EDITORIAL
Toda preparación es poca ante los temporales
José Ignacio Lapido · Compositor, guitarrista y cantante
Nuevo disco, nuevos retos. José Ignacio Lapido, considerado ya desde hace años como uno de los mejores autores de canciones de rock que hay en el país, reconocido por artistas como Manolo García, Miguel Ríos, Eva Amaral o Quique González, pertenece ya a esa serie de músicos intemporales, imprescindibles, necesarios, auténticos. Mañana sale a la venta su nuevo disco, De sombras y sueños, un trabajo meditado, hecho en profundidad y con enorme elegancia. La producción, en esta ocasión, ha corrido a cargo del alemán Paul Grau, que ha conseguido un sonido cristalino y exquisito. Aquí hay un Lapido quizá en más estado puro que nunca. La evolución de un creador incansable.
-¿Por qué 'De sombras y sueños'?
-Se me ocurrió en el último minuto. Supongo que mi cabeza, obligada por las circunstancias, funcionó aleatoriamente y unió dos conceptos que rondan por mis canciones, en este disco y en discos anteriores. He escrito muchas veces sobre el limbo mental que hay entre la realidad y la ensoñación, y también sobre la luz y la oscuridad, en el sentido metafísico, si eso es posible en una canción de rock.
-La imagen de la portada, que tanto se parece a los cuadernos de caligrafía de los niños de los años 60, ¿tiene un sentido especial?
-La idea es de Alfonso Aguilar Perroraro, el diseñador. Yo aprendí a escribir con las cartillas Rubio. La que sirvió de inspiración a la portada era en concreto la nº 13. No sé si alguien aprenderá algo con este disco, tampoco lo pretendo, me conformo con provocar algún emoción positiva, aunque las canciones sean tristes.
-Han colaborado en este trabajo el pasado-presente, como Miguel Ríos, el presente-futuro como Amaral, o el futuro-futuro, como Quique González... ¿Qué esperaba de esas colaboraciones?
-No tenía una idea preconcebida. Sólo sabía que eran músicos de mucho talento y les dije que hicieran lo que les pareciera mejor sintiéndose a gusto. Creo que el resultado es fabuloso. Desde el pedal steel de Quini Almendros en Olvidé decirte que te quiero, a la guitarra de Juan Aguirre en Cansado, y las intervenciones vocales de Miguel, de Eva y de Quique, geniales. Para mí ha sido todo un honor contar con todos ellos.
-Introduce arreglos, colaboraciones ¿Debe desaparecer el mito de que una banda de rock o pop son simplemente dos guitarras, una voz, un bajo y una batería?
-Eso desapareció en el 65 cuando los Beatles metieron una sección de cuerda en Eleanor Rigby. En cualquier caso, el 99 % del disco se ha grabado con los instrumentos clásicos del rock'n'roll: guitarra, bajo, batería, piano y órgano.
-Las letras parecen el diario de un náufrafo, de un perdedor, de alguien vencido por el mundo... ¿Son conscientemente así?
-No me considero un vencido. Creo más bien que soy un luchador que intuye la derrota pero que persevera en el combate, ¿contra qué? No sé… contra la realidad, contra el destino o contra los elementos, como La Armada Invencible, que como todos sabemos acabó en el fondo del mar. Yo sigo a flote, con el agua al cuello, pero a flote.
-¿Por qué es tan complicado componer en castellano con buenas letras?
-Creo que aunque yo hablara en sueco o en arameo me sería igual de complicado acabar la letra de una canción. El rock, por sus patrones rítmicos, es un género que exige concisión en la parte vocal, por eso hay que encontrar la justa medida entre inmediatez y profundidad para que la letra salga airosa. No es tarea sencilla decir cosas interesantes con pocas palabras. A mí, de hecho, me trae por la calle de la amargura.
-Si uno lee traducidas algunas letras de los Beatles o los Rolling Stones, a veces resultan hasta estúpidas ¿Por qué le fascina a los nuevos grupos escribir en inglés?
