El saxofonista malagueño que busca la esencia del jazz español

Roberto Cantero ha formado parte de los grupos Danza Invisible y Chambao

Premios Malagueños de Hoy 2024: Ejemplos de entrega y compromiso

Roberto Cantero, saxofonista malagueño, en la gala de los premios Malagueños de Hoy
Roberto Cantero, saxofonista malagueño, en la gala de los premios Malagueños de Hoy / Javier Albiñana

Una nominación a los Latin Grammy en 2008, productor, teclista y saxofonista, Roberto Cantero es un malagueño de 51 años que ha construido una carrera que lo ha llevado a giras internacionales con artistas y bandas como Danza Invisible y Chambao. También ha sido telonero de Ricky Martin y con su inconformismo ha conseguido llevar su música por varios países. El artista ha consolidado una trayectoria que mezcla versatilidad, inquietud y la constante exploración de nuevos estilos musicales. Como él mismo dice: "Mi sello es el inconformismo, siempre estoy buscando algo nuevo, algo que me saque de mi zona de confort y me haga sentir vivo".

La música siempre ha estado presente en la vida de Cantero. En su familia, aunque ninguno era músico profesional, siempre hubo un entorno musical. Sus hermanos tocaban instrumentos y él creció rodeado de música. Sin embargo, en los años 80, dedicarse a la música como profesión era casi un tabú. "En aquella época, ser músico era casi un pecado, mis padres me insistían en que estudiara algo que me garantizara un trabajo 'de provecho', pero yo estaba decidido a dedicarme a la música", recuerda en una entrevista con este periódico.

Ese empeño lo llevó a explorar distintos caminos. Primero estudió producción musical, luego piano y, finalmente descubrió el saxofón, el instrumento que se ha convertido en su seña de identidad. "Quería aprender música de verdad, entender cómo funcionaba, aunque en casa había ambiente musical, sentía que necesitaba algo más técnico, más profundo", dice. Su gran oportunidad llegó cuando se unió a Danza Invisible. "Fue mi primera gira importante, estuve con ellos diez años", rememora. Se ríe al recordar alguna anécdota con la banda malagueña y con el "imparable Javier Ojeda".

Su paso por Danza Invisible fue, según sus palabras, "una escuela que ningún conservatorio puede ofrecer". Entró en la banda con tan solo 23 años. Ellos ya eran artistas "consolidados", mientras que él "era un novato". "Fue pasar de tocar en pequeños bares a subirme a escenarios con 10.000 personas, en esos años aprendí sobre música, pero también sobre la vida en el escenario, cómo comportarme, cómo viajar, cómo enfrentar el día a día de una gira", admite.

Después de una década, pasó otros 10 años en otra banda icónica malagueña. Cantero dio el salto a Chambao, donde continuó aprendiendo y creciendo. "Con Chambao fue otro nivel porque hicimos giras internacionales, conciertos en Europa, Sudamérica, Europa del Este… Fue una etapa de mucho aprendizaje, especialmente en escenarios internacionales", asegura. También aprendió lo que significa "trabajar con públicos tan diversos" y tiene especial cariño a cuando fueron teloneros de Ricky Martin, un escenario con una "superproducción americana".

Arabia Saudí, prendida con su saxofón

Una de las historias más fascinantes de Roberto Cantero es su experiencia tocando el saxofón en Arabia Saudí, un país donde la música en vivo ha enfrentado históricas restricciones culturales. "La primera vez que fui, fue un shock porque el público estaba segregado; hombres por un lado, mujeres por otro, y no podían bailar", relata. El músico comenta que tocaban música electrónica o de baile, pero su pñublico tenía que quedarse "quieta, seria": "Incluso detenían a quienes se atrevían a bailar".

A pesar de estas restricciones iniciales, el saxofonista ha sido testigo de la evolución cultural que ha vivido el país en tan solo cinco años. "Con el tiempo, las cosas han cambiado mucho porque las últimas veces que he vuelto he visto que ahora el público está mezclado, hombres y mujeres pueden bailar y disfrutar". Aunque todavía queda mucho por hacer, indica que es un primer paso hacia "una mayor apertura". También ha tocado en países como Inglaterra. Todo gracias a Merlín Espectáculos. "Tocar en diferentes culturas te hace replantearte muchas cosas y te obliga a adaptarte y a entender cómo la música puede ser un puente entre mundos tan distintos", señala.

Aunque hoy es conocido por su maestría en el jazz, el funk y el soul, lo que lo ha llevado a recorrer varios lugares muy dispares, los orígenes musicales del saxofonista malagueño están en un género muy diferente: el hip hop. "Con 13 años formé un grupo llamado Nazión Sur y hasta los 17 o 18 años me dedicaba exclusivamente al hip hop", rememora. Pero en ese momento decidió que quería aprender a tocar un instrumento. Empezó con el piano, y poco después descubrió el saxofón, su compañero inseparable.

Ese descubrimiento marcó un punto de inflexión en su carrera: "Quería aprender jazz, música negra y funk, pero cuando intenté entrar al conservatorio, me dijeron que ese sonido que yo buscaba no lo enseñaban allí, así que decidí aprender por mi cuenta". El músico ha seguido explorando nuevos territorios musicales, como el flamenco. "El flamenco ofrece una base rítmica tan potente que creo que puede ser la clave para desarrollar una identidad propia del jazz español; el jazz, al fin y al cabo, es una música afroamericana, pero quiero encontrar un lenguaje que mezcle su improvisación y técnica con nuestras raíces", explica.

En la entrevista también reflexiona sobre la industria musical actual. Cantero se muestra realista, pero no pierde el optimismo: "Hoy en día se consume más música en directo que antes, y eso es bueno, porque la música viva tiene un impacto único, pero el negocio ha cambiado". Según el artista, el soporte físico "ha caído" y las discográficas "ya no invierten como antes": "La mayoría de los músicos tienen que autoproducirse". Sin embargo, también destaca las oportunidades que ofrecen las plataformas digitales para llegar a todo el mundo. "Hay más posibilidades tecnológicas, pero también más dispersión, es un arma de doble filo", opina.

A pesar de su éxito internacional, el saxofonista nunca ha perdido su conexión con Málaga, ya que es su sede. "Creo que los malagueños a veces infravaloramos nuestro talento, siempre pensamos que lo bueno está fuera, pero aquí tenemos artistas increíbles y es una lección que tenemos que aprender, el valorar lo nuestro", defiende. De hecho, tocó en la fiesta posterior de la gala de los premios Malagueños de Hoy: "Había un público muy ecléctico y no sabía muy bien qué repertorio elegir, pero al final la gente me iba pidiendo canciones".

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