Pedro Casablanc | Actor

“El Torquemada de Galdós muestra los efectos del éxito de la mediocracia”

  • El intérprete vuelve este sábado al Cervantes con ‘Torquemada’, adaptación del ciclo de novelas de Galdós en la que da vida a varios personajes con la dirección de Juan Carlos Pérez de la Fuente

Pedro Casablanc (Casablanca, 1963), en 'Torquemada'.

Pedro Casablanc (Casablanca, 1963), en 'Torquemada'. / Fernando Villar / Efe

Presencia esencial del teatro, el cine y la televisión, Pedro Casablanc (Casablanca, 1963) es el responsable de uno de los más deslumbrantes fenómenos de la escena española reciente: Torquemada, adaptación del ciclo de novelas de Benito Pérez Galdós, con la versión de Ignacio García May y la dirección de Juan Carlos Pérez de la Fuente, arrasó en su estreno en los Teatros del Canal de Madrid con el favor unánime de la crítica y el público. Casablanc sube hoy a las 16:00 en el Teatro Cervantes, dentro del Festival de Teatro de Málaga, esta función en la que interpreta a varios personajes para contar la historia de Torquemada, un usurero cuyo ascenso social hasta la mismísima nobleza corre en paralelo a su corrupción personal.

-¿Qué ha sido lo más complicado de esta producción de Torquemada, especialmente a la hora de dar vida a tantos personajes?

-La verdad es que, cuando me propusieron hacer esta obra, me pareció que iba a darme un festín. Me apetecía mucho interpretar a tantos personajes. Había hecho antes algunos monólogos, en estilos muy diversos, pero ahora se trataba de estar hora y media en escena yendo de un personaje a otro, con cambios de vestuario sin salir de la vista del público ni una sola vez, y la idea me resultó muy atractiva. Luego, el proceso fue bastante complejo porque tenía que ser muy minucioso. Había que poner mucho en cada detalle, en cada gesto, y yo tiendo a implicarme mucho en los ensayos, a veces demasiado, de manera que no siempre fue fácil. Se trataba, ante todo, de presentar un espectáculo creíble, que el público pudiera hacer suyo y que al mismo tiempo resultara divertido, capaz de atraer la atención del espectador todo el rato. Ahí resultó fundamental el trabajo con Juan Carlos Pérez de la Fuente, que ha sabido darle a todo el montaje la mayor verdad. Lo cierto es que al público le encanta esta función. Es una verdadera lástima que tengamos que hacer nuestras representaciones ante aforos tan reducidos.

-¿Cuál cree que es la clave de esta buena acogida?

-Bueno, creo que tiene que ver con lo que te decía de que esta obra es un festival. La idea de ver a un actor interpretando a muchos personajes resulta atractiva para el público. Una obra como Torquemada corre el riesgo de terminar siendo un pestiño si no se le da suficiente agilidad, y justamente pienso que hemos creado un espectáculo ágil, con suficiente aire, que no se desploma sino que mantiene el tono todo el tiempo. La gente que acude a ver la obra se mete de lleno en la historia, desde luego.

"Esta obra significa para mí un festín. Había hecho antes algunos monólogos, pero nada parecido a esto"

-Es de suponer que la versión de Ignacio García May habrá sentado las bases para este éxito.

-Sí, así es. Ha hecho un trabajo admirable, la versión es fantástica. Te diré que leí a la vez su adaptación y las novelas de Galdós y me asombraba cómo había sido capaz de contarlo todo, de incluir a los personajes más atractivos, en un texto escrito para la escena de veinticinco páginas. La solución a la hora de sustentar toda la dramaturgia en un solo actor fue crear un narrador, una especie de cuentacuentos, que describe ante el público los hechos de la vida de Torquemada y que al mismo tiempo va encarnando a los distintos personajes. Y esto el público lo disfruta mucho. Te confieso que uno de los retos que más me apetecía afrontar era interpretar los dos personajes femeninos de la obra, con su vestuario. Para mí ha sido una experiencia muy enriquecedora. Al final, la versión de Ignacio García May devuelve al teatro algo que hacía Galdós: la adaptación de sus novelas más dialogadas. El mismo Galdós adaptó así El abueloMisericordia, por ejemplo.

-En las novelas de Torquemada, Galdós presenta una radiografía de su tiempo con cierto punto de picaresca. Pero, ¿encontrará el espectador referencias a la España actual en la obra?

-Sí, porque la picaresca es una nota constante en la historia de España. Lo que sí es cierto es que la picaresca actual es, digamos, más ilustrada. De hecho, a menudo se considera que el que sabe más, roba más. Galdós narró el ascenso social de un personaje muy dickensiano, un usurero que va creciendo en el escalafón convenciendo a no pocos incautos de sus virtudes, hasta el punto de ser nombrado marqués y embajador. Sin embargo, Galdós nos cuenta al mismo tiempo su caída personal, que le conduce a un final místico-religioso en el que Torquemada, a través de un sacerdote, llega a negociar con Dios los términos de su salvación. Creo que Torquemada representa bien lo que sucede cuando una sociedad decide instalarse en la mediocridad, dejar el poder en las manos de la mediocracia, esa gente incapaz que únicamente logra ascender a base de cortar la hierba y eliminar todo lo bueno con lo que se encuentra. Eso sí es algo que vemos a diario, por ejemplo, cuando el Gobierno y la oposición son incapaces de llegar a acuerdos fundamentales de manera vergonzosa. De manera que quien quiera ver representada a la España actual lo hará, pero porque ya Galdós supo advertir las constantes menos agradables de nuestra historia.

"El Goya para ‘Paraíso en llamas’ en el Teatro del Soho sería una forma perfecta de completar el círculo"

-En cuanto a la situación del teatro y la cultura en la pandemia, ¿se han hecho los deberes desde la administración pública?

-No, hay cosas que debían estar resueltas y no lo están. Tengo la impresión de que vamos hacia atrás, a más contagios y más indecisión. Y eso no es sólo responsabilidad de las administraciones públicas. En el aspecto cultural, se ha hecho un esfuerzo un enorme para convertir cines y teatros en espacios seguros, y sí parece haber quedado claro que los protocolos funcionan y que los contagios son aquí improbables. Al mismo tiempo, sin embargo, te encuentras con que se siguen celebrando conciertos y fiestas a los que la gente acude masivamente y sin mascarilla y, la verdad, cada vez que veo algo así los ánimos decaen. No entiendo cómo pueden darse aún este tipo de situaciones, cómo se permiten. Entiendo que las contrapartidas económicas de las restricciones son muy duras, pero al final pagamos todos el descontrol de unos pocos. Las giras están cada vez más comprometidas y recortadas, y los rodajes, en muchos casos, parados.

-¿Confía en que saldrá adelante el rodaje de Caleta Palace en Málaga con José Antonio Hergueta?

-Antes de eso, rodaré en marzo en Málaga la segunda temporada de Toy Boy. Y después, sí, espero que podamos rodar Caleta Palace. Estoy en contacto con Hergueta para ver cómo evoluciona el proyecto, así que confío en que lo podremos hacer. La nominación al Goya del corto previo que hicimos, Paraíso en llamas, ha supuesto ya un apoyo muy importante. Creo que es fundamental que salgan adelante estos proyectos porque estamos contando algo tan esencial en la historia de Málaga como la Desbandá en la Guerra Civil. De momento, sería maravilloso que Paraíso en llamas se llevara el Goya, además en el mismo Teatro del Soho de Málaga. Sería una forma perfecta de completar el círculo.

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