Orquesta Filarmónica de Málaga

La Orquesta Filarmónica en tiempo futuro

Imagen oficial de la actual plantilla de la Orquesta Filarmónica de Málaga.

Imagen oficial de la actual plantilla de la Orquesta Filarmónica de Málaga. / OFM

Si hace unos años se hubiera tratado de contar su historia en clave futura, con carácter especulativo, habría sido complicado trazar la supervivencia de la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM) sin el Auditorio que, en más de un sentido, parecía ya cantado. El último clavo ardiendo, el de Expo 2027, también acabó esfumándose. Sin embargo, encajado el golpe y admitida la evidencia de que el proyecto había vuelto a pasar de largo, la orquesta no se limitó a conformarse, sino que pasó a la acción con la búsqueda de nuevos espacios que pudieran completar sus programas ya consolidados (como, principalmente, la temporada de abono en el Teatro Cervantes) y compensar el chasco con el mayor alcance. Con el Auditorio Edgar Neville y el del Museo Picasso ya ganados para la causa (con los ciclos La Filarmónica frente al mar y el de Conciertos de Cámara respectivamente), la agrupación se postuló para incorporar la antigua prisión de la Cruz de Humilladero como sede principal, una opción finalmente descartada, así como para el diseño cultural del Convento de la Trinidad, mientras la rehabilitación de los dos espacios entraba en un limbo de desesperación beckettiana. La apertura del Museo de Málaga en el Palacio de la Aduana permitió al fin la puesta en marcha de un nuevo ciclo de cámara con formaciones invitadas, mientras La Térmica hacía lo propio como sede de los encuentros formativos de la Joven Orquesta Barroca de Andalucía (dependiente de la OFM) y con sus jardines al servicio de los conciertos veraniegos de la Filarmónica, entre otros centros aliados; pero, más allá de la conquista de espacios ajenos para conciertos, otra carencia no menor tenía que ver con el reconocimiento de un espacio propio. Con la sede administrativa a merced de las dependencias municipales en desuso y con la sala de ensayos en Carranque ya obsoleta tras treinta años de aprovechamiento, la solución llegó a través de un acuerdo entre el Ayuntamiento y la Universidad de Málaga que despejaba la reconversión de los antiguos comedores universitarios de El Ejido, justo frente al Conservatorio Superior de Málaga, en la nueva sede de la Filarmónica, que incluirá el área administrativa, una sala de ensayos sensible a las necesidades actuales de la orquesta y un estudio de grabación con la última dotación tecnológica para el mejor registro de la música sinfónica. Adjudicadas las obras en mayo de 2022 con un presupuesto de 870.000 euros, este nuevo equipamiento debería ser una realidad disponible en la temporada que la OFM se dispone a comenzar; un curso en el que cabrá confirmar que, muy al contrario de lo que la extinción del proyecto del Auditorio invitaba a presagiar, la Filarmónica es un proyecto ilusionante no sólo en clave presente, sino, más aún, en tiempo futuro.  

Con un programa incontestable, es de esperar que las nuevas infraestructuras y espacios contribuyan a abrir el abanico de estilos

 

Pero tales cartas puestas sobre la mesa necesitan del contenido puramente musical para ser corroboradas. Y, en este sentido, ante el crecimiento de abonados en los últimos años y la buena respuesta del público a los distintos ciclos programados, al director titular de la formación, José María Moreno, le corresponde el difícil ejercicio de contentar a los públicos ya ganados y abrir puertas para ganar públicos nuevos. Así, la programación de la temporada 2023/2024, ya presentada el pasado mes de junio, entraña una apuesta por la consolidación, en coherencia con los mimbres ya desplegados por Moreno en los cursos anteriores y con un contexto que acusa aún el parón en seco que significaron la pandemia y los farragosos protocolos sanitarios que tuvo que adoptar la orquesta. Es decir, el programa presta su eje al consabido repertorio clásico y romántico, salpicado de algunas propuestas nacionalistas, como receta para el mayoritario favor del público, aunque con argumentos decisivos para gustar a todos los aficionados.   

El director de la Filarmónica, José María Moreno, durante un ensayo. El director de la Filarmónica, José María Moreno, durante un ensayo.

El director de la Filarmónica, José María Moreno, durante un ensayo. / Javier Albiñana (Málaga)

Así, la temporada echará a andar el próximo 9 de septiembre con un concierto en el Festival Internacional de Música de Marbella, con Beethoven y Tchaikovsky en el programa. El mismo día, por cierto, la Joven Orquesta Barroca de Andalucía tendrá su particular inauguración del curso con un concierto en el Auditorio Edgar Neville correspondiente a la séptima promoción de la formación. La temporada de abono comenzará el 14 y 15 de septiembre en el Cervantes de la mano del Coro Nacional de España y el coro Pueri Cantores Málaga con obras de Glinka y Borodin y el Carmina Burana de Carl Orff a modo de celebración proverbial. A partir de aquí, la temporada reserva el protagonismo a ases infalibles como Mendelssohn (con sus dos primeras sinfonías), Mozart, Beethoven y Tchaikovsky, sin olvidar perlas de especial carisma como la Tercera Sinfonía de Schubert, la Sexta Sinfonía de Mahler y la Primera Sinfonía de Elgar. Justo en la entrada en juego de un compositor como Elgar se advierte una mayor voluntad de trascender el repertorio clásico y romántico, amén de Shostakovich y Richard Strauss, compositores desde los que es más fácil tentar a los amantes de registros más contemporáneos. Sin salir de la temporada de abono, conviene destacar la participación de directores invitados como Pablo Mielgo y José Miguel Pérez Sierra, además de solistas como el violonchelista Jan Vogler y el violinista Andrey Baranov. En el Auditorio Edgar Neville, el ciclo La Filarmónica frente al mar presenta un discurso equivalente, tal vez en demasía, de nuevo con Mozart, Mendelssohn y Elgar como protagonistas; y, quizá, este programa periférico, muy del gusto del público y con un formato mucho más popular, podría servir de campo de pruebas idóneo para mayores digresiones en el programa.

Porque, a la hora de escribir la historia de la Orquesta Filarmónica de Málaga en tiempo futuro, a lo mejor sería deseable que los nuevos espacios y sedes contribuyan a ampliar los abanicos del sinfonismo y la música de cámara hacia propuestas más audaces con las mayores garantías, tal y como esperan no pocos aficionados. En cualquier caso, que Málaga pueda disfrutar de su Orquesta Filarmónica con estos mimbres es un regalo que, parece, la ciudad todavía no acaba de creerse.     

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