La malagueña Elvira Roca rescata a Cornelia, la gran mujer olvidada de Roma, en 'Ingrata patria'
"Tiene tantas facetas interesantes que es verdaderamente sorprendente que nadie se fijara en ella", defiende la autora
La librería Luces de Málaga escribe un nuevo capítulo en su historia: abrirá los domingos este verano

"Roma y Grecia son mi mundo natural", afirma con convicción la escritora malagueña Elvira Roca Barea, que en su novela Ingrata patria se adentra en la vida de Cornelia, hija menor de Escipión el Africano y madre de los hermanos Graco, para narrar los entresijos de la República Romana a través de la mirada de una mujer que fue, según defiende, determinante en su tiempo. "Es un personaje que a mí siempre me ha sorprendido que nadie le prestara atención, fue la primera mujer que mereció una estatua en el Foro de Roma y, sin embargo, la historia la arrinconó", confiesa en una entrevista con este periódico.
La novela, estructurada en forma epistolar, sigue la vida de Cornelia desde su infancia hasta la tragedia política y personal que supuso la muerte de sus hijos, Tiberio y Cayo Graco: "Es la historia de la parte última de la vida de Escipión y de la crisis final de la República". Cornelia y sus hijos están en el centro de esa tormenta, lo comprenden, intentan resolverla, y fracasan. La obra fue presentada ayer en la Librería Luces con Salvador Moreno Peralta como cómplice de la cita.
A pesar de que su fama "traspasó las fronteras del Imperio", Cornelia ha permanecido almacenada en un cajón. "Fue pedida en matrimonio por un faraón de Egipto, lo cual nos dice que era conocida fuera de Roma", subraya la autora. Lamenta que, sin embargo, "se la ha olvidado": "En gran parte porque, como se cuenta en la novela, ella y sus hijos fueron derrotados y la historia oficial los llevó a una zona de penumbra".
Esa injusticia histórica es la que Roca Barea ha querido corregir. Según la también filóloga, Cornelia tenía una cultura "extraordinaria", sabía griego perfectamente, conocía la filosofía y la geometría, tuvo una "influencia política importantísima, fue madre ejemplar y jefa de una gran casa, la de los Antonios". "Tiene tantas facetas interesantes que es verdaderamente sorprendente que nadie se fijara en ella", comparte con sorpresa.
Para ello, recurre a una estructura que bebe del género clásico. La novela epistolar no está de moda, pero a ella le parecía "ideal". "En el mundo clásico era muy usada tanto para cartas filosóficas como familiares, el personaje de Antígona, una esclava griega que está muy romanizada, pero sigue siendo muy griega, me ofrecía la posibilidad de narrar desde dentro y desde fuera", admite.
El contexto histórico que rodea a Cornelia no le resulta ajeno a la autora porque afirma que todas las grandes crisis sociales y políticas "se parecen bastante entre sí": "En ellas las instituciones dejan de cumplir las funciones para las que fueron creadas, se rompen los pactos sociales y la clase dirigente actúa solo en función de sus propios intereses". Para Roca, el punto de no retorno fue el asesinato de Tiberio, ya que "desde ese momento la República ya no tiene vuelta atrás".
Más allá del retrato de una mujer admirable y silenciada en el tiempo, Ingrata patria plantea reflexiones sobre la actualidad. "Alguien dijo que toda novela histórica habla del presente", señala, y añade: "Yo he procurado que esas reflexiones sobre las derivas institucionales estén en los diálogos de Cornelia con sus hijos y con los filósofos que conviven en la casa, ellos intentan comprender el colapso".
Elvira Roca no duda echarse las manos a la cabeza cuando se le plantea que la filología, y las humanidades en conjunto, estén quedando "relegadas": "Desde mi punto de vista, una tragedia es el abandono de las humanidades. No tengo nada claro que una de las razones por las que Occidente atraviesa esta crisis no sea precisamente el haber masacrado las humanidades, que han sido la columna vertebral de nuestra cultura".
Para la autora, la formación clásica es "necesaria desde la enseñanza media": "Son los cimientos, si los quitamos, nos quedamos en el aire. Y eso es lo que está pasando: que estamos en el aire". También sostiene que el resultado de esto es que hoy la mayor parte de la cultura clásica que "cualquier persona medianamente culta puede tener se obtiene por novelas históricas". "Eso me parece horroroso", sentencia.
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