Probablemente, uno de los mejores libros que nos deparó el año anterior sea éste de Jerry Brotton, donde se nos ofrece no sólo una Historia del mundo a través de doce mapas, sino una historia de la cartografía a través de la Historia mayor del hombre. Bajo el primer aspecto, vemos que la humanidad, desde su albor primero, ha pretendido reflejar y conocer de algún modo las tierras circundantes; por el segundo, sabemos que el modo en que se hizo dependió de numerosos factores: religiosos, técnicos, políticos, científicos... que aún hoy hacen del mapa una herramienta equívoca, subjetiva, susceptible de controversia.

Quiere decirse que en el mapa, aparte la imposible proyección de una superficie cóncava en un plano, se proyectan otras magnitudes de gran importancia estratégica. El mapa es, en buena medida, una apropiación del orbe. Una apropiación de carácter religioso en Babilonia; una expresión de dominio imperial en la China de Kangnido, o una precisa cuadriculación del mundo, desde los mapas de Mercator y Blaeu a la moderna cartografía del África del coronel Holdich. Se comprende así el recelo de unos lugareños cuando, en el XVIII, vieron al joven Goethe dibujando las ruinas de una fortaleza italiana. Aquellos hombres pensaron que el escritor alemán estaba realizando una labor de espionaje, y no le fue fácil persuadirlos de lo contrario. Esta misma vertiente económico-militar, de documentación y búsqueda de recursos, consustancial a los imperios del XVIII/XX, es la que ha impedido que se lleve a cabo, modernamente, el proyecto de un mapa mundial. Mapa que, al margen de estas suspicacias, añade la de la propia óptica desde la que se dibujan. ¿Debe Europa ocupar el centro del planisferio, o quizá el Asia emergente? ¿Y en qué idioma han de nombrarse los ríos y laderas del planeta? Cuando JRJ escribe, referido a otro asunto de menor peligro, "intelijencia, dame el nombre exacto de las cosas", sabe que nombrar es apropiarse profundamente de algo. Ésa y no otra ha sido la función del mapa. Nombrar lo existente y definir, al tiempo, a quienes lo imaginan, lo trazan y lo definen.

Jerry Brotton. Trad. Francisco J. Ramos Mena. Debate. Barcelona, 2014. 608 páginas. 29,90 euros