La Colección del Museo Ruso de Málaga revive el arte de Anna Pávlova, la bailarina que cruzó fronteras

La exposición se puede visitar hasta mayo de 2026 y reúne cerca de 90 piezas originales

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Exposición 'Anna Pávlova: una vida sin fronteras' en la Colección del Museo Ruso de Málaga.
Exposición 'Anna Pávlova: una vida sin fronteras' en la Colección del Museo Ruso de Málaga. / Javier Albiñana

La Colección del Museo Ruso de Málaga ha inaugurado este martes la exposición Anna Pávlova: Una vida sin fronteras, un homenaje a la mítica bailarina rusa que revolucionó la danza clásica y convirtió el ballet en un lenguaje universal. La muestra reúne cerca de 90 piezas originales, como recortes de prensa y fotografías, que retratan una vida marcada por la entrega, la disciplina y una profunda vocación de traspasar todos los límites geográficos, culturales y artísticos.

Anna Pávlova (1881–1931) se formó en la Escuela Imperial de Ballet de San Petersburgo bajo la tutela de Marius Petipa. Pronto rompió los moldes establecidos gracias a una técnica muy trabajada y una expresividad que conmovió a más de 50 países. Su interpretación de La muerte del cisne, coreografiada por Michel Fokine, la elevó al estatus de leyenda, convirtiéndose en una de las piezas más emblemáticas del repertorio clásico.

En 1910 decidió formar su propia compañía, con la que recorrió más de 40 países y ofreció más de 9.000 funciones. Desde teatros majestuosos hasta improvisados escenarios en plazas de toros, salas comunales o auditorios escolares, Anna llevó el ballet "a donde nunca antes había llegado". En palabras de Dmitry Yusov, comisario de la exposición: "Ella eligió otro camino, podría haberse quedado en Londres, París o Nueva York ganando fortunas, pero eligió compartir el arte con el mundo entero".

La muestra cuenta con materiales procedentes de lugares tan diversos como Australia, Inglaterra, Estados Unidos, México o Japón. Cada pieza narra una historia. El coleccionista ha reunido durante décadas estos objetos únicos, muchos de los cuales han sido difíciles de localizar. "No hay museo en el mundo dedicado a Anna Pávlova, salvo una pequeña sala en una galería en San Petersburgo de unos amigos míos", ha lamentado Yusov.

La relación de Pávlova con España ocupa un lugar especial en la exposición. Visitó ciudades como Madrid y Barcelona, donde se presentó en el Teatro Real y el Gran Teatre del Liceu. Fascinada por el flamenco, llegó a tomar clases e incorporó elementos de la danza española en sus coreografías, como en La noche de España o sus versiones de Carmen. Su vínculo con el país fue tan estrecho que, tras la Primera Guerra Mundial, eligió España como punto de partida para relanzar su carrera europea, actuando en Madrid a finales de 1919.

En una de las vitrinas, se expone un programa firmado por la propia Anna, hallado en una colección privada en Nueva York. También hay imágenes de sus últimas presentaciones, como la del Liceo en enero de 1930, poco antes de su muerte.

Durante la Revolución Rusa ayudó a compañeros de profesión, adoptó niñas huérfanas, fundó escuelas y apoyó con su propio dinero a futuras bailarinas. No tuvo hijos, pero decía que "su único niño era el arte" y su misión era difundirlo por todo el mundo. Ensayaba cada día, incluso en barcos o camerinos improvisados, con una disciplina "dura".

Durante la presentación de la muestra, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, ha recordado que "Pávlova marcó una época y sigue siendo un mito hoy, casi 150 años después de su nacimiento". Según De la Torre, su carrera fue "breve en años, pero inmensa en impacto". Por su parte, Luis Lafuente, director de la Agencia Pública para la Gestión de la Casa Natal de Picasso, ha destacado que esta exposición no solo rinde homenaje, sino que "nos invita a adentrarnos en la historia de una mujer que rompió barreras y unió culturas".

La exhibición estará abierta al público hasta mayo de 2026 y permite descubrir a una artista comprometida en todos los sentidos, que entendió la danza como un vehículo de comunicación y empatía. Pávlova supo hacer del movimiento un idioma universal, sin necesidad de traducción.

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