La mirada balompédica de Picasso

El fútbol también suscitó la curiosidad del genio malagueño, que se aproximó, cuando ya era octogenario en su etapa en Cannes, en varias esculturas y litografías a este deporte

Imagen de 'Footballeur' en el National Football Museum de Manchester.
José Manuel Olías Málaga

31 de marzo 2014 - 05:00

En la primera planta del National Football Museum de Manchester, dedicado por entero al balompié, reposa en una iluminada vitrina con una base verde césped una cerámica blanca que simula el movimiento de un futbolista al golpear el balón. Se llama Footballeur (Futbolista), está fechada en 1965 y rubricada por Pablo Ruiz Picasso. ¿Fútbol? ¿Picasso? La conexión del genio malagueño con el deporte más universal no es demasiado conocida, pero existe y se conservan varias pruebas del vínculo.

"A Picasso le interesaba absolutamente todo lo que sucedía a su alrededor, no rechazaba nada de antemano", sostiene el artista malagueño Eugenio Chicano para referir esa aproximación del autor al fútbol, de la que se tiene constancia cuando ya era octogenario, síntoma de una incansable curiosidad e inquietud. Por contextualizar, el primer partido de fútbol del que se tiene constancia en Málaga data de 1904, año en el que ya Picasso había marchado de la Costa del Sol y vivía a caballo entre Barcelona y París.

La cerámica que pone sobre la pista en Manchester está hecha en arcilla, mide 30 centímetros de altura por 24 de anchura y forma parte de una edición limitada y numerada de 50 ejemplares. Estas ediciones las producía el taller Madoura, con permiso y supervisión de Picasso. Madoura estaba en Vallauris, pueblecito del sur de Francia cercano a Cannes donde Picasso trabajó intensamente la cerámica. La que está en Manchester fue comprada en una subasta en Christie's por 40.000 libras (casi 50.000 euros) por Mark Briere-Edney, un inglés empedernido coleccionista de todo lo relacionado con el fútbol radicado en Francia, que cedió la escultura al museo radicado en la ciudad que divide sus pasiones entre el City y el United. Con una base británica y relativamente poco tiempo de vida, pretende convertirse en una referencia para el aficionado al balompié. "Es una increíble pieza artística en todos los sentidos y queremos que sea una referencia, como un icono. Por eso está a la entrada del museo", afirma Kevin Moore, director del centro.

Aunque hay reminiscencias previas del deporte en la obra de Picasso, más recreativas que competitivas, la expansión del fútbol como fenómeno de masas al calor de las competiciones de clubes europeas (creadas en 1955) invita a pensar en un aumento de la repercusión y penetración de este deporte que llamó la atención del genio malagueño. "Picasso disfrutaba de la estética de los movimientos físicos de los atletas más incluso que de la dimensión competitiva del deporte. Estaba fascinado por la belleza del juego. La figura tiene la exuberancia de un bailarín", explica Mike O'Mahony, catedrático de Historia del Arte en la Universidad de Bristol y uno de los mayores especialistas en la relación entre arte y deporte del mundo, con numerosas publicaciones en el ámbito olímpico.

Previamente a esa escultura de cerámica existen varias de chapa recortada, plegada y policramada, fechadas también en 1961 en Cannes, en la que se reconocen los trazos que después tomarían forma en arcilla. Esa aproximación al golpeo del balón se puede observar en el Museo Picasso de París. Ese tratamiento de la chapa, muy minucioso según relata el especialista Lionel Prejger, es constante en esa etapa.

No se queda en la escultura la vinculación probada del fútbol con el malagueño más universal, pero sí se concentra en esa misma época. De 1961 son también cuatro litografías. Una de ellas es un croquis de lo que después se transformaría en escultura. Otras tres, hechas con lápiz a plomo y tizas de color (tamaño de 50x66 centímetros), sugieren con formas similares a la tratada anteriormente la disputa de varios futbolistas por un balón. Una recoge a tres, otra a seis y una más a siete. Esta última tiene fecha del 3 de junio de 1961 y es la más completa. Un balón de color amarillo, trazos verdes que simulan el césped y tres jugadores caracterizados de rojo y cuatro de azul. Fue publicada en el diario Le Patriote de Niza, según la documentación que facilita la Fundación Picasso.

Sólo tres días antes, el 31 de mayo, se disputó en Berna (Suiza) una final de la Copa de Europa entre el Barcelona y el Benfica, ganada por el equipo portugués (3-2). Fue un evento sonado. El equipo catalán golpeó el balón cuatro veces en los postes, entonces cuadrados. Desde ahí se abrió el debate hasta que se hicieron redondos. "No tengo ninguna duda de que Picasso vio ese partido en directo o por las noticias. Creo que sus trabajos son una reacción a ese momento e indica una simpatía por el Barcelona", recalca O'Mahony. Ramón Balius sugiere otra teoría. En 1961 el Mónaco ganó por primera vez el título de Liga y la agitación en la Riviera francesa por ese éxito del equipo del Principado pudo propiciar esa conexión concreta con el fútbol.

Hace 50 años el balompié era un deporte que ya movía masas pero aún no poseía la gigantesca dimensión de ahora. Aunque fuera de manera tangencial, también suscitó la curiosidad de Picasso.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último