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Los muertos no se tocan, nene, última pieza del tríptico que Rafael Azcona había creado junto a El cochecito y El pisito, ha sobrevivido al mítico guionista del cine español y, dirigida por José Luis García Sánchez inauguró ayer el Festival de Cine Europeo de Sevilla. El ganador del Oso de Oro con Las truchas hace con esta película, que no pudo ser rodada en su momento por la censura, un viaje en el tiempo.
Rodada en blanco y negro, recrea ese alboroto multitudinario de la burguesía provinciana con el que el guionista retrató a una España deprimida pero frenética, con esa "profunda violencia no manifiesta" típica del maestro explicó el director en una entrevista. El universo azconiano tenía un tono "humorístico-crítico que mezclaba sarcasmo y ternura", resume el realizador, quien recrea aquí el Logroño de 1959, donde se crió Azcona y donde el adolescente Fabianito asiste al velatorio de su bisabuelo, un hombre que dilapidó su escasa fortuna comprando un televisor.
Si en Plácido era la Navidad la que originaba la convivencia de las clases sociales, ahora es el rito mortuorio el epicentro de ese caos que deja en evidencia la idiosincrasia de aquella España. Y como entonces, García Sánchez decidió olvidarse del cine en color. "A Franco no me lo imagino nunca en color", justifica vehemente. Los muertos no se tocan, nene es el aperitivo de un certamen en el que se verá en Sevilla la mejor cosecha del cine europeo. Curiosamente, otras dos de las películas más destacadas también serán en blanco y negro: The artist, de Michael Hazanavizius, y The Turin Horse, del húngaro Bela Tarr.
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