Miguel Ángel Recio. Director General del INAEM

"El público pedía una CND que no se olvidara de lo clásico"

  • El responsable del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música analiza las fórmulas que demanda el sector ante la crisis y defiende la buena salud de las compañías estatales.

El director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música (Inaem), Miguel Ángel Recio, inauguró hace unos días en Sevilla las Jornadas sobre la Inclusión Social y la Educación en las Artes Escénicas. Una ocasión para que el ex director gerente de la Fundación Colección (y el Museo) Thyssen-Bornemisza analizara los desafíos y hallazgos del cargo que ocupa desde principios de 2012.

-En un momento como éste debe de ser difícil priorizar a qué se destina el presupuesto.

-Momentos como éste nos obligan a priorizar, pero también a ser muy eficientes en el gasto, saber dónde están realmente las necesidades. Digamos que el Inaem tiene tres grandes actividades, una primera que son sus propias unidades de producción, y éstas mantienen presupuestos para hacer sus obras. Han sabido gestionar ese presupuesto mejor y han sabido captar más público, lo que redunda en los ingresos, e incluso patrocinios. Pero luego tenemos el mundo de las subvenciones: en los próximos días se va a publicar la nueva convocatoria de subvenciones en concurrencia, que tiene asignada una cuantía de 14 millones de euros, lo cual supone un incremento con respecto a lo que ha habido en años anteriores. Y luego, participamos en organismos importantes, estamos en sus órganos de gobierno, y apoyamos con subvenciones nominativas a instituciones.

-Uno de los efectos devastadores de la crisis es que ha dado al traste también con una sólida red de teatros municipales que hasta hace poco ofrecía una buena programación, algo que dificulta además la supervivencia de las compañías de teatro. ¿Cómo se afronta desde el Inaem este desastre?

-En los últimos años detectamos que con la crisis surgían otras carencias. La gran caída de espectadores se debe a que los ayuntamientos no tienen dinero para programación y, para atender eso, lanzamos el programa Platea. No son subvenciones, consiste en complementar lo que puede suponer el coste de una compañía, que en principio cubre la taquilla del teatro; el Inaem financia lo que no se logra en la recaudación. En Andalucía hay unos 30 ayuntamientos adscritos a Platea.

-Una fórmula a la que se está recurriendo mucho ahora, por las circunstancias económicas, es la coproducción entre teatros.

-Evidentemente, sigue siendo necesario que haya creación, y hay que apoyarla, pero en una época como ésta también hay que recuperar ese repertorio que fue un éxito y que en muchos casos tiene más de diez años y que, por lo tanto, el público ya no recuerda. En la medida en la que nosotros participamos en las instituciones públicas más importantes de la lírica, el Teatro Real, el Liceu, el Palacio de les Arts de Valencia o el Maestranza de Sevilla, apoyamos que haya más coproducciones entre estos teatros. Sevilla ha sido un buen ejemplo de cómo ha hecho con Valencia la tetralogía de Wagner. No olvidemos que el público de Sevilla no es el mismo que el de Valencia o el de Barcelona, ¿por qué no representar la misma obra en las tres ciudades? Por eso intentamos que haya más coproducciones, y también facilitar el alquiler de producciones que ya están montadas.

-Centrándonos en la programación del Centro Dramático Nacional (CDN), hay un interesante equilibrio entre autores del presente como Wajdi Mouawad, Juan Mayorga o Juan Cavestany con clásicos como Strindberg o Chéjov.

-La programación de esta temporada del Centro Dramático Nacional demuestra que el abanico de actores y de autores es muy amplio. Podemos tener figuras tan mediáticas y consagradas como Carmen Maura o jóvenes que están empezando, como los protagonistas de Amantes. Hay que programar para todo tipo de públicos, y eso es algo que Ernesto Caballero, con toda su experiencia, está haciendo muy bien.

-También Helena Pimenta, al frente de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), les está dando muchas satisfacciones.

-Helena ha llegado a una compañía conocida por su excelencia y ha sabido darle algo más. Ella viene de su propia compañía y sabe lo difícil que es organizar las cosas bien. Hay que destacar, aparte, el entusiasmo y la energía que pone en su trabajo. Me gusta que se reconozca su labor: cuando alguien llega a la dirección de la CNTC te pueden mirar con envidia, porque con el cargo te dan una serie de herramientas que ya querrían para sí muchos directores.

-¿Está sabiendo reflejar la dramaturgia actual el tiempo que vivimos?

-Yo creo que sí. Y el reflejo no tiene que ser sólo de lo cotidiano, también en un registro más elevado. Me gustaría destacar una obra como la de Transición, del CDN, que mostraba una posible crítica desde la actualidad a aquel tiempo, pero venía a decir a los espectadores que si compartían esa crítica se pusieran en marcha y empezaran a trabajar por el país. Esa obra pasaba el testigo a la generación de hoy y nos empujaba a afrontar nuestra vida política.

-La exposición de Antonio López fue su mayor logro cuando estuvo al frente del Thyssen. ¿Cuál cree que es su mayor hazaña en el Inaem?

-Antonio López fue toda una experiencia que no se limita sólo al propio artista, sino a lo que fue toda la gestión de esa muestra que batió récords. Trabajamos para que el público accediera en las mejores condiciones, a pesar de que fue una exposición masiva. El reto personal de estar en el Inaem es más genérico: el reconocimiento de la labor en las instituciones públicas en general y en las unidades del Inaem en particular. La vida es sueño, por ejemplo, ha sido un éxito absoluto y lo repondremos este año. Y estoy también contento con la Compañía Nacional de Danza (CND) y el Ballet Nacional de España. El otro día, cuando la Reina Sofía los visitó, dijo que era un orgullo tenerlos.

-Y eso que José Carlos Martínez no lo tenía fácil precisamente.

-Él ha hecho un trabajo excepcional. Primero porque tenía en su contra que la compañía poseía una trayectoria anterior muy marcada. Y, luego, como ocurre con todo lo que despierta la atención de los medios, tenía sobre él una responsabilidad muy grande. Sin abandonar el diseño moderno, con éxitos como el reciente Nippon Koku, que es una pieza de contemporáneo, ha hecho un espectáculo de puntas que no se veía en años en la CND. Le ha dado al público lo que pedía: una Compañía Nacional de Danza que no se olvidara de lo clásico.

-Con respecto a la Ley de Mecenazgo, ¿no cree que aquí no hay cultura de implicarse con las instituciones artísticas más allá de pagar una entrada?

-No cabe una presencia sólo pública en la actividad cultural, porque no es deseable, tiene que haber como en todos los negocios varias fuentes de financiación. El reto es saber llevar la actividad cultural a los patrocinadores, a los mecenas y a los particulares, y eso se logra con una identificación subjetiva y sentimental con el proyecto cultural. El secreto no es sólo facilitar las desgravaciones fiscales, es hacer un producto que haga atractivo ayudar a la cultura, valorar la presencia del mecenas, dar el papel que merecen gestores profesionales de la cultura.

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