-No tengo ni idea. El caso es que si miramos las estadísticas del Ministerio de Educación, en España tenemos el nivel más bajo en el aprendizaje de inglés de toda la Unión Europea. ¿Qué clase de inglés cantan nuestros jóvenes? No quiero ni pensarlo. Y permítame una observación: no creo que las letras de los Beatles ni de los Stones sean estúpidas, a mí me gustan mucho, incluso las más simples. En el rock una onomatopeya a priori absurda como awambaboluba-balambambúm puede convertirse en un grito liberador de gran trascendencia social. Es más, creo que el enorme cambio sociológico que hubo en el mundo occidental a partir de los 50 se inició con ese aullido de Little Richards. En cuanto tenga tiempo voy a escribir un ensayo para demostrarlo.
-Parece que el rap está venciendo al rock... ¿A qué cree que se debe?
-Del rap lo desconozco casi todo. Hay muchas cosas en ese género que me echan para atrás… esas letras en plan "yo soy el más chulo del barrio", su estética, esos colgantes enormes de oro, esas gorras al revés, esos pantalones caídos. No sé, me estoy haciendo viejo. Si es verdad, es muy poco épico que el rock esté siendo vencido por algo así. Merecía una derrota más digna.
-Ha sido un gran luchador por los derechos de autor y criticado por quienes piensan que cada cual tiene derecho a bajarse gratis un disco de internet. ¿Qué le diría a quienes se descargan un disco suyo?
-Nada. Es una batalla perdida. El pagar por un disco no entra dentro de los esquemas mentales de las nuevas generaciones. Han iniciado su acercamiento a la música creyendo que eso cae del cielo, y ya no hay forma de convencerlos de lo contrario; qué se le va a hacer. Lo que sí se podría hacer es que pagasen los que se están lucrando con esto, las operadoras de Internet.
-¿Cree que, para sobrevivir en este momento en el mundo de la música, es más ideal el envoltorio que el contenido en sí? ¿Qué es mejor poner un 'pen-drive' en un libro para que la gente lo compre?
-No tengo ni idea de lo que es mejor o peor. Sólo sé que grabar y autoeditar un disco de rock en España es la muestra perfecta de hasta dónde puede llegar el amor al arte.
-Su música ha llegado a cierto perfil de perfección y amargura al estilo de Leonard Cohen o Bob Dylan... ¿Es fruto de una evolución ?
-Siempre han sido fuente de inspiración, sobre todo Dylan, al que considero mi maestro. Lo de "perfección y amargura" suena bien. Puede ser una meta: ser el perfecto amargado. Es broma.
-Parece que en 'De sombras y sueños' las letras han sido escritas antes que la música. ¿Es así?
-No. Las melodías llegaron antes, mucho antes. De hecho las palabras se resistían a aparecer. Yo las llamaba a gritos pero se escondían de mí y daban la callada por respuesta. Esperé en vano durante año y medio. Al final, en los tres meses previos a meterme en el estudio, se apiadaron de mí las musas y fueron apareciendo todas las rimas de golpe. Casi lloro de alegría.
-Es la primera vez que un productor ajeno, Paul Grau, trabaja con usted. ¿Cómo ha sido la experiencia?
-Bien. Hacía muchos años que no trabajaba con un productor, concretamente desde Tormentas imaginarias, el disco de 091 de 1993. A partir de ahí siempre había producido yo mis discos. En esta ocasión quería un cambio y mis músicos me hablaron de este estudio, Gismo 7 en Motril, donde ellos habían grabado con Jean Paul. Creo que Paul ha hecho un buen trabajo; le ha dado otra dimensión sonora a mi música respetando la esencia.
-Hasta el tema 'Lo creas o no' no aparece la agresividad que muchos fans esperan... ¿Por qué tan pocos temas, digamos, agresivos?
-Yo desconozco si lo que esperan mis fans de mí es agresividad. Yo creo que mis seguidores son inteligentes y lo que quieren es oír buenas canciones. Yo intento no defraudar a nadie y pongo el máximo empeño en hacer cada dos años el mejor disco posible.
-Le llaman El Poeta Eléctrico. ¿Cómo se considera usted?
-Como un tipo que toca la guitarra, canta y compone sus propias canciones.
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