Cultura

La mirada indiscreta

  • Carlos Miranda vuelve a echar mano de sus alteridades en JM para husmear en inspiraciones ajenas El barroco de Manuel León se estrena en el CAC 'Adiós' ¿para siempre? en Cruzcampo

UN anónimo Dylan se coló en la casa de Neil Young, el genio canadiense. Quería entrar en su habitación y conocer el color de sus sueños, literalmente. Crónica o paraficción, lo cierto es que la historia contiene el encanto que supone franquear el felpudo de la casa ajena con licencia para mirar. Haciendo uso de esa indiscreta y seductora posibilidad, Carlos Miranda (Málaga, 1971) ha entregado su séptimo capítulo del proyecto The Estate of Anonymous, subtitulado en esta ocasión Stories from homes 3. Nueva colección de pinturas de Carlos Miranda sobre visitas de Polaroid Star. El artista pone en danza a sus dos alteridades: por un lado al artista sin obra, una versión del Michi Panero más andrógino -Anonymous-; por otro a Polaroid Star, enigmática escritora que se escurre en los estudios hogareños de autores y artistas para tomar instantáneas. Como si de un titiritero plástico se tratara, Miranda manipula a sus personajes para elaborar una exposición que puede verse hasta el 17 de enero en la Galería JM (C/ Duquesa de Parcent, 12). Construye una compleja narración que precisa de interpretaciones a diferentes escalas, puesto que se vislumbran varios estratos, empezando por las pinturas de espacios de trabajo -previamente fotografiados- en los que sus ocupantes están a su vez inmersos en una obra determinada (plástica, literaria o teórica; de ahí la importancia del paratexto que explica la tarea precisa del autor invadido). A su vez, estos lienzos están insertados en una obra mural compuesta de viñetas vacías, cuyas líneas los atraviesan diagonalmente, fragmentando los cuadros, sugiriendo más relatos en el interior de cada representación pictórica. La propia galería se transforma, al mismo tiempo, en un espacio intertextual donde la instalación de Miranda hace virtud de la irregularidad arquitectónica del lugar. La narrativa de Stories from homes aprovecha cada recoveco: el descenso a la planta inferior, cameo pictórico donde el creador hace Manifiesto -un estudio dominado por la peor de las pesadillas, en la que la guillotina incontenible desprecia los latidos de la Ilustración-. Así, el artista (Miranda) utiliza la pintura, basada en las fotos previas de su alter ego femenino (Polaroid Star), para dotar de lenguaje al esbozo ideal de Anonymous: el heterónimo sin género.

Si cada individuo, en su casa, es el rey -decía el juez borrachuzo de El sargento negro-, cada autor, en su estudio, es la ley. Una ley paradójicamente caótica, como la del espacio de Rogelio López Cuenca con Ciudad Picasso en proceso -para la galería de Juana de Aizpuru-. O un orden nórdico, perceptible en el refugio maternal donde Erika Pardo Skoug concibe Faluröd, su último proyecto para la muestra colectiva Sirenas (que el pasado verano se expuso en El Palmeral portuario). Miranda da puntadas de eclecticismo sin escatimar en colores vivos, yuxtaponiendo imágenes, tendiendo al postcubismo para poner la lupa en el detalle cotidiano que inspira, alimenta y espolea. Dando a entender ciertos espacios, escaleras desde las que se intuyen estancias cálidas (la de Simone Lucido, por ejemplo). Jugando con los espejos de la casa de Palermo en la que Giulia Ingarao reconstruye el viaje sin retorno de Leonora Carrington. La muestra contiene 13 piezas en las que el artista recurre a la técnica mixta, al collage, para captar los procesos de Juan del Junco, Chema Cobo y Carlo Lauro. Colegas de profesión creativa en el caso de los dos primeros; de esfuerzo crítico, en el caso del segundo. Carlos Miranda revive artísticamente en su ciudad, y extrae una selva del salón de Garriga Vela. Del que Polaroid Star obtiene un documento de pulcritud. Al que Anonymous se acerca para descubrir el escenario de creación de una novela, El cuarto de las estrellas.

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