta que adquieres cierta técnica. Esa es la exploración que he querido recrear.

P.La música tiene también cierto protagonismo, ¿encontró aquí la mejor solución para que los personajes expresasen sus emociones?

R.Todos los que leemos encontramos en los libros una manera distinta de vivir. Y la música abre esta misma posibilidad a más gente, de una manera menos exigente. Hay mucha gente que no lee, pero es mucho más raro encontrar a gente que no escuche música, aunque sea para acompañarte en las tareas domésticas. Me parece interesante, como autor, la posibilidad de tender puentes hacia esas otras formas de vivir otras vidas distintas de la escritura.

P.¿En qué medida son para usted la poesía y la narrativa dos oficios distintos o dos manifestaciones del mismo?

R.Formalmente son distintos, pero al mismo tiempo forman parte de lo mismo. El punto de partida es siempre una mirada al mundo, y a partir de ahí cada mirada puede plantear distintas soluciones para su materialización en la escritura. Por mi parte, me habría sido imposible escribir Lo peor del pasado si no hubiera escrito y leído poesía anteriormente, porque esta novela requiere una mirada muy cercana a la de la poesía. Es curioso, porque escribí Pasajeros cuando en realidad yo no pretendía escribir un libro de poemas. Pero es ahora, con Lo peor del pasado, cuando le encuentro todo el sentido.

P.¿Y es Lo peor del pasado lo que pretendía cuando empezó a escribirla?

R.Estoy contento. No me ha salido el personaje que pretendía, sencillamente porque el personaje reveló su propia personalidad durante la escritura y ante eso, por mucho que tengas ciertas coordenadas previstas, no hay mucho que hacer. Pero sí, el resultado me deja mucho más contento que la novela que habría escrito de haber mantenido todas las claves iniciales.

"Esa rebeldía, ese querer ser un escritor diferente en cada libro, me estimula mucho"

P.¿Reconoce alguna influencia?

R.No directas. Me gustan muchos escritores, pero no soy capaz de reconocer si me han influido aquí o no. Quizá veo alguna huella de Agustín Fernández Mallo, sobre todo en la hibridación formal. Y a lo mejor algo de autores de autoficción. Pero vaya, es una especulación.

P.¿Baraja ya alguna otra novela que escribir?

R.Me apetece mucho cambiar de registro. Hay algunos lectores que han leído Pasajeros y Lo peor del pasado y me han dicho que parecen escritos por personas distintas, y eso me encanta. Así que me gustaría que mi siguiente novela no se parezca en nada a Lo peor del pasado, que parezca escrita a su vez por otra persona. Y eso atañe no solo a las historias que quiero contar, también a cómo quiero escribirlas, los procedimientos que quiero seguir. De ninguna manera quiero ser siempre el mismo escritor. Te podría decir aquello de que “mi estilo es no tener estilo”, pero es que precisamente me gustan mucho los escritores que rompen continuamente mis expectativas, que me ofrecen cosas del todo distintas de lo que espero. Lo mismo me pasa con los músicos, por cierto. Esa rebeldía, ese querer ser un escritor diferente en cada libro, me estimula mucho.

P.¿Ambiciona escribir sin estilo?

R.Sí. Mira, a mí me gusta mucho el Carnaval. Y, cuando sigues a una agrupación y vas a verla al teatro, cada año te preguntas por cómo van a ir disfrazados, cuál va a ser la apuesta, porque, por lo general, sabes que va a ser algo muy distinto respecto al año anterior. Pues eso justamente me gustaría que pasara con mis libros.

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