"La noción 'permanente' es contraria a lo que debe ser un museo hoy día"

Jorge Wagensberg. Físico y escritor

El profesor de la Universidad de Barcelona participa mañana viernes en el Seminario sobre Creatividad e Inclusión Social que empieza hoy en el Museo Picasso Málaga.

El profesor y divulgador científico Jorge Wagensberg (Barcelona, 1948), en una imagen reciente.
Pablo Bujalance / Málaga

06 de noviembre 2014 - 05:00

La historia reciente de la divulgación científica en España habría sido muy distinta sin la figura de Jorge Wagensberg (Barcelona, 1948), profesor, físico, investigador y escritor consagrado a la difusión del conocimiento a través de la docencia, la escritura de numerosos ensayos, la edición (impulsó en los 80 la legendaria colección Metatemas en Tusquets) y, especialmente, la museología (entre 1991 y 2005 dirigió el Museo de la Ciencia de la Fundación La Caixa en Barcelona). Mañana viernes a las 10:00, Wagensberg participará en el Seminario sobre Creatividad e Inclusión Social en el Museo Picasso (que empieza hoy y en el que participan otros expertos como Joan Subirats, Ricardo Iniesta, Belén Sola y Ángel Pérez Gómez) con la ponencia Ciencia, inclusión y creatividad. Su convicción, pasión y claridad (queda para la historia su participación en el debate parlamentario sobre la supresión de las corridas de toros en Cataluña, en 2010, banderilla y estoque en mano) son sus mejores armas.

-¿El camino que conduce desde los museos exclusivos para las élites hasta los que practican la inclusión social ha sido ya culminado, o queda algo pendiente?

-Estamos de acuerdo en que las élites no son buenas. Ahora bien, hay dos maneras de eliminarlas: una es matando a todos quienes forman parte de ellas. Y la otra es, por el contrario, haciendo que todo el mundo forme parte de ellas. Esta segunda opción es la deseable, en cuanto representa la buena alquimia, la que deben asumir los museos. Por eso, el objetivo de los mismos debe ser, siempre, aspirar a una audiencia universal, sin criterios de edad, origen, condición ni geografía. La propia etimología del término museo, que vendría a significar lugar para la inspiración, excluye de hecho cualquier consideración de privilegio.

-¿Están los museos de ciencia puestos al día en cuanto a inclusión social, o les llevan la delantera los museos de arte?

-España es uno de los países líderes de Europa en cuanto a museos de ciencia. El CosmoCaixa de Barcelona es una referencia internacional, pero hay cantidad de centros importantes, desde La Coruña a Málaga. Antes, los museos de ciencia se limitaban a enseñar sus colecciones, pero ahora ofrecen cada vez más actividades ilustrativas acerca de objetos y fenómenos. Se ha avanzado mucho.

-¿Cabe pensar, en cualquier caso, que la exigencia social en cuanto a lo que ofrecen los museos será mayor en el futuro?

-Por supuesto. Pero es que la misma idea de museo cambia de manera muy rápida, y esto tiene que ver con esas exigencias. Antes, por ejemplo, se suponía que las personas que visitaban los museos de ciencia no pisaban jamás un museo de arte, y viceversa. Pero ahora resulta que los mismos que acuden a unos museos acuden a otros y demandan interrelaciones. Por eso es cada vez más frecuente ver obras de arte en exposiciones científicas, y contenidos científicos en muestras artísticas. Es una promiscuidad saludable.

-¿No podría llegar a ser contraproducente o confusa una excesiva injerencia mutua?

-No, en absoluto. Tengo un aforismo sobre la intedisciplinariedad: la naturaleza no tiene ninguna culpa de los órdenes de los estudios académicos. Los museos constituyen la única vía de transmisión basada en la realidad, y la realidad siempre es integradora.

-¿La división entre ciencias y letras, que tanto éxito ha tenido en España, es entonces un enemigo frontal de los museos?

-Para que exista interdisciplinariedad tiene que haber disciplina. El problema llega cuando sus límites son demasiado impermeables. La distinción entre ciencias y letras es un artificio que, ciertamente, ha hecho mucho daño y lo sigue haciendo en nuestras facultades: me cuesta entender que alguien pueda licenciarse en Filosofía sin haber estudiado al menos ciertos contenidos de Física. ¿Qué visión del mundo actual podría ofrecer a Sócrates un filósofo que no supiera cómo funciona un motor?

-En los últimos años los museos han prestado especial atención a la educación con la organización de equipos pedagógicos, pero ¿echa de menos más atención a los museos por parte del curriculum y el sistema educativo?

-La escuela siempre ha tenido el mismo problema: le cuesta mucho ir más allá de las paredes del aula. Sus procesos educativos funcionan mediante la representación de la realidad, a través de los libros, la figura del profesor y otras herramientas. Pero siempre conviene recordar que los mayores estímulos están en la realidad misma, y que los museos constituyen la mejor puerta de acceso a la realidad, porque su empeño es servir para eso. Afortunadamente, todo esto está cambiando y la presencia activa de centros educativos es hoy mayor en centros culturales y museos de ciencia. Yo mismo me propongo a menudo trabajar con mis alumnos fuera de la clase al menos un día a la semana.

-Si los museos aspiran realmente a transmitir la realidad, ¿no representa un problema el carácter tan cambiante del mundo actual? Un plazo de cinco años basta para dejar antiguo cualquier museo que se precie.

-Desde luego. Lo que hoy conocemos como exposiciones permanentes se queda a veces sin modificar en los museos hasta diez años, y eso es insostenible. Una exposición temporal no debería nunca durar más de seis meses, pero es que la mera noción de permanencia es profundamente contraria a lo que debería ser un museo hoy día. En el mundo de los museos existe una frase fatídica: cuando se escucha a alguien decir 'Ese museo ya lo he visto'. Es importante lograr que un museo nunca sea el mismo dos veces, que cada visita sea verdaderamente única.

-Sin embargo, ahora proliferan los llamados contenedores culturales, que cuanto menos evocan una filosofía más estática.

-Sí, es cierto. La verdad es que la expresión no me gusta mucho. Pero lo importante, en todo caso, es que los contenidos cambien al ritmo necesario para seguir siendo fieles a la realidad.

-En cuanto a la divulgación científica, ¿en qué medida vienen sus límites dados por la complejidad de ciertos conceptos científicos? Pienso en el Bosón de Higgs...

-Existe un prejuicio bastante extendido respecto a esta idea, similar al que defienden algunos cuando hablan, por ejemplo, de un genio antimatemático, cosa que no es posible. Cualquier concepto puede ser explicado. Sólo hace falta una cosa: que el responsable de explicarlo lo entienda. Y si además lo explica con gracia, mejor.

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