Orquesta Filarmónica de Málaga

Con la música a esta parte

  • Manuel Hernández Silva volvió a subir a la tarima del Teatro Cervantes ante la OFM, de la que fue titular hasta 2020, como batuta invitada

Manuel Hernández Silva, junto a la Orquesta Filarmónica de Málaga, este jueves, en el Teatro Cervantes.

Manuel Hernández Silva, junto a la Orquesta Filarmónica de Málaga, este jueves, en el Teatro Cervantes. / Marilú Báez (Málaga)

La despedida como director titular de la Orquesta Filarmónica de Málaga de Manuel Hernández Silva (Caracas, 1962) no pudo ser más amarga: la pandemia del coronavirus obligó a suspender en marzo del año pasado la temporada de abono, así como el resto de programas, con lo que nuestro hombre, que dejaba su puesto en junio, asumió la espina que iba a dejarle la imposibilidad de decir adiós a su público en el lugar correspondiente, la tarima del Teatro Cervantes. Fue una situación injusta en la medida en que la huella que Hernández Silva ha dejado en la vida cultural malagueña en general y en la OFM en particular es honda y de largo alcance. Desde su llegada en 2014, la orquesta ganó abonados cada año (tal y como había sucedido anteriormente en la Orquesta de Córdoba con Hernández Silva al frente) y consolidó nuevos públicos en propuestas alternativas como La Filarmónica frente al Mar, en La Térmica, lo que confirmó que el proyecto que traía el director para la agrupación era el que la ciudad necesitaba. Especialmente visible fue su labor en la relación del Teatro Cervantes: bajo su titularidad, la OFM oficializó su vínculo de manera preeminente con el teatro (una cuestión que, inexplicablemente, seguía pendiente desde el debut de la OFM en 1991 en el Cervantes), con lo que diversas citas anuales que antes quedaban en manos de orquestas contratadas (como el tradicional Concierto de Año Nuevo) pasaban a tener en la Filarmónica a su primer protagonista. Hernández Silva llevó a la OFM a los conservatorios profesionales de Málaga y reforzó de manera notable su labor educativa. Tampoco faltaron tragos amargos, como la huelga de músicos, la primera en la historia de la orquesta, a la que el director tuvo que hacer frente en 2019 (“El momento más difícil de toda mi carrera”, afirmó en junio del año pasado); y, sobre todo, el llegar al fin de su labor en Málaga sin ver ni siquiera encauzado el proyecto del Auditorio, que reclamó de manera vehemente en cada ocasión servida. Que quedara esa despedida por formalizar añadió notables dosis de tristeza al varapalo que supuso cancelar la temporada pasada antes de tiempo, y justo por eso esperaba Hernández Silva como agua de mayo su regreso como director invitado a la temporada de abono del Cervantes. Pues bien, el regreso se produjo finalmente este jueves, en el duodécimo programa de la temporada de abono de la OFM, con obras de Brahms y Schumann (dos de los compositores predilectos de Hernández Silva, formado en Viena) y con la violinista Ana María Valderrama como solista. Y sí, la despedida fue emocionante y cálida, muy a pesar del aforo reducido drásticamente a cuenta de las distancias sanitarias: “Habría preferido volver con el teatro lleno, pero lo importante era estar. Mi presencia aquí, de nuevo, es para mí la mejor despedida”, afirmó el director a Málaga Hoy pocas horas antes del concierto, que tendrá este viernes, como es tradicional, su segundo pase.

El maestro dirigió obras de Brahms y Schumann. El maestro dirigió obras de Brahms y Schumann.

El maestro dirigió obras de Brahms y Schumann. / Marilú Báez (Málaga)

Pero las emociones ya venían dándose “desde que puse el pie en Málaga otra vez”, explicó Hernández Silva. El reencuentro con los músicos en la sala de ensayos fue ya “muy cálido, muy cordial y a flor de piel. Los maestros me expresaron su afecto, como siempre. Compartimos seis temporadas, así que es mucho lo que nos une. Para mí es un placer volver a trabajar con ellos, espero que haya más oportunidades en el futuro”. Respecto al futuro, Hernández Silva seguirá siendo hasta el 31 de agosto director titular de la Orquesta Sinfónica de Navarra, cargo que compaginó en sus últimos años en Málaga al frente de la OFM; y, después, trabajará en otros proyectos y como director invitado en orquestas de todo el mundo, pero, tal y como pretendía, sin estar vincular a titularidad alguna: “Recientemente me llegó una oferta muy, muy interesante para ser director titular de una gran orquesta. Pero la rechacé. La titularidad es una experiencia muy enriquecedora, pero también exige muchas responsabilidades y yo prefiero disfrutar ahora de más libertad, poder desarrollar otros proyectos más personales y conocer otras orquestas”. Un reciente mal trago para su salud, del que se repuso felizmente, parecía destinado a rebajar el entusiasmo de Hernández Silva, pero su ímpetu caribeño es el mismo de siempre.

"El reencuentro con los músicos ha sido muy cálido, muy cordial y emocionante. Muy a flor de piel”

La Málaga que ha encontrado el director a su regreso sigue sin un plan firme para su Auditorio (“La OFM es como un Stradivarius rajado por la barriga: es un instrumento de primera categoría, pero no puede sonar bien. Necesita un Auditorio para hacerlo. No se trata de repartir culpas ni de crear polémicas, pero sí de que cada político, cada persona con responsabilidad y capacidad de decisión, se quede convencido del impulso que daría el Auditorio no sólo a la orquesta, sino a toda Málaga”, afirmó el año pasado) pero sigue siendo su casa. “Los reencuentros tienen siempre ese sabor a otoño, aunque sea primavera”, dice ahora. Siempre habrá aquí un sol para el maestro.

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