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SABIDURÍA MÍTICA | DE LIBROS
'Sabiduría mítica'. Liz Greene y Juliet Sharman-Burke. Traducción de Mario Lamberti. Errata Naturae. 392 páginas. 25 euros
Aviso al lector apresurado. Este libro no obedece a ningún Diccionario de mitos escrito para el mero conocimiento con ínfulas. Obedece –y así reza su subtítulo– a “una guía para la vida basada en los grandes mitos universales”. Libros estupendos como los de Robert Graves, Stephen Fry, Margaret Atwood o Carlos García-Gual nos han hecho disfrutar de los arcanos de la mitología. Pero lo que las psicólogas Liz Greene y Juliet Sharman-Burke se han propuesto en Sabiduría mítica es una relectura de los grandes mitos a través de la psicología. Esto es, ¿qué enseñanzas podemos extraer de los mitos para aplicarlos a la existencia de cada uno de nosotros?
Siguiendo, pues, este esquema en cada apartado primero se cuenta la historia de un mito. Después, se presenta una reflexión psicológica que profundiza en su significado para que podamos aplicarla a nuestras vidas. Con este propósito, las autoras han recogido grandes historias y relatos ancestrales tomados de las culturas grecorromana, hebrea, egipcia, nórdica, hindú, nativo americana, celta y maorí. Cada mito es aplicado al largo entretanto de la vida humana, desde el origen a través de las relaciones familiares (padres, madres, hijos) hasta el viaje postrero que llega a destino, donde la parca y la barca de Caronte que a todos nos iguala.
Del mito filial de Tetis y Aquiles, el que abre el libro, se extrae el pertinente comentario que nos lleva a repensar nuestra relación con los hijos. Aquiles, nacido de la inmortal Tetis y del mortal Peleo, fue bañado por su diosa madre en aguas de la laguna Estigia para que adquiriera el don de la inmortalidad. Lo bañó cogiéndolo por un talón, que quedó sin mojar del todo y fue, al cabo, la causa de su muerte en la guerra de Troya (el famoso talón de Aquiles). Sugieren las autoras si no deberíamos dejar que los hijos fueran como Aquiles, libres de todo anhelo opresivo proyectado hacia ellos.
Otras enseñanzas filiales se extraen del mito de Teseo e Hipólito (la rivalidad entre padre e hijo) o, bien entre hermanos, de los mitos de Caín y Abel, Ares y Hefesto y Rómulo y Remo. Sobre la búsqueda del sentido de la existencia, el mito nórdico de Vainamoinen y el talismán nos hace repensar el compromiso respecto a los ideales. Por su parte, los mitos de Narciso y Eco (la tragedia del narcisismo), de Cibeles y Atis (el peligro de lo posesivo) y de Alcestis y Admeto (el amor a los demás más que a uno mismo) agrupan sus historias en el capítulo dedicado al amor y alrededores (pasión y repulsión, fidelidad e infidelidad, lealtad y celos).
La mirada en torno al poder, la codicia y la ambición tendría su anclaje para la vida de cada cual a través, entre otros, de los mitos de Faetón y el carro del sol, el anillo de Polícrates y las tristes riquezas del rey Midas. La separación, como la pérdida y el sufrimiento, igual que el viaje final hacia la muerte, podríamos ajustarlo a nuestras propias cuitas en mitos como los del centauro Quirón, Orfeo y Eurídice, las pruebas de Job, la historia maorí de Maui y la diosa de la muerte o la hindú acerca de Indra y el desfile de las hormigas.
Por todo ello, Sabiduría mítica, espléndidamente editado, demuestra que la mitología no es una gavilla de historias ajadas o aromadas por la mera fantasía concupiscente y sí, en cambio, la fuente y origen de toda psicología.
